Una nueva manera de entender la criminalidad



Por Cristóbal Weinborn, director del área de Ciencias Policiales de Fundación Paz Ciudadana

Si bien en los últimos dos años, el Índice Paz Ciudadana ha exhibido una caída en la victimización de hogares, el nivel de temor al delito en la ciudadanía se ha mantenido sin cambios. Asimismo, de acuerdo con la última encuesta de Espacio Público, el 56% de los entrevistados manifestó a la delincuencia como su principal preocupación.

¿Por qué si los delitos van a la baja el temor o la preocupación de las personas se mantiene?

La cantidad de delitos ocurridos en un periodo y espacio determinado es un criterio necesario, más no suficiente para el diseño de estrategias para mejorar la seguridad. No se pueden analizar como un todo abstracto que, independiente del gobierno de turno, sube, baja o se mantiene. Esto, a pesar de que hurtos, robos con violencia, femicidios, delitos sexuales, etc., sean cualitativamente distintos.

Es urgente comenzar a ponderar los delitos de acuerdo con su gravedad, no su frecuencia. Para esto, hemos elaborado una herramienta denominada “Índice de daño del delito” (IDD), la cual considera cada delito de acuerdo con las penas mínimas establecidas en nuestro Código Penal.

Para poder explicarlo me tomaré la libertad de proponer el siguiente escenario hipotético:

Una autoridad reporta que durante su gestión el delito se redujo en un 30%, lo que considera un éxito. Supongamos ahora que en el período anterior ocurrieron 100 delitos y al finalizar este período ocurrieron solo 70. Si nos quedáramos solo con el total de delitos, probablemente nos sentiríamos bastante conformes con la política criminal y coincidiríamos con lo que nos plantea la autoridad.

No obstante, al revisar en detalle estos delitos observamos la siguiente distribución:

En el primer período ocurrieron 60 hurtos, 20 robos de vehículos, 15 robos con violencia y 5 homicidios (100 delitos). Por otro lado, en el período denominado como “exitoso” ocurrieron 40 robos con violencia, 20 hurtos, 3 robos de vehículos y 7 homicidios (70 delitos). A primera vista, el análisis diría que la baja fue principalmente de hurtos. Sin embargo, los delitos más “graves” aumentaron. El IDD busca poner el acento en esta realidad y contribuir a entender la delincuencia desde una perspectiva en que el análisis del delito y los diseños de estrategias de prevención consideren las diferencias cualitativas entre estos. Vale decir, su gravedad. Entendida ésta en términos de “días de prisión” asociados a cada delito.

El actual Código Penal define la pena para el hurto en 61 días de presidio, mientras que para el robo con violencia define una pena de al menos 1.826 días. Si a lo anterior le sumamos los 1.096 días de cárcel definidos para el robo de vehículos y los 3.651 días para el caso del homicidio, nos encontramos que, en total, el “daño” para el primer período fue de 71.225, mientras que para el segundo período fue de 103.105. Vale decir, el daño aumentó en un 31% aproximadamente.

¿Sigue siendo exitosa la gestión de aquella autoridad hipotética?

Si bien la respuesta es “no”, lo central acá es que tanto la autoridad hipotética como las autoridades reales de nuestro país no cuentan en la actualidad con una herramienta que les permita analizar el delito desde una dimensión objetiva de su gravedad tal como lo proponemos desde el IDD. Los delitos podrían disminuir de un año a otro, lo cual no necesariamente significa que vivamos en una sociedad más segura.

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