Estamos teniendo menos sexo que hace 30 años




“¿Sabías que estamos teniendo menos sexo que hace 30 años atrás?”, preguntan en una de las publicaciones del sitio de consejería sexual Secretos de amor. En ella muestran una serie de estudios que nos llevarían a responder afirmativamente a esa interrogante. Uno de ellos es una investigación británica bautizada Natsal (National Surveys of Sexual Attitudes and Lifestyles) que tomó en cuenta respuestas recogidas desde el año 2009 hasta el inicio de la pandemia. Según sus datos, en 1991 los encuestados respondían que mantenían relaciones sexuales en promedio cinco veces al mes. En 2001 la cifra se redujo a cuatro, y en 2012 a tres. Es decir, un 40% menos que hace tres décadas. Otro estudio citado en la publicación, National Survey of Sexual Health and Beahavior (NSSHB), señala que los Millenials y la Generación Z practican menos sexo del que practicaron sus padres. La media está en nueve encuentros menos al año.

Conocer lo que ocurre en Chile es difícil por la falta de estudios sobre la vida sexual de los chilenos. Sin embargo, todos los estudios citados apuntan a que se trata de una tendencia mundial. ¿La causa? Según las expertas de Secretos de amor, no hay una única respuesta. “El estrés, el aumento de casos de ansiedad y depresión, la falta de tiempo, la fatiga por jornadas laborales muy largas, la emancipación tardía del hogar de los padres, las redes sociales, una nueva ‘pereza carnal’ (detectada en la población japonesa) e, incluso, el fácil abastecimiento de pornografía –algunos investigadores culpan a la adicción al sexo en internet del descenso; otros consideran la pornografía un acicate–, son algunas de las hipótesis que barajan los expertos”, dicen.

Algunas de estas causas no son nuevas, y es por eso que varios investigadores se han preguntado si esta disminución podría deberse principalmente al uso masivo de redes sociales por parte de los adultos jóvenes, quienes invierten bastante tiempo en estas plataformas. Sin embargo, la directora del estudio Natsal, Soazig Clifton, en unas declaraciones que recoge la revista Science Focus advierte que los estudios observacionales, como Natsal y NSSHB, no pueden responder fácilmente a la pregunta ¿por qué?. “Es teóricamente plausible que las personas prefieran pasar tanto tiempo en sus iPads y teléfonos, conectándose virtualmente con otros, en lugar de tener relaciones sexuales con la persona que está a su lado”, dice. Pero también es posible que la gente se sienta más cómoda hablando de sexo ahora, en comparación con la década de 1990. “Tal vez las personas son más capaces de decirnos que no están teniendo sexo”, agrega. Sin embargo, Clifton aclara que esto no explicaría únicamente una tendencia tan llamativa, aunque admite que podría ser parte del problema.

En la misma publicación Clifton cuenta que la idea de que estamos demasiado ocupados, con teléfonos, juegos o la vida en general, fue objeto de otro estudio cualitativo más pequeño que Natsal. “Los investigadores trabajaron con mujeres de mediana edad”, cuenta. “Y algo que surgió en esa investigación fue que las mujeres estaban demasiado cansadas para tener relaciones sexuales. Tenían muchas otras cosas en su vida”, agrega. Algo que comparte la psicóloga feminista Loreto Vega, quien le suma un análisis de género: “Hoy las mujeres son capaces de decir que no, antes les resultaba más difícil pues a la gran mayoría se les educaba para que el amor de pareja fuese la piedra angular de su existencia, y por lo tanto debían aguantar lo que fuese para mantenerse en ella, por ejemplo, acceder a tener sexo si su marido lo requería, aunque ellas no quisieran”, explica.

¿Calidad vs. cantidad?

Florencia Grebe, psicóloga, Máster en terapia sexual y de pareja, y creadora de @sobresexo.cl, recuerda esa frase popular que dice que “antiguamente la gente tenía más hijos porque no había tele”. “Obviamente esa no es la razón, pero es una buena manera de ejemplificar la disminución en la cantidad de sexo en esta generación versus las anteriores. Hoy cada vez tenemos más distracciones –ya no solo la tele, sino que internet, redes sociales, etc.– y muchas veces éstas le quitan tiempo a nuestras relaciones. Cuando las parejas conviven, suelen creer que con eso basta y le dedican el tiempo libre a otras cosas o personas que no ven todos los días. Pero vivir juntos no basta para ser pareja. Necesitamos tiempo y encuentros de calidad, y eso implica hacer un equilibrio entre todas las cosas que nos gusta hacer”, explica.

Recalca además que la frecuencia sexual no es necesariamente un indicador de una buena vida sexual, pues lo que importa es la satisfacción mutua. Y eso es indiferente a la frecuencia. “Las generaciones de parejas jóvenes, al igual que nuestros padres vienen de haber recibido una nula o muy pobre educación sexual, entonces muchos de esos jóvenes no tienen idea cómo autocomplacerse y cómo darle placer al otro. Y a diferencia quizás de nuestros padres, muchos de esos jóvenes vienen influenciados por el porno, en donde se les ha mal educado sobre el sexo y cómo debe ser. Por lo tanto cuando nos encontramos con pocas herramientas para tener un sexo placentero, y además con muy pocas herramientas para hablar del tema –porque esto sigue siendo un tabú–, lo más probable es que nos alejemos y dediquemos nuestro tiempo y energía a cosas que sí son placenteras. Por ende, si nos centramos en educarnos sobre sexualidad y a aprender sobre el placer, podemos tener encuentros sexuales de mayor calidad”, concluye.

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