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El origen del malestar: ¿éxito del capitalismo, clasismo, incapacidad de los políticos o deseos insatisfechos?

Tres paneles para discutir sobre tres temas diferentes, pero con un tema que cruzó todos los debates: ¿cómo se explica el actual malestar que expresa la sociedad chilena y dónde está su origen?

La convocatoria, realizada por las radios Duna y Zero para celebrar sus 20 años, reunió en el público a diversos políticos y empresarios que también tuvieron la oportunidad de intervenir en la conversación y plantear sus propias interrogantes.

El ex presidente de la CPC Andrés Santa Cruz, el presidente de Colbún Bernardo Larraín Matte, el director de Icare Guillermo Tagle, Daniel Fernández, Óscar Guillermo Garretón y los diputados Pedro Browne, Jaime Bellolio y Ernesto Silva, fueron algunos de los asistentes.

Aunque ninguno de los seis expositores negó la existencia de una crisis política y de confianza, la magnitud y de dónde nacía sí fueron materia de discrepancia.

Los enfoques también fueron diferentes: mientras Carlos Peña apuntó a los efectos del proceso de modernización capitalista y Harald Beyer a la incapacidad de satisfacer  demandas específicas de la población, Felipe Berríos y Andrés Benítez buscaron las causas en el clasismo y la desigualdad de la sociedad. Por su parte, Giorgio Jackson y Juan Pablo Swett apuntaron a la necesidad de movilizarse ante la cuestionable reacción del mundo político a las solicitudes de la sociedad civil.

Los efectos de la “fantasía” de la modernización capitalista

El debate partió con una pregunta clara: ¿estaba Chile al borde del despeñadero, o caminaba a paso seguro al progreso y el desarrollo?

Con esa interrogante como puntapié inicial, Carlos Peña y Harald Beyer sacaron lo mejor de su argumentación para responder.

El rector de la UDP sostuvo que se vivía un “desasosiego y disonancia” producido por la ruptura que existe entre los ideales capitalistas y la capacidad de las instituciones de satisfacerlos. Además, planteó que la gente se tomó en serio estos ideales, siendo los jóvenes movilizados su mayor exponente, representados principalmente por la idea de meritocracia.

Por su parte, el director del CEP sostuvo que este proceso de modernización respondía a un proceso de “consolidación de la democracia” y que no constituía un problema en sí mismo.

También planteó que el  origen del malestar estaría en cómo hay demandas de carácter específico -como las referidas a materia educacional- que no han podido ser resueltas de buena manera. Y pese al diagnóstico de crisis política y malestar, resaltó que según diferentes encuestas los chilenos dicen estar satisfechos con sus vidas.

Cuando se abrieron las preguntas a los panelistas se les consultó cuál creían que sería el desenlace de la crisis. Además, hubo un comentado intercambio de opiniones entre Peña y el empresario Álvaro Saieh.

El debate sobre el clasismo y sus implicancias

El debate partió recordando una anécdota que situaba a los dos panelistas en veredas opuestas: cuando el sacerdote jesuita Felipe Berríos criticó públicamente a las universidades “cota mil”, una de ellas, dirigida por Andrés Benítez.

Las diferencias se hicieron notar durante una conversación que giró en torno a  qué tan innato era el clasismo en el ser humano y cómo éste estaba profundamente arraigado en nuestra sociedad.

La tesis del jesuita trató sobre cómo toda la población, independiente de su clase social, tiene incorporada la idea de clasismo y evita si como mezclarse y vivir en comunidad. Descartó que fuera natural en los seres humanos ser clasistas.

Benítez, en cambio, dijo que a su juicio el diferenciarse era algo propio de la humanidad.

Una de las preguntas dirigidas a los panelistas fue: ¿por qué a Berríos le gustan los pobres y a Benítez los ricos?

Ante ella, el rector de la UAI puso énfasis en que ambos mundos eran caracterizaciones extremas y que era en la clase media donde se encontraba la gran mayoría del país.

Una idea que sí fue compartida fue que gran parte del problema radicaba en que hoy todo es solitario y no solidario.

Berríos por su parte, también advirtió clasismo al interior de la Iglesia y del sistema económico.

El “error” de la clase política de no interpretar el sentir ciudadano

El tercer y último panel tuvo de todo: se habló de derechos de propiedad, de las movilizaciones de los estudiantes y camioneros, de reforma laboral, de emprendimiento, inversión y del rol de los políticos frente a la demandas ciudadanas.

Y sorpresivamente, hubo más puntos de acuerdo que grandes diferencias.

El diputado Giorgio Jackson y el empresario Juan Pablo Swett, presidente de la Asociación de Emprendedores, hablaron como líderes de “dos calles diferentes”, aludiendo al rol que ambos jugaron en las movilizaciones tanto estudiantiles como de pequeños y medianos empresarios.

Más allá de esa similitud, un punto en común destacado fue el diagnóstico de ambos de que la clase política actual no está sabiendo interpretar correctamente el sentir de la sociedad civil y no está sabiendo canalizar los cambios que le son solicitados. Ahí estaría, dijeron, parte de la explicación del malestar.

Además, concordaron en que independiente del motivo de una marcha, todas eran igualmente legítimas y que eran un mecanismo para  presionar a la clase política a  buscar soluciones.

¿El ejemplo utilizado por ambos? La reciente paralización de los camioneros.

Aunque fue consultado al respecto, Swett descartó involucrarse en política partidista ya que estimó que desde “fuera” tenía más margen de acción para defender los intereses que representa.

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