¿Y ahora qué hacemos con nuestra lista de propósitos?




El 2023 ya está aquí y se presenta, sobre todo durante estos primeros días del año, como una página en blanco llena de oportunidades para empezar de cero. Por suerte tenemos una lista repleta de resoluciones y metas que esta vez, ahora sí que sí, lograremos cumplir. O eso es lo que nos gusta pensar. Porque en la realidad, es muy usual ir dejando de lado esos objetivos con el pasar de los meses, o incluso, descartar algunas metas ya durante los primeros días del año.

¿Por qué entonces seguimos haciendo esa lista? Y, ¿por qué nos cuesta tanto cumplirla?

“El año nuevo es una fecha que tiene un carga simbólica que incita a hacer una revisión del anterior: lo que queda pendiente, lo que me gustaría hacer, tiene una carga de auto chequeo muy relacionada con el acto de hacer una lista de resoluciones. Nos invita a pensar en qué aspectos de nuestra vida nos gustaría mejorar”, asegura Alejandra Rossi, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Diego Portales.

Para Alejandra Pérez, cofundadora de la plataforma de bienestar CasaSiete, es muy positivo hacer una revisión del año que dejamos atrás. Es una buena forma, explica, de enfocarnos en lo que le queremos dedicar atención, energía y tiempo y así priorizar lo que realmente queremos.

“Si bien en cualquier momento se puede hacer esta revisión, el que sea a fin de año tiene una connotación más relacionada con un rito, lo que daría una motivación extra para fijarse aún más metas. Hay un deseo de renovación, de sentirse mejor, lo que ayuda a tener un mayor impulso en lo que se decide, de partir el año con una nueva energía”, asegura.

Según un estudio publicado en el Journal of Clinical Psychology, el 45% de los estadounidenses hacen promesas de fin de año pero solo el 8% las cumple. Y aunque en Chile no hay cifras similares, el Estudio Bienestar HOY 2022 arrojó que un 94% de los chilenos quiere incorporar nuevos hábitos en su vida para mejorar su bienestar.

Sin embargo, ese espíritu puede desaparecer tan rápido como llega, por lo que es clave hacer un plan concreto para conseguir las metas deseadas.

Objetivos realistas y al alcance de la mano

Las metas no suelen variar mucho de año en año. Varían entre tener una vida más sana, hacer más deporte o dedicarle tiempo a algún hobbie. Tampoco cambia mucho la exigencia que se pone en ellas y ahí radica la principal razón por la que nos cuesta tanto cumplirlas. Exigencia que en el caso de las mujeres muchas veces es altísima y se siente desde distintos lugares.

“Las mujeres nos exigimos más que los hombres ya que lo hacemos en más ámbitos y en nuestros múltiples roles”, explica Pérez. “Además de su desempeño profesional, se añaden las exigencias propias del cuidado de la familia, los hijos y el hogar que recaen con mayor intensidad en ellas, las relaciones sociales, el mantenimiento de lazos familiares y comunitarios, y eso sin contar con la presión de cómo nos vemos físicamente y la relación con el cuerpo”.

Según la experta, la mejor forma de construir nuevos hábitos es haciendo algo pequeño en esa dirección todos los días.

“Nos ponemos muchas metas muy ambiciosas, y poco después al no sentir avances, o si sentimos que el costo y la fuerza de voluntad requerida es muy alta, abandonamos. Es mejor ponernos menos metas, priorizar las más relevantes, en vez de sumar nuevos objetivos sin tomar en cuenta que nuestra atención y foco son limitados. Como se dice: ‘quien mucho abarca poco aprieta’”, explica.

Pérez aconseja aprovechar la motivación, pero también planificar. Lo primero, dice, es reducir ese listado. “En vez de tener 10 objetivos, proponernos tres, y estos objetivos asociarlos a un resultado comprobable. ¿Cómo sabremos que lo habremos cumplido? El tener objetivos claros y medibles para un periodo de tiempo nos ayudará a hacer un plan de acción y enfocar nuestra atención y tiempo en nuestras prioridades”, dice. Aconseja optar por algún mecanismo de autoevaluación para medir los resultados y así poder hacer un seguimiento durante el año.

Lo tercero es ir desarrollando hábitos que estén a favor de nuestros objetivos. “Grandes transformaciones vienen de pequeños cambios sostenidos en el tiempo”, dice. “Por eso la recomendación es ir avanzando. Haciendo un pequeño cambio manteniéndolo en el tiempo, no importa lo pequeño que sea. Que sea un cambio que sientas que eres capaz de mantener”, agrega.

Acumular horas de hábitos es fundamental para cumplir metas sin sobrecargar nuestra fuerza de voluntad, explica.

Para Rossi, la clave está en reflexionar de dónde vienen las metas que nos proponemos. “A veces hay objetivos que vienen impuestos por normas culturales. Va a depender mucho de cuán conectados estemos con nuestros deseos, qué es realmente lo que yo quiero más allá de lo que los demás quieran de mí”, explica.

Y la planificación, clave en este proceso, aconseja hacerla en consecuencia con los recursos y el tiempo del que dispongamos. “Si tengo un trabajo de 10 horas diarias, proponerme hacer deporte seis veces a la semana es una locura. Hay que tener una capacidad de reflexión, autobservación y contextualización. Empecemos por metas más pequeñas y alcanzables”, dice.

Es importante intentar no frustrarse si las metas no se logran, y reflexionar por qué no funcionaron o qué nos impide hacerlo. La psicóloga recomiendo verbalizarlo con alguien de confianza porque eso nos puede ayudar a entender qué pasó. “Todas y todos fracasamos, hay que normalizarlo porque es parte de la vida y del ser humano. A veces, el fracaso es una fuerza motivadora que nos lleva a hacer otras cosas”, explica.

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