Covid-19, virus y coronavirus: nuestra dura y difícil relación con los microorganismos y los desconocidos peligros de esta convivencia

FOTO: CDC (EE.UU.)

Los virus conviven con los seres humanos y solo la investigación científica de vanguardia para su comprensión detallada nos permitirá acotar sus impactos.


No hubo una única señal de alerta, sino varias: el síndrome agudo respiratorio Sars (2002), la gripe aviar H5N1 (2005), la pandemia de influenza H1N1 (2009) o el Mers (2013). Entre medio, varios brotes que afectaron a planteles de producción animal en China y antes, el VIH, con 37 millones de muertes y contando…

La interacción entre patógenos de origen animal (virus, bacterias, hongos y parásitos) y sus potenciales hospederos humanos es un fenómeno al que se debe prestar mucha atención. Estas enfermedades, llamadas zoonosis, se mantienen a menudo en la naturaleza, en animales silvestres que actúan como reservorio (roedores, murciélagos y aves, y algunas transmitidas por picaduras de artrópodos).

Con un porcentaje importante de la población del mundo en cuarentena y la economía global paralizada como no hemos visto desde la II Guerra Mundial, la pandemia por el Covid-19 es el llamado de atención definitivo en la forma en que entendemos a los microorganismos.

Así lo esperamos quienes observamos la circulación de los virus emergentes en el siglo XXI. Presuntamente transmitido desde un murciélago al humano por un vector aún desconocido, el nuevo coronavirus nos muestra por qué la salud humana debe ser abordada de una forma distinta.

La comunidad científica ha denominado a esta estrategia como One Health o Una Salud. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), dicho enfoque multisectorial apunta a incrementar la colaboración interdisciplinar en el cuidado de la salud pública humana, animal y el medio ambiente, entendiendo que todas están ligadas entre sí.

Peligro animal

Los virus conviven con los seres humanos y solo la investigación científica de vanguardia para su comprensión detallada nos permitirá acotar sus impactos. Se estima que el 60% de las enfermedades humanas infecciosas son zoonóticas, tres de cada cinco nuevas patologías descritas cada año son de origen animal y al menos un 75% agentes patógenos emergentes lo hacen por esta vía.

Sin ir más lejos: en los últimos meses, países del hemisferio sur, como Paraguay, Argentina y Colombia, han lidiado con una epidemia de dengue (transmitida por el mosquito Aedes aegypti); y en el Congo, en el mismo período, el Ébola causó más de 2 mil decesos.

Crisis sanitaria de ébola en África.

Afortunadamente, no partimos desde cero, y la ciencia ha hecho avances para disputar esta “batalla” con mejores armas (aunque, por lo visto, aún insuficientes).

La evolución es evidente. En la Antigüedad, los microorganismos, incluidos los virus, aniquilaban poblaciones enteras sin siquiera haber sido reconocidos ni descritos. Cuando el HIV apareció en los años 80, demoramos tres años en identificar y caracterizarlo molecularmente. Pero en 2020, luego de la detección de los primeros casos, el SARS-CoV-2 fue identificado, aislado y secuenciado genéticamente en menos de dos semanas.

En el mundo globalizado, podemos desplazarnos entre países distantes en pocas horas. Vivimos en urbes con enormes poblaciones, ciudades contaminadas, nuevos usos de la tierra, migración y cambio climático…

Todo esto confluye para que los patógenos emerjan entre animales y humanos, y favorece especialmente a los virus, que tienen la plasticidad genómica para variar, mutar y adaptarse a nuevas condiciones que facilitan su propagación.

Las complejas interacciones entre los patógenos, los hospederos y el medio ambiente nos desafían a generar esfuerzos conjuntos, en el contexto de “Una Salud”, y avanzar hacia el control de estas enfermedades. No es posible entender las patologías que afectan a todas las especies que habitan el planeta de forma disociada.

Frente al reto del SARS-CoV-2, saquemos lecciones: invertir más en ciencia y en salud, profundizando una investigación interdisciplinar que nos permita encontrar alternativas de tratamiento, control y prevención. Porque esta no será la última pandemia que pondrá en jaque a la humanidad.

*Director del Programa de Virología ICBM Facultad de Medicina U. De Chile

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