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Agricultores argentinos ven tiempos difíciles por delante con los peronistas preparados para la victoria

Es probable que las elecciones del 27 de octubre traigan de vuelta la tradición política que ha gravado los recursos y la paciencia del campo.

Una subasta de ganado en Jesús María en la provincia de Córdoba a principios de septiembre. Foto: The Wall Street Journal.

Hace unos meses, las cosas estaban mejorando para Gabriel de Raedemaeker, un agricultor de 52 años que estaba en camino de registrar una cosecha récord.

Planeaba invertir en costosos equipos nuevos para plantar semillas y aplicar fertilizantes al trigo, el maíz y la soya que cultiva en su granja de 1.700 acres. Esperaba pronto volver a comprar ganado, después de haber vendido su rebaño con una fuerte pérdida en 2011 debido a las restricciones a la exportación implementadas por el gobierno populista en el poder en ese momento.

Ahora el optimismo de de Raedemaeker se ha ido ya que el movimiento nacional peronista está a punto de regresar al poder bajo el alero del candidato presidencial Alberto Fernández y su compañera de fórmula, la ex presidenta Cristina Kirchner. El corazón de Argentina, conocido por sus campos de ganado y granos, se está preparando para el regreso de políticas duras que desencadenaron una gran revuelta hace una década entre los agricultores y ganaderos.

El probable ascenso de Fernández, el claro favorito para ganar las elecciones presidenciales del 27 de octubre, ha sacudido a Wall Street y a los seguidores pro-empresariales del presidente Mauricio Macri. Pero la angustia por el futuro político de Argentina es más fuerte aquí en las llanuras abiertas y los pastos verdes que alguna vez hicieron de este país uno de los más ricos del mundo.

"Se teme regresar a un clima de confrontación", dijo de Raedemaeker en su granja, donde los perros cazan liebres mientras los caranchos, un ave de presa sudamericana, se posan en los postes de la cerca. Decidió no plantar maíz a fin de año, sin saber si el cultivo será rentable cuando llegue el momento de la cosecha bajo la próxima administración.

"Simplemente no sé si voy a poder vender libremente con un nuevo gobierno", explicó.

En la votación primaria de agosto que confirmó la creciente estatura de Fernández, esta provincia, Córdoba, fue la única que ganó Macri, con los votantes aquí aparentemente dispuestos a descontar la creciente inflación y el estancamiento económico que condenaron las posibilidades de Macri en otros lugares.

Fernández quiere superar la desconfianza rural. Recientemente pidió a las asociaciones agrícolas más grandes de Argentina que dejen de lado las amargas relaciones con los peronistas y trabajen con él para impulsar la economía si es elegido.

Algunos aquí dicen que con Fernández, los agricultores y los peronistas pueden encontrar puntos en común.

"El campo es fundamental para encender la economía y comenzar a crecer nuevamente", escribió en Twitter a fines de agosto después de reunirse con los grupos agrícolas. "Hemos dejado atrás nuestros desacuerdos".

Carlos Garetto, el ex jefe de la federación de agricultura de Coninagro, señaló que Fernández había sido moderado en negociaciones pasadas con los "ruralistas", como se conoce aquí a los ganaderos y agricultores. Sin embargo, si gana el cargo y promulga impuestos más altos y estrictos controles de exportación, esta región se levantará.

"El campo reaccionaría a eso", expresó. "Y saben, por experiencia, que los agricultores pueden defender su posición".

Muchos agricultores no están convencidos de que los peronistas sean moderados. Les preocupa que se vean afectados por mayores impuestos a las exportaciones agrícolas, una política que puso a la Sra. Kirchner en enfrentamientos con el cinturón agrícola, ya que con los problemas de liquidez la próxima administración buscará divisas en medio de la posibilidad de incumplimiento. También les preocupa que los controles de precios puedan usarse para calmar la ira por el aumento de los costos de los alimentos entre los votantes urbanos.

Como presidenta de 2007 a 2015, Kirchner acusó a los agricultores de ser oligarcas y golpistas sin interés en los pobres. Ella comparó la soya, la principal fuente de exportación del país, con las malezas. Y mientras se postula como compañera de fórmula vicepresidencial de Fernández, ella lidera la lealtad de la base izquierdista de los peronistas.

"Son anti-agricultores", dijo Walter Orodá, un ganadero en Córdoba. "Piensan que el campo es una fuente inagotable de recursos para exprimir".

Durante sus 12 años en el poder, Kirchner y su difunto esposo y predecesor, Nestor Kirchner, golpearon a los productores de granos con controles de precios y altos impuestos a la exportación para financiar un aumento en el gasto público y los programas de bienestar. Para mantener bajos los precios de los alimentos, limitaron las exportaciones de carne de vacuno, causando una fuerte disminución en la producción de carne, ya que la cantidad de ganado se redujo en unos 10 millones, según los grupos de la industria.

"Casi pierdo la granja, prácticamente me quedé sin nada", señaló Victoriano Lucentti, un ranchero que apoya a Macri.

Al final del mandato de Cristina, Argentina, una vez el tercer mayor exportador mundial de carne vacuna, exportaba una cuarta parte de lo que envió al extranjero una década antes. Sus exportaciones de carne se quedaron atrás de naciones mucho más pequeñas como Uruguay, Nueva Zelanda y Bielorrusia, según cifras del Departamento de Agricultura de EEUU.

La ira aumentó en 2008 cuando Kirchner trató de aplicar un impuesto de escala variable a las exportaciones de soja. Los agricultores bloquearon carreteras y puentes, deteniendo la exportación de granos. Fernández, entonces jefe de gabinete de la Sra. Kirchner, renunció. El Congreso rechazó el impuesto.

En sus memorias, Kirchner dice que la revuelta la afectó profundamente, y escribió que sus oponentes rurales estaban llenos de "machismo extremo".

Después de asumir el cargo en 2015, Macri eliminó rápidamente los impuestos a la exportación de carne de vacuno y maíz, y redujo los impuestos a la soja. Argentina abrió nuevos mercados, estimulando a los agricultores a plantar más.

Los agricultores que le dieron una gran ovación a Macri en una conferencia reciente en Buenos Aires dicen que el presidente ha estado estableciendo su sector para el crecimiento a largo plazo. Argentina y otras naciones sudamericanas llegaron recientemente a un acuerdo comercial con la Unión Europea. Pero algunos temen que un nuevo gobierno intente alterar sus términos luego de que Fernández criticara duramente el acuerdo.

No todo ha ido bien para los agricultores y ganaderos con Macri. Al igual que otros argentinos, están lidiando con una tasa de inflación anual del 55%, un colapso en el consumo y una fuerte devaluación del peso. Para reducir el déficit, el año pasado el gobierno restableció los impuestos a la exportación de granos después de buscar un rescate de US$57 mil millones del Fondo Monetario Internacional. Y el gobierno de Macri implementó recientemente controles de divisas.

El año pasado, Victor Giordana, propietario de un negocio agrícola, detuvo las operaciones de una planta de etanol que es abastecida por el maíz que cultiva. La operación de la planta se volvió inviable después de que el Banco Central aumentó las tasas de interés a alrededor del 70%, prácticamente cortando el acceso al crédito, dijo.

"Hoy, por primera vez, siento desesperanza", escribió a Macri en una carta criticando las políticas gubernamentales. "Mi preocupación es que otro fracaso llevará de regreso al poder de los ladrones que nos gobernaron durante tantas décadas".

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