Pepito paga doble
Recuerdo perfectamente cuando, a la vuelta de un fin de semana largo, mi hermano me contó la historia. Debe haber tenido unos 16 años y se fue con unos amigos a Viña. Una de las primeras experiencias de independencia adolescente.
Después de un día de playa, enfilan a la Avenida Valparaíso, en busca de aventuras urbanas. Se encuentran con un grupo de gente que mira algo en el suelo. Paran. Un tipo arrodillado con tres vasos de cuero (tipo cacho). Coloca una pelotita roja en uno de ellos. Los otros dos están vacíos. Empieza el acto: El tipo mueve los vasos rápido, con destreza. Luego de varios pases, el momento de decisión...: hay que apostar dónde está la pelotita. Los incautos miran… y creen que saben. “Es fácil, ahí está, en el del medio”, piensan. Un tipo sospechosamente simpático apuesta $1.000. Le achunta. Le pagan, el doble. Pasa lo mismo un par de veces más, cada vez con más plata. El tipo simpático se forra.
Luego, el error: El más achorado de los amigos de mi hermano se lanza con $1.000 y gana. Parte la buena racha. Una, dos veces. Aparecen otros valientes. Y suben las apuestas.
Sabemos cómo termina la historia. La suerte se da vuelta, misteriosamente. “La pelota debe estar ahí, en el 1° ! Pero no está… no puede ser!!” Y así, comienzan a perder. El tipo simpático desaparece. Al final, a mi hermano y sus amigos no les queda plata ni para el pasaje a Santiago.
La discusión del Presupuesto de la Nación 2016, nombre ampuloso, ya tiene varios ganllangueos dignos de un Pepito Paga Doble. Nos hacen mirar la pelotita, se mueve de aquí para allá, nadie sabe dónde está. Está ahí, está allá. Con la habilidad de un prestidigitador, nos muestran cosas que aparecen, pero de repente, otras desaparecen. El aumento presupuestario era 4,4%, pero comparado con el gasto real, no, en realidad es 6,6% comparado con el anterior. La Glosa de la Gratuidad da en sí misma para un libro completo. Apuro, imprecisión, vueltas de carnero. “Está en el 1”. reclamos, “ está en el 3…”, todos peleados, “está en el 2”, nos traicionaron. Discriminaciones odiosas e inexplicables, con un final tan poco serio como quitarle los Fondos AFI a veintitantas universidades y Centros de Formación Técnica. Nadie entiende nada, todos apurados, más mareados que mi hermano en la calle Valparaíso.
Después el presupuesto de los hospitales. Que no hay plata, que la pelotita está en el 2, los vasos se mueven, manoteamos a los Fondos Espejo del Transantiago, sacamos un poco al Metro (…y el sistema de Transporte no era tan malo???), la pelotita está en el…3. Ahí aparece plata para construir los hospitales…que no se van a construir.
Tristemente, igual que en el Pepito Paga Doble, en este cuento terminamos perdiendo todos. Porque el espectáculo, a ojos de los espectadores, es bastante triste. Poco serio. De atarantados. Y finalmente, de poco preocupados de los resultados. Da lo mismo. La cuestión es pasarlo rápido. Como tragando un remedio de mal gusto. Y la función objetivo, que debiese ser el bienestar de Chile, como que se va olvidando. Entonces me preocupo yo. Lo que les pasó a mi hermano y sus amigos, al final, tiene un nombre. En jerga colegial: “descocados”.
*El autor es panelista de Información Privilegiada, de Radio Duna.
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