Opinión

Morir en paz

MARIO TELLEZ

SEÑOR DIRECTOR:

Varias voces han realizado un enérgico y necesario llamado al derecho de morir en paz.

Años atrás, mi padre fue diagnosticado con fibrosis pulmonar idiopática. Confiaba en que nuestra sociedad evolucionaría para tener el derecho a una muerte digna. En su último año vivió postrado, dependiendo de máquinas y de cuidados de otras personas, en permanente sufrimiento. Los doctores se enfocaron en prolongar su vida, aunque estuviera terminal.

En las muchas llamadas a la ambulancia por crisis respiratorias, mi padre siempre desestimó el traslado a un centro asistencial. Decidió quedarse en casa, y al llegar su hora, estar en compañía de sus seres queridos. Como familia, hicimos una fuerte inversión de recursos, tiempo y energía, para que estuviera lo más cómodo posible. Duele ver que no todos tienen los medios para realizar esos esfuerzos. Dramáticas situaciones que ninguna familia debería tener que enfrentar.

Urge una modernización legislativa que permita a quienes sufren innecesariamente decidir morir en paz. Hace pocos días, cuando la ambulancia acudió a nuestro último llamado, y el paramédico realizaba maniobras de reanimación, pudimos aportar a esa “dignidad” al pedirle no seguir reanimándolo, y que por fin lo dejara descansar.

Mi padre nunca perdió la esperanza en que nadie más tenga que sufrir así. Soñaba, desde la empatía, con el derecho al buen morir.

Andrés Salas Retamal

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