Queda poco tiempo

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25.10.2019 LA MARCHA MAS GRANDE DE CHILE 25 DE OCTUBRE FOTO: RUDY MUÑOZ / LA TERCERA


La inmensa mayoría de los chilenos y chilenas valoramos el gran acuerdo de los parlamentarios que abrió las puertas para un proceso constituyente y, especialmente, nos permitió abrigar esperanzas sobre el valor del diálogo como medio para enfrentar nuestros grandes problemas. Sin embargo, junto a esos motivos de optimismo, observamos con preocupación que el ritmo con que se está trabajando en el Congreso no está de acuerdo con la magnitud de lo que está en juego. No olvidemos que el plebiscito tendrá lugar en abril y que antes de su realización es necesario avanzar en una multitud de cuestiones previas. No es este el momento para las mezquindades, no se trata de sacar pequeñas ventajas para las propias agrupaciones cuando está en juego el bien de la república. El país pide grandeza a sus políticos. Sabe que, cuando ella ha faltado, hemos sufrido auténticas tragedias, como las de 1891 y 1973; en cambio Chile ha podido superar gravísimas adversidades cada vez que el patriotismo y la virtud republicana han estado presentes. Por eso pedimos a nuestros parlamentarios que se pongan de acuerdo y que hagan su trabajo pronto, bien y con espíritu generoso.

La hora presente también plantea serias exigencias a la ciudadanía. Una de ellas consiste en prepararnos para el proceso constituyente que se avecina. Esto implica dejar de lado los eslóganes fáciles y entender qué significa tener una Constitución, el documento que contiene las normas básicas de nuestra vida democrática y republicana.

Pero hay más: hoy resulta urgente recuperar el orden público, y esto resulta imposible si no se condena sin vacilación cualquier forma de violencia que no se ajuste a derecho. No es verdad que ella resulta necesaria para ser oídos u otras falacias que se han escuchado estas semanas. Los mensajes más poderosos no han sido entregados por quienes destruyen los bienes públicos y perjudican gravemente a sus compatriotas, especialmente a los más vulnerables, sino por quienes han elegido el camino de la paz para dar a conocer sus demandas de mejora social.

Un objetivo esencial de este momento consiste en aislar a quienes han elegido el camino del delito. De otra manera no resulta posible detenerlos, juzgarlos y aplicarles una condena por el daño que están produciendo al país. Lo anterior resulta imposible si no se suspenden de inmediato todas las movilizaciones en estas semanas críticas, porque los delincuentes se aprovechan de ellas para amparar sus propósitos ilegítimos y conseguir la impunidad. Los ciudadanos y ciudadanas que elegimos la paz hemos dado señales muy poderosas a nuestros representantes. No necesitamos la ayuda de la violencia. La rechazamos terminantemente, porque somos demócratas y solo estamos dispuestos a valernos de medios democráticos para expresar nuestras demandas que llevan a una sociedad más justa. De lo contrario no tendremos autoridad para pedir al gobierno que continúe con su agenda social ni a los parlamentarios que realicen su trabajo. Porque, aunque hay esperanza, queda poco tiempo.

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