Histórico plebiscito y 50% de participación: Chile aprueba por amplia mayoría tener una nueva Constitución

El Apruebo se impuso con un 78%, frente a un 21% del Rechazo. La convención constitucional, en tanto, recibió un 79% de las preferencias, mientras que la mixta, un 20%. En la consulta nacional votaron siete millones 459 mil personas, la mitad del padrón electoral, tal como para la primera vuelta de la presidencial de 2013.


Algunos incidentes menores en Plaza Italia durante la tarde y una concentración de personas que fue creciendo en ese lugar a partir de las 18.00, en medio de banderas, lienzos y ya -a diferencia de lo que había ocurrido más temprano, con algunos incidentes aislados- sin enfrentamientos con Carabineros.

Ese era el escenario que se vivía este domingo en la histórica jornada del plebiscito constitucional: la tan temida violencia -que preocupaba a varios partidos políticos y que, incluso, era vaticinada por los sectores más conservadores como un elemento que podría amenazar el desarrollo del proceso eleccionario- no fue tal y estuvo, más bien, contenida y aislada. Con el pasar de las horas, además, una masiva concentración en Plaza Italia se hacía cada vez más grande a partir de las 21.00, cuando millones de chilenos ya habían acudido a las urnas en una jornada que desde temprano daba señales de una alta participación, especialmente por parte de los jóvenes.

Las imágenes de largas filas afuera de los centros de votación alimentaban esa percepción. Y si bien esas escenas estaban influenciadas por las normas sanitarias, que impedían aglomeraciones de personas al interior de los recintos, desde distintos sectores ya proyectaban una participación que superaría los ocho millones de personas.

Al final del día, en definitiva, se constataba en hechos lo que se había apreciado en dos escenas simbólicas: esas largas filas de votantes y los resultados que se habían logrado en Nueva Zelanda -donde se inició el proceso para los chilenos en el extranjero- y Australia: en esos países se impuso el Apruebo por 93% y 84%, respectivamente. Y pasadas las 21.20, los primeros cómputos oficiales del Servel daban cuenta -con un 27% de las mesas escrutadas- de un 77% para el Apruebo y 23% para el Rechazo.

A esas alturas, el número de chilenos reunidos en Plaza Italia crecía. Y en diversas ciudades de Chile se producían numerosas manifestaciones pacíficas de celebración, lo que fortalecía la sensación instalada en esos momentos en el gobierno, el oficialismo y la oposición: que el plebiscito tuvo un desarrollo exitoso y sin hechos de violencia. Las escenas de celebración a lo largo de Chile se repetían, mientras el Servel seguía actualizando las cifras: el último balance, con casi un 100% de las mesas escrutadas, daba un 78,3% para el Apruebo y un 21,7% para el Rechazo, mientras que respecto del mecanismo, la convención constitucional recibió un 79% de las adhesiones y la convención mixta, un 21%.

Desde el Servel proyectaban durante el día que esta sería la elección con mayor votación desde la instauración del voto voluntario (2012). Sin embargo, el balance final daba cuenta de una votación de siete millones 545 mil personas, un 50,8% del padrón total de 14 millones 855 mil.

Así, prácticamente igualó el 50,9% de participación que tuvo la primera vuelta de la elección presidencial de 2013. Para tener otra comparación, además, en los comicios presidenciales de 2017, con un padrón de 14 millones 308 mil personas, votó un 46,6% (seis millones 674 mil personas). En la segunda vuelta, en tanto, votaron poco más de siete millones, un 49% del padrón.

Sin embargo, la consulta nacional se dio en medio de un inédito escenario de pandemia. Y pese a eso, se logró una alta participación, un elemento que era considerado clave para la legitimidad del plebiscito.

Los recuentos, que se difundían a través de distintos medios, eran vistos con atención en La Moneda -donde se vivió una intensa jornada - y en los distintos comandos. Por un lado, el oficialismo esperaba los resultados dividido entre dos lugares en Santiago: el comando del Rechazo en una oficina en la calle Santa María, en Providencia; el Apruebo de RN en el hotel Courtyard, en Las Condes, y Evópoli en la sede de Horizontal. Y, por otro lado, el escenario se repetía en el caso de la oposición, que se dividió entre Unidad Constituyente en las calles París y Londres; el Frente Amplio en la sede de Revolución Democrática, en Bilbao, y el PC en la sede del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz, en el barrio Brasil. En ambos bloques, en todo caso, se lograron finalmente algunas señales de unidad, cuando varios dirigentes terminaron reuniéndose.

Para ellos se abre ahora un desafío de mayor complejidad, como la disputa por la convención constitucional, las negociaciones para las candidaturas a esa instancia y, especialmente, qué peso tendrá cada sector político -y los independientes- en ese órgano, cuyo primer hito será el próximo 11 de abril, la siguiente elección luego de un plebiscito lleno de simbolismos: el mayor de ellos, que haya ocurrido exactamente un año después de la manifestación más masiva en democracia, cuando más de un millón 200 mil personas se congregaron en Plaza Italia y sus alrededores el 25 de octubre de 2019, una semana después del inicio del estallido social que provocó que el mundo político lograra -en esa también histórica noche del 15 de noviembre- un acuerdo transversal, el primer paso que se daba para rehacer -si así se confirma en el referéndum que se debe realizar al final del proceso constituyente- la Constitución del país.

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