
Aldo Mascareño (CEP): “La derecha está en su momentum”
El sociólogo e investigador senior del Centro de Estudios Públicos examina las cifras y principales tendencias que reveló la encuesta que se conoció esta semana. Sus conclusiones son tres, principalmente. Que hay una clara sintonía entre las necesidades y experiencias de las personas con el ideario de la derecha. Que la democracia está inquietantemente cuestionada. Y que hay un optimismo moderado que, cree, puede deberse a un "alivio" de que el actual gobierno termine.
Son varios los indicios que Aldo Mascareño -sociólogo e investigador senior del Centro de Estudios Públicos- ve para concluir que el sondeo que publicó esta semana el think tank es “favorable” para las ideas de centroderecha y derecha.
Por un lado, dice, que los temas más relevantes sean seguridad y crecimiento. Por otro, que en el último año del gobierno del Presidente Gabriel Boric -cuya aprobación cayó al 22% según esta encuesta- encuentra a las personas ávidas de explorar y con ansias de un cambio. Tanto así, afirma, que el “optimismo moderado” que él desprende del estudio podría deberse a un “alivio”, porque esta administración está terminando.
¿Es esta una encuesta favorable al ideario de la derecha? Muestra que seguridad y crecimiento deben ser las prioridades para los próximos 10 años...
Sí, yo diría que es favorable para las ideas de centroderecha y de derecha, porque la cuestión de la seguridad también ha sido impulsada por republicanos y libertarios. O sea, las dos cuestiones más importantes son la seguridad y el crecimiento, en ese orden, y en tercer lugar viene una aspiración de igualdad en la distribución. Esas tres cosas son las aspiraciones más fundamentales. Entonces, en ese sentido, hay una mayor cercanía doctrinaria con la centroderecha o el centro, incluso también con un centro político más socialdemócrata.
Pero que la seguridad sea la prioridad no es novedad...
O sea, no es novedad el hecho de que la delincuencia sea una preocupación general. Pero la seguridad hoy tiene una connotación distinta a la aspiración de seguridad de antes de la pandemia o del estallido.
¿Cómo es esa connotación actual de la seguridad?
Porque la situación delictual cambió. La sociedad era más segura en los años 2010, cuando existía el hampa. Ahora ya nadie habla del hampa, se habla del narco, del crimen organizado. El sentido de seguridad en aquella época era distinto al de ahora. Ahora es mucho más experiencial, es más vital, es mucho más ontológico, en el sentido de que te afecta lo más fundamental de tu experiencia cotidiana. Muchas conductas han cambiado, como no hablar con el celular en la calle, no pasar por ciertos sectores, volver a la casa temprano, o simplemente no salir. O sea, se han restringido muchas libertades públicas y ha habido cambios conductuales profundos.
Es un cambio cualitativo en términos de lo que la gente percibe como la necesidad de seguridad.
Exacto, y por eso el sentido de seguridad que partió en la derecha también se ha reconocido en los sectores de centro y de centroizquierda incluso.
¿Hay una derechización de la sociedad?
No diría que una derechización. Diría que las necesidades reales, ciertas angustias y experiencias reales coinciden con ese ideario que tradicionalmente la derecha ha defendido. Hay una mayor sintonía. Esa relación entre la izquierda y los públicos que tenía el Frente Amplio y desarrolló este gobierno -la relación con las particularidades, con las identidades, con los pueblos indígenas y la cuestión de género- se fraguó en el estallido y derivó en que Boric fuese elegido como Presidente. Ahí había una cierta sintonía entre ese ideario más de izquierda y un ideario y la experiencia más concreta de las personas. Pero esa sintonía cambió con el rechazo a la Constitución.
¿Y ante esto qué relato puede ofrecer la izquierda?
Tiene que ajustarse a esto, de hecho, lo ha hecho, han empezado a incorporar ese tipo de cuestiones. O sea, el gobierno llegó a proponer que los inmigrantes no votaran, y se ha mantenido el estado de excepción en La Araucanía.
Ahora, esta sintonía entre las aspiraciones o las necesidades de las personas y el ideario de la derecha es algo momentáneo o circunstancial. Los vientos pueden cambiar...
Eso es tan cierto que si uno piensa, por ejemplo, al final del segundo gobierno de Bachelet, las expectativas de la gente eran de elegir a alguien que gestionara bien, porque ese gobierno de Bachelet no había tenido una buena gestión y terminaba con baja aprobación, sumado a la carga que significó el caso Caval. Vino la gestión de Piñera, pero ocurrió el estallido, se le acabó ese programa y tuvo que hacer otro. Y ahí cambia todo otra vez. Luego se produce durante la Convención esta explosión de los independientes, apareció la Lista del Pueblo. La cosa se giró durante un año, un año y medio, hacia la izquierda, pero solo meses después republicanos ganó el Consejo Constitucional y ahora eso se mantiene. Este es un momento, efectivamente, en el cual hay una sintonía entre las conductas y necesidades reales, entre la experiencia de las personas, y esta posibilidad de una oferta de la derecha que haga más sintonía.
¿La derecha está en un momentum?
La derecha está en su momentum. Esa es una bonita forma de expresarlo. Pero como tú dices, esto puede cambiar a la siguiente vuelta. La gente está explorando, está apostando, porque las instituciones democráticas han mostrado ciertos límites.
Siempre parece que el giro en la relación entre la doctrina de un determinado sector y la experiencia de las personas va a ser así. Y lo que no se ha aprendido es que cambia constantemente, y que ahora hay una oportunidad. La derecha además tiene esa autoinmunidad histórica de hacerse autogoles a sí misma, de dividirse.
Parece extraño que existan dos derechas en el extremo, la de Kaiser y la de Kast. Deberían juntarse. Esa es la lógica política que uno esperaría que aconteciera. Y ya, si no se puede, hacer un acuerdo programático o parlamentario, aunque no sea doctrinario, entre republicanos y libertarios. Pero la autoinmunidad es más fuerte muchas veces.
Usted planteaba que las instituciones democráticas están mostrando límites. Hay un dato que tiene que ver con eso y es que subió del 31% al 34% los que dicen que les da lo mismo un régimen democrático o autoritario.
Si hay un dato de la encuesta que sea preocupante y que llame la atención es ese. Porque este optimismo relativamente moderado con la situación económica no se condice con la situación política, y ahí entran estos indiferentes que uno podría llamarles, en el plano de las preferencias sobre las formas de gobierno. Estos se han expandido durante los últimos años. A esto se le suma la baja de la valoración de la democracia como preferible a cualquier otra forma de gobierno. Ha bajado 20 puntos desde diciembre de 2019...
Cuando hablamos de esta democracia, ¿a qué tipo nos estamos refiriendo? Porque puede ir desde la dimensión más mínima -que los gobernantes sean elegidos por los gobernados-, hasta una concepción más amplia.
Al menos la mínima es mejor que menos que eso. Que haya elecciones periódicas y alternancia en el gobierno, esa democracia que se llama Schumpeteriana, es una condición fundamental que deberíamos tratar de mantener.
Pero imagino que cuando dice que es preocupante se refiere a algo más que eso...
Me refiero a algo más que eso, porque eso se ha mantenido durante los últimos 35 años al menos. Pero claro, con democracia uno piensa en una democracia liberal, donde haya libertades públicas y privadas. También, idealmente, uno se imagina un espacio político donde existan acuerdos, donde exista deliberación, donde exista un compromiso de las personas con la política. Esas cosas, por ejemplo, no existen y por eso han crecido los indiferentes, a quienes les da lo mismo la forma de gobierno.
¿Dónde están y quiénes son esos indiferentes?
Es un fenómeno más general, pero está más concentrado en Santiago, porque hay más gente. Son fundamentalmente personas de nivel social más bajo, tendencialmente son un poco más mujeres que hombres. Tienen mayor confianza en la Iglesia Católica, son más religiosos, lo que es bien lógico en el sentido de que hay algo que te entrega un fundamento más seguro, porque ni las instituciones sociales ni la democracia ni la autoridad te entregan ese orden. Entonces les da lo mismo la forma de gobierno, pero en la religión hay algo en lo cual yo me puedo anclar, en lo cual me puedo sujetar. Son personas que en general piensan que Chile está en decadencia. Es un grupo de personas que requiere seguridad, porque no la está obteniendo de ninguna parte, ni de las instituciones sociales o de la política o de la forma de gobierno, y eso hace que sea mucho más susceptible a ofertas más extremas, más radicales, a la imposición de la pena de muerte, a restringir más la libertad.
A pesar de este panorama que puede verse medio gris, usted asegura que la encuesta muestra un optimismo moderado. ¿En qué se ve?
Sí, hay datos que vienen de las preguntas por la situación económica propia y del país actual y futura, y por la situación política. Y en general hay una impresión de un estancamiento. No es que la gente piense que va a mejorar, sino que en realidad no va a cambiar. Que la cosa va a estar más o menos estancada, pareja o estable.
Por otro lado, la gente piensa también en términos de sus expectativas de vida que hay una mayor satisfacción con la vida personal, con las relaciones interpersonales, con la gente que tú conoces. O sea, el mundo interno funciona y el problema está allá afuera, en las instituciones, en la inseguridad.
Eso no es novedad, ¿es lo que fundamenta este optimismo moderado?
No, el optimismo moderado está en el hecho de que esa tendencia a la baja sobre las expectativas económicas se ha mantenido y no ha aumentado, y en el hecho también de que este año es el último año del gobierno. La experiencia que ha tenido la gente con este gobierno no ha sido lo que esperaban, entonces este último año se produce una sensación de “ya, estamos saliendo de esta situación” y viene un cambio de ciclo. Podemos no saber que el próximo gobierno eventualmente será mejor, pero sí que este ciclo se está terminando.
¿Hay alivio de que el gobierno de Boric termine?
Sí, buena parte de estas expectativas, especialmente las más de futuro, de que las condiciones fundamentalmente económicas comiencen a mejorar, está en el hecho de que hay alivio de que se termine este ciclo de gobierno y en las perspectivas de un cambio.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
4.
Contenido y experiencias todo el año🎁
Promo Día de la MadreDigital + LT Beneficios $3.990/mes por 6 meses SUSCRÍBETE