Columna de Sergio Muñoz Riveros: ¿Boric considera que no hay Constitución?

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Es insólito que Gabriel Boric, para explicar en Colombia la situación de nuestro país, haya dicho que “la Constitución actual está agotada y defenestrada”. Se trata de una muestra de máxima inconciencia respecto del cargo que ocupa. Si la Constitución fue defenestrada, o sea, arrojada de su sitio, ¿de dónde vienen entonces las credenciales que él luce al viajar al exterior? ¿De qué autoridad legal está investido? ¿Con arreglo a qué normas firma proyectos de ley, designa ministros y toma decisiones sobre las platas del Estado? ¿Por qué los carabineros lo saludan ceremonialmente al entrar a La Moneda y las FF.AA. lo invitan a sus actos institucionales?

Son demasiados los equívocos generados por la aventura constituyente, pero el peor es el señalado por Boric que, en su afán de ayudar a la campaña del Apruebo, ha cruzado la línea roja de poner en duda el orden institucional que le permitió llegar, ni más ni menos, que a la jefatura del Estado. Él no puede decir que la actual Constitución está agotada, o sea, que ya no vale, porque ese mensaje equivale a decir que Chile se encuentra en tierra de nadie, tal como lo cree Héctor Llaitul y puede creerlo cualquier golpista de derecha o izquierda.

Boric no se da cuenta de que su único poder es la legalidad que nos rige, en cuya base está por supuesto la Constitución que él tiene la obligación de respetar y hacer respetar. Y esa Constitución estará plenamente vigente hasta que sea reemplazada de acuerdo a los procedimientos establecidos. Por lo tanto, él no puede usar un lenguaje que, por no medir las consecuencias, daña nuestra convivencia y desprestigia a Chile. Si no entiende la importancia de la continuidad institucional, crecerá la posibilidad de que fracase.

Sobran las razones para considerar el plebiscito del 4 de septiembre como una definición política sobre el rumbo del país y la supervivencia del régimen democrático. Si las exigencias fundamentales que hacemos a la Constitución son que cohesione a la nación, asegure la paz interna, proteja las libertades, precise los límites del poder del Estado, garantice la igualdad ante la ley, resguarde las reglas de la competencia política y la alternancia en el poder, el proyecto que redactaron los abogados del Frente Amplio y sus aliados lo pone todo en riesgo.

Al hacer suyo ese texto y convertir La Moneda en el comando de campaña del Apruebo, Boric terminó de aclarar lo que le ofrece al país. Su verdadero programa es el proyecto de Constitución cuya columna vertebral es la plurinacionalidad. Era difícil imaginar un escenario en el que el propio gobernante promoviera una perspectiva de dislocación y conflicto del país, pero así ha ocurrido, porque no otra cosa representaría la aplicación del proyecto que lleva el sello del octubrismo.

No hay forma de esquivar los términos en que el propio gobierno plantea el plebiscito: con Boric o contra Boric.

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