María Quiñelén: "El útero es el primer territorio de lucha"

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Quiñelén significa único. Esta mujer dedicada a la medicina mapuche honra día a día el significado de su linaje, al ser una de las pocas parteras tradicionales que ejercen el oficio en Chile legalmente, gracias a un reconocimiento entregado por el Ministerio de Salud. María lleva más de 40 años defendiendo los partos naturales y el útero o koñüwe como la primera tierra donde se recibe a los hijos, un territorio que, como dice, hay que cuidar.




María Quiñelén comenzó a ser educada como mujer medicina a los 7 años por su abuela en Quilaco Bajo, en Nueva Imperial. Perteneciente a un linaje de sanadoras de ocho generaciones, fue aprendiendo las hierbas medicinales como quien conoce a otro ser vivo y a hablar en sueños con ellas. Hoy trabaja en su concurrida consulta en el barrio París-Londres del centro de Santiago y cumple más de 40 años como lawentuchefe, o experta en las propiedades de las plantas medicinales, y partera o püñeñelchefe, acompañando a más de 700 mujeres en partos naturales y domiciliarios.

-Mi iniciación comenzó con el despertar de un sueño. Fui por siete años una persona, no sabía si era mujer u hombre porque era un niño, un pichiche, hasta que un día mi padre llegó con un espejo y me pasó mis ropas femeninas. De ahí en adelante comenzó mi entrenamiento como mujer, una preparación para la vida. Ahí aprendí la experticia de mi abuela, qué eran la partería y la medicina de la mujer. Esa educación comenzó cuando desperté de ese sueño, el sueño de ser niño. Tenía una misión y se habían acabado los siete años de juego y niñez para comenzar a entrenarme en el conocimiento de las plantas medicinales. El entrenamiento fue con las mujeres de la familia. La formación se produjo primero a través de sueños. Si el sueño, si el espíritu no lo dice, no te dice a qué vienes, si no se decodifica, tú no sabes cuál es tu misión de vida en tu comunidad.

-Antes de tocar a una mujer o a un bebé acompañé por muchos años a mi abuela. Fui primero su bitácora, su ayudante, su asistente por 13 años; la observadora que tenía que memorizar todo lo que ella dijera. Tenía que relatarle todos los detalles, cuántos nudos le hizo al cordón umbilical o cómo era la placenta para contarle a la madre su significado; todo lo tenía que guardar en mi mente.

Por un reconocimiento estatal del Ministerio de Salud, esta sanadora mapuche es una de las pocas parteras tradicionales que ejercen el oficio en Chile legalmente.

-Es un reconocimiento que mi pueblo se ha ganado y el Ministerio de Salud lo ha entendido. He trabajado en todos los consultorios de Estación Central, Cerrillos, Maipú y Santiago Centro. Es por eso que hoy hay en ellos una interrelación de conocimientos, aprendizajes y saberes para sensibilizar a los funcionarios de la salud para que amplíen sus formas de pensar y apliquen criterios más amplios para sensibilizar el trato de la paciente gestante y el paciente indígena. Pero ese saber no es mío, pertenece a mi pueblo. Hoy represento a mi pueblo nación.

Gracias al feminismo las mujeres están cada vez más decididas a reivindicar sus cuerpos como territorios de libertad, recuperando la forma y el lugar donde parir a sus hijas e hijos.

-No hay territorio más históricamente dominado por la mujer que su útero, es el primer territorio de lucha. He creado escuelas para establecer un diálogo entre mujeres indígenas y recuperar el sentido y la responsabilidad de ser mujer. Son escuelas de recuperación de saberes femeninos que se les han negado en el sistema educacional convencional occidental. La mujer tampoco es tema de estudio en las universidades porque solo se estudian íconos masculinos. Nosotras tenemos el conocimiento de la vida y también de la muerte. Nosotras gestamos y parimos. Somos un territorio de fortaleza, reconstrucción y consecuencia. El territorio uterino es el espacio donde llegan los hijos y nosotras tomamos decisiones sobre él. Nosotras decidimos.

La sanadora reivindica el parto como un acto natural donde la madre transforma su concepto del dolor activando áreas del cerebro que no se han utilizado jamás.

-Hay partes del cerebro que se activan solo en el momento del parto. El dolor genera un éxtasis, otro tipo de percepción donde la madre activa todos los sentidos como una leona para defender la vida de su hija o hijo. El dolor no debe entenderlo como sufrimiento sino como una potencia que va a imprimir en su hijo. Lo ideal de un parto es que el niño nazca en su casa. La madre tiene que tener confianza en su cuerpo y conocimiento sobre él. La mujer necesita esa autoridad desde el primer momento en que es madre para ser la conductora de la vida de su hijo.

-Doy un certificado para que clínicas y hospitales entreguen las placentas y el cordón a las madres. Ha sido una lucha de 40 años que hemos ganado. La placenta es todo un misterio. Solo algunas mujeres indígenas expertas podemos leerla, leer las señales y decírselas a la madre. Se revisa para saber cómo nació el niño. No se debe tocar a menos que sea estrictamente necesario y debe ser enterrada íntegra.

A su juicio, hoy más importante que la placenta es lograr la devolución del cordón umbilical en el sistema de salud.

-El cordón umbilical es un patrimonio, en él está toda nuestra información genética, de células madre y sistema inmunológico. Nos pertenece a cada uno, nosotros los generamos después del tercer mes y lo anclamos a la madre en el sexto mes, y así nos combinamos.

María cuenta que el parto natural está de regreso gracias a mujeres que ejercen mayor soberanía sobre su cuerpo. Durante los últimos 100 años el parto fue separado de la comunidad y convertido en un producto hospitalario. Al cambiar el escenario de la casa al hospital se produjo un olvido de las necesidades de los padres y del recién nacido.

-La medicina familiar en todo el mundo, especialmente en Estados Unidos, asiste partos naturales en domicilios. En el Hospital Regional de Temuco también la atención domiciliaria está a cargo del área de medicina familiar. El parto natural está de vuelta.

Uno de los principios de su labor como partera es el respeto por la vida, pero ese principio incluye la posibilidad de aborto.

-El tema del cuerpo de las mujeres lo deciden las mujeres. Cada una toma sus propias decisiones. Apoyo a las mujeres que toman una decisión. Yo decido sí o no.

Sobre el actual conflicto del Estado chileno con el pueblo mapuche y su lucha por recuperar sus derechos, María tiene una opinión firme y clara.

-Nosotras sabemos que somos una nación, nuestros úteros son mapuche. Hemos pasado grandes crisis y durante la dictadura militar se esterilizó a muchas mujeres mapuche. Por eso la mujer mapuche perdió la confianza en los hospitales y en toda institución occidental. Nosotras sabemos que somos dos pueblos diferentes y que el invasor siempre será invasor.

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