Cuánto facilita la vida una máquina de pan

Ilustración: César Mejías.

¿Estos electrodomésticos lograrán reemplazar a la panadería del barrio? Algunas usuarias satisfechas —que la usan para no salir a comprar— y un panadero de linaje dan sus respuestas.




Estoy en una disyuntiva. Cada vez me gusta más el pan, un hábito que he adquirido con el tiempo. En mi caso es cultural: vengo de un país donde más que pan se come arepa, que es algo que nunca falta en mi casa. Más ahora cuando la harina de maíz se consigue en casi todos lados, afortunadamente. Pero la marraqueta y la hallulla se ganaron un buen lugar como sensuales opciones para el desayuno. Sobre todo la marraqueta con palta que, para los que no sabían, es un pan vegano, hecho sin ningún tipo de ingrediente animal.

Después, mi barrio se llenó de panaderías un poco más gourmet, con panes sofisticados de masa madre, semillas y especias. Y con la vuelta de las cuarentenas, los permisos reducidos y las pocas ganas que dan de salir con las nuevas cepas rondando por ahí, me pregunto: ¿ya es hora de comprar mi máquina para hacer el pan en casa?

Algo parecido le pasó a Elsa Hevia, una mujer jubilada, el año pasado. Ella se había prometido no comer más carbohidratos y empezó una dieta rigurosa, guiada por una nutricionista, en las que el pan, las sopaipillas y los calzones rotos estaban prohibidos. Pero cuando decretaron cuarentena obligatoria el año pasado, entró en una depresión profunda.

Ya no quería más verduras al vapor ni jugos verdes. Entonces una amiga de Facebook le mandó un link que ella encontró increíble: un video de YouTube donde le explicaban cómo funcionaba una máquina para hacer pan. Sin pensarlo, ni preguntárselo a nadie, compró por internet la máquina de pan Pain Doré Moulinex, que permite hacer panes de 500, 750 y 1000g.

Máquina de pan Moulinex Pain Douré


“Recaí en las harinas, pero no me arrepiento de nada. Lo dejo haciéndose en la noche y lo programo para que quede listo en las mañanas, cuando sale un olor a pan que me recuerda mucho a mi infancia, a esos desayunos familiares en la casa. Yo necesitaba un poquito de alegría y como dice el dicho: ‘no hay pan duro; hay día duro sin pan’”, cuenta.

Eso sí, ella usa harinas alternativas, integrales y hasta semillas. “Trato de hacerlo lo más natural posible, sanito, para no tener culpa”. Los panes los acompaña con mermelada light y está feliz. “Además, no tengo que salir a ninguna parte a comprar, porque me moría de miedo hasta mirar por la ventana con el bicho dando vueltas. Lo que aprendí a hacer ahora es el pan francés, que es un poco más esponjoso que la marraqueta, y se puede hacer con harina integral y sin azúcar”, recomienda. “Yo uso súper poca sal y eso es una ventaja, porque uno no sabe lo que está comiendo cuando compra en la calle, te pueden decir que es sanito, pero quién sabe”.

Marisol Esturillo (60), por otro lado, cuenta que es dueña de casa obligada. Junto a su marido, Marcelo, trabajaban en su empresa de confecciones de uniformes escolares, pero la producción está parada por la contingencia. Una buena forma de pasar el tiempo para ellos, y entretenerse en la casa, es cocinar y comer. Tiene una máquina para hacer pan hace 8 años, cuenta, pero no la usaban muy seguido hasta que arribó la pandemia.

Máquina de pan Recco RMP-1129S


“Habían temporadas donde no la utilizaba, pero con esto del covid la desempolvamos”, dice. “Es mejor hacer el pan en la casa que salir a arriesgarse”. Es una Recco, en la que ella hace pan y Marcelo queque. “No sabe igual a la marraqueta, tampoco es como ir a la panadería, pero de errores se aprende y de a poco una va encontrando la receta ideal”, dice. Ahora, por ejemplo, el pan le está quedando con la corteza más crujiente.

Su receta infalible, cuenta, es sencilla: usa medio kilo de harina sin polvos de hornear, 365 ml de agua, dos cucharadas grandes de aceite, una medida pequeña de sal, otra de azúcar, dos de levadura en polvo, y listo. En tres horas su pan está listo. “Lo hice después de mucho ensayar”, dice.

Su marido hace queque en la misma máquina. Para eso usa un yogur light natural o de vainilla, y en el mismo envase pone tres medidas de harina, dos de azúcar, una cucharada de aceite y tres huevos. “Siempre es mejor usar la harina con polvos y cernirla, porque sino el queque se apelmaza. Hay que seguir esa regla y queda increíble el producto final”, agrega ella. “El tip secreto es ponerle ralladura de limón, aunque de secreto no tiene nada; es un clásico”, agrega.

Eso sí, la pareja cuenta que intentaron hacer masa para empanadas en septiembre del 2020 y fue un fracaso. Lo mismo le pasó a su hija, que trató de hacer pretzels con una receta que pilló en internet, y tampoco le resultó. “Para el pan y el queque, mi calificación es un siete. A veces también les pongo semillas, pero me voy a la segura, no me gusta hacer muchas variaciones; ya logré que la superficie quedara crujiente”, cuenta orgullosa.

Marisol avisa que, una vez listo, no hay que cortar el pan del todo, porque se pone duro. “Yo lo tapo con un paño de tela y una bolsa para que mantenga la humedad y no se ponga latigudo. Tampoco recomiendo rebanarlo entero, sino solo lo que voy necesitando, para que no se endurezca”, aconseja.

Pero, ¿efectivamente un pan de máquina doméstica reemplazaría al de una panadería? Daniel Ferreira (37) dedica buena parte de su tiempo a hacer pan. No es su principal ocupación, pero sí es la de su familia: sus padres y abuelos fueron panaderos. Actualmente, sube material visual de lo que produce en su cuenta de Instagram, donde comparte imágenes de los procesos de amasado, horneado y, por supuesto, unos resultados que a la vista lucen tentadores.

“Me parece que las máquinas de pan en casa son un aporte para mejorar la calidad de pan que se consume en los hogares”, dice. Recomienda que se use masa madre, que sí, es compatible con estas máquinas. El único contra es que así el proceso será más lento, ya que hay que esperar a que la fermentación esté lista.

Máquina de pan FDV Notre Dame

La máquina de pan Notre Dame, de FDV, tiene un programa especial para cocinar con masa madre.

“Estas máquinas son sencillas, y lo que se debe discutir hoy es la elección de los ingredientes con los que se hace”, afirma. Pero, ¿qué es más saludable: comprarlo en la panadería o hacerlo en casa? “Para mí, el pan saludable es el que respeta los procesos”, dice Daniel, un romántico del oficio. “Puede ser realizado con levadura comercial o con masa madre, pero lo importante es que tenga un trabajo dedicado en darle el tiempo que necesita el pan para ser un alimento”.

Por ahora, yo sigo comprando la marraqueta en la esquina. Me engaño sacándole la miga antes de tostarla, aunque pienso que con la cantidad de malas noticias dando vueltas por todo lados, quizá no es momento de ser tan severo con uno mismo. Y sí creo que, puertas adentro, hacer pan, solo o en familia, puede resultar una buena actividad: te saca de la rutina e incluso puede ser hasta relajante. El blog de Nana González dice que esto sería una forma de meditar, sin realmente estar meditando. Matar dos pájaros de un solo tiro.


*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 8 de abril de 2021. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.

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