Arte, opioides, y responsabilidad corporativa

"Los Slacker están envueltos en el caso más complejo y relevante en la historia de la responsabilidad corporativa: están acusados de plantar las semillas de la epidemia de opioides, mediante una comercialización agresiva del OxyContin, y de esconder e ignorar la evidencia contundente sobre su abuso significativo y altos niveles de adicción".


Uno de los recuerdos más especiales que tengo es mi impresión cuando, por primera vez, entré a la galería 131 del Metropolitan Museum of Art (MET). Tenía 15 años y estaba recorriendo la Costa Este de Estados Unidos con mis papás. Quienes han ido al MET saben lo impresionante que es esta galería: un espacio enorme, de techos altísimos y una vista espectacular del Central Park. En medio de este lugar está el Templo de Dendur. Este fue traído pieza por pieza en barco desde Alexandría al puerto de Brooklyn para luego ser trasladado a Manhattan y reconstruido en el museo. A mis 15 años y viniendo de Chile, me enamoré de esa galería, del museo, y de la ciudad, y me prometí a mi misma que algún día volvería a vivir ahí.

15 años después, y ya instalada estudiando en Nueva York, me tocó estar en el lanzamiento del libro Deaths of Despair and the Future of Capitalism, de la economista Anne Case y el ganador del Premio Nobel Angus Deaton, ambos profesores en la Universidad de Princeton. En este, los autores documentan el dramático aumento de las tasas de mortalidad por suicidio, sobredosis de drogas, y enfermedad hepática alcohólica, lo que ellos denominan “muertes por desesperación”. Esta crisis ha afectado en forma desproporcionada a la clase trabajadora, en particular a los americanos blancos sin educación superior. Los autores calculan que las muertes derivadas de esta crisis son comparables a las del SIDA y la gran pandemia de influenza de 1918. Cerca de un 35% de estas muertes se deben a sobredosis de OxyContin, un analgésico altamente adictivo, que se vende bajo receta médica.

¿Cuál es la conexión entre estas dos historias, más allá de haber ocurrido en Nueva York? La adquisición y traslado del templo, y la construcción del ala egipcia del MET fue financiada por la familia Slacker, razón por lo que lleva su nombre: Slacker Wing for Egyptian Art. Según Forbes, los Sackler son una de las familias más ricas de Estados Unidos, con un patrimonio de trece mil millones de dólares, superando a los Rockefeller o los Mellon. Sin embargo, su fortuna es mucho más reciente: la familia es dueña de Purdue Pharma, laboratorio que desarrolló el OxyContin, y que solo por la venta de ese medicamento ha generado unos treinta y cinco mil millones de dólares en ingresos. No obstante, después de casi 50 años y según fue anunciado por la administración del museo en diciembre de 2021, el nombre de la familia Slacker tiene sus días contados en el MET.

Los Slacker están envueltos en el caso más complejo y relevante en la historia de la responsabilidad corporativa: están acusados de plantar las semillas de la epidemia de opioides, mediante una comercialización agresiva del OxyContin, y de esconder e ignorar la evidencia contundente sobre su abuso significativo y altos niveles de adicción. Sin embargo, y a pesar del consenso que existe de la responsabilidad de los Slacker, no existe una institucionalidad que presente un camino natural para resolver este tipo de abusos y, como muchos problemas corporativos en Estados Unidos, terminará por resolverse en el sistema de quiebras. La decisión del MET llegó en un momento clave en que se han revocado decisiones judiciales, caído acuerdos con los demandantes, y en el que más presión es necesaria para terminar finalmente con una disputa que tanto dolor ha causado en ese país.

Es complejo detectar estos casos de abuso a tiempo, ya que se relacionan directamente con el corazón del modelo de negocios de una empresa. Y pareciera que tampoco es deseable tener una regulación que ataque directamente la libertad que estas tienen para producir productos nuevos e innovadores o modificar la forma en que producen y comercializan sus productos. Es por eso que, una vez más, es clave que los empresarios, directores, y trabajadores se cuestionen en todo momento sus modelos de negocio, y en especial que estén atentos y cambios en la información y la evolución de sus prácticas comerciales. Pero también es importante tener jueces bien formados, que entiendan la complejidad de los negocios de empresas que están en el espacio de productos complejos y donde la delgada línea entre la responsabilidad corporativa y haber tomado un legítimo riesgo de negocio es difícil de definir.

Trato de pasar por este museo cada vez que voy a Nueva York. Está por verse lo que dirá la justicia, pero todo indica que los Slacker no verán más su nombre en una de mis alas favoritas del MET.

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