La columna de Arturo Cifuentes: “De presidentes y socavones”

Arturo-Cifuentes

Si bien la ineptitud de este gobierno está avalada por una amplia evidencia empírica, el tratar de tapar un hoyo y terminar creando otro, marca un nuevo récord de incompetencia


En marzo de 1971, Salvador Allende anunció que la conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo se efectuaría en Chile en abril del año siguiente. Como Chile no contaba con ningún recinto capaz de albergar a 3.000 delegados, el gobierno decidió construir un edificio para tal evento. Y lo consiguió. El edificio hoy conocido como Gabriela Mistral se inauguró el 3 de abril de 1972. Su construcción tomó 275 días: una hazaña organizacional e ingenieril extraordinaria.

El 5 de agosto de 2010 un derrumbe en la mina San José dejó a 33 mineros atrapados a 600 metros de profundidad. El gobierno de Sebastián Piñera lideró el esfuerzo para rescatarlos. Primero, se hizo un pozo con máquinas perforadoras de alto poderío para establecer contacto con ellos, los que respondieron con el famoso “estamos bien en el refugio los 33.” La segunda etapa, más compleja, concluyó exitosamente el 13 de octubre—69 días después del derrumbe—con el rescate del último minero. Esta operación, nuevamente, constituyó un despliegue logístico extraordinario, donde participaron desde ingenieros hasta médicos, y requirió, entre otras cosas, diseñar una cápsula especial para subir a los mineros a la superficie a través de un túnel vertical.

A Gabriel Boric le tocó un desafío menos complicado. El 22 de agosto una lluvia intensa provocó un deslizamiento de tierra que dejó un socavón de 70 metros en la proximidad de un edificio del sector Concón-Reñaca. A los pocos días, un mal pensado intento por mitigar la situación, junto con otra lluvia, generó un segundo socavón que afectó a dos edificios más. La Delegada Presidencial (Sofia González) culpó al cambio climático, emitió una orden de evacuación que dejó a cientos de familias sin hogar, y “cerró” el área comprometida con lo que llamó un perímetro de seguridad. Irónicamente, la seguridad no fue tal: un edificio fue saqueado (y vandalizado) totalmente, y otro en forma parcial.

Lo concreto es que a cuatro meses de esta tragedia, no solo los socavones siguen sin repararse, sino que tampoco el gobierno ha sido capaz de anunciar un plan para resolver el problema. Un problema que no fue creado por los residentes sino que por la negligencia del MOP. Convengamos que tapar socavones no requiere innovaciones tecnológicas. Es un asunto bien estudiado y entendido por la ingeniería geotécnica.

En el contexto de los desafíos que enfrenta Chile, puede parecer absurdo focalizarse en una tragedia que “solo” afecta a unas 300 familias. Pero eso sería incorrecto. Lo relevante es que si bien la ineptitud de este gobierno está avalada por una amplia evidencia empírica, el tratar de tapar un hoyo y terminar creando otro, marca un nuevo récord de incompetencia. ¿Cuántos socavones más irán a dejar estos estudiantes que juegan a ser gobernantes?

El autor es investigador principal en Clapes UC.

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