Cuidado con el retorno: Agua estancada en cañerías y el aire acondicionado podrían ser un problema

Estudios señalan que en edificios sin uso, el agua podría desarrollar concentraciones de patógenos, mientras que en el caso del aire acondicionado, puede ayudar a esparcir el coronavirus. Además, los científicos ya identificaron cómo se mueven los virus en una oficina.


Si consideramos que a partir de hoy, dentro del nuevo escenario en el que el coronavirus será parte de nuestras vidas por mucho tiempo, no pocos comenzarán a volver a sus puestos de trabajo, estudio, incluso el gimnasio o quizá para ir a tomar un café. Pero de acuerdo a varios científicos, es posible que incluso en aquellos lugares debamos tener más cuidado del que creemos.

Porque además del problema con la limpieza de las superficies de una oficina y nuestros gadgets tecnológicos, artefactos tan comunes como el aire acondicionado o el agua podrían ser agentes propagadores del virus.

Así lo afirma un estudio que evidenció cómo el primero de estos elementos, tan utilizado en las oficinas y restaurantes de todo el mundo para mantener una temperatura agradable, puede ayudar a que el virus se expanda.

La investigación, publicada por científicos chinos en Emerging Infectious Diseases, presentó el caso de 10 personas contagiadas con coronavirus en un restaurante en Guangzhou, China, y señala la probabilidad que el aire acondicionado del lugar haya “soplado” las gotículas de una mujer asintomática de 63 años, llevándolas donde nueve personas de otras tres familias, que se enfermaron posteriormente.

Así, en las dos semanas siguientes, cuatro de sus familiares también se habían enfermado, al igual que otros cinco comensales de otras dos familias, que salvo por haber estado en el restaurante, parecían no tener otra conexión.

El caso llamó la atención de los investigadores, ya que el virus se transmite por "gotitas" que tienden a no flotar más de 1 metro, y las familias estaban más separadas que eso. Además, ninguno de los otros 73 comensales y ocho empleados del restaurante se enfermaron en ese momento, por lo que sólo atribuyen la propagación del virus al aire acondicionado presente en el lugar.

Para el Dr. Alejandro Guerra, médico coordinador de la unidad de paciente crítico adulto de la Clínica Ciudad del Mar, el hecho es perfectamente posible.

"Puede ser que se haya generado alguna turbulencia o movimiento del aire que extendiera la llegada de las 'gotitas' a una distancia mayor y comprometer a otra gente fuera del área de contagio, aunque no esta planteada la permanencia del virus en los conductos del aire acondicionado", señala.

"Las claves son: el aire, que hace la circulación mas fácil; y el tiempo de exposición al aire, que al ser prologado aumenta las posibilidades de contagio", agrega.

El médico indica que la situación no es muy distinta a la que vive a diario, debido a que es conocida la forma en que el virus se contagia por estas gotitas, que si bien tienen un tiempo de permanencia en el aire acotado (2 a 3 horas), a una velocidad mayor pueden llegar a más distancia. Al mismo tiempo, asegura que es posible que el virus haya caído en alguna superficie, y así contaminar a los comensales.

"El hecho no me extraña, porque en atención de salud tenemos identificados ciertos procedimientos médicos que generan que las gotitas tengan mayor posibilidad de contagio, sobre todo en forma de aerosol. Así ocurre con el ventilador mecánico por ejemplo, que hace que el aire se comporte con estas turbulencias. En estos casos, el ambiente es de alta contaminación y se trata de procedimientos de alto riesgo", cuenta Guerra.

"Quizá el aire acondicionado genere una condición similar: turbulencias en el flujo de aire que hacen que se comporte no como gotas, sino como aerosol", añade.

Cabe señalar que investigadores que estudiaron el brote en el restaurante chino no replicaron el fenómeno en un laboratorio, y no tienen otros casos con los que compararlo, por lo que sus hallazgos deben tomarse con cuidado.

"Para evitar la propagación del virus en los restaurantes, recomendamos aumentar la distancia entre las mesas y mejorar la ventilación", describen los autores.

La forma del agua

También existe otra posibilidad: que el agua, al estar estancada en edificios y sin usar por mucho tiempo, contenga cantidades excesivas de metales pesados y patógenos concentrados, lo que podría derivar en problemas para las personas que retornan a sus lugares de trabajo.

Así lo creen los autores de un estudio que busca conocer el impacto de las cuarentenas en los edificios, y que incluye la posibilidad que los hospitales antiguos que algunos países están adaptando para paliar la falta de recintos médicos a causa de la pandemia, puedan ser peligrosos para pacientes con coronavirus.

Los científicos afirman que este proceso ya fue visto con anterioridad en algunos colegios durante el las vacaciones de verano y algunos edificios de oficinas, descubriendo que el agua cambia a medida que pasa el tiempo. Y aunque el general el problema puede ser solucionado utilizando el agua de forma regular en los baños o cocinas, sitios con cierres prolongados podrían optar por otras soluciones.

"Con el uso normal de los edificios en todo un distrito, incluso pequeñas cantidades de agua ayudarían a extraer los residuos de desinfectantes en un edificio. En el caso del coronavirus, edificios de poco uso podrían afectar los residuos de desinfectantes en la red de suministro de agua", describen los investigadores.

En este caso, el Dr. Guerra indica que "si bien es cierto que el agua estancada tiene posibilidades de generar contaminación, el agua potable tiene un tratamiento y siempre está en circulación. Normalmente las cañerías están estancadas por minutos u horas y deben aguantar sin contaminarse, pero el no es potable eternamente, y existen observaciones que dicen que aguas estancadas por mucho tiempo deben estar contaminadas".

“En todo caso, la posibilidad que el coronavirus llegue a esas cañerías es muy baja”, añade.

El caso del call center

En un ambiente con más personas, el problema persiste. Así ocurrió con el brote en un centro de llamadas en Corea del Sur, y un estudio realizado en el lugar con 922 empleados de los pisos comerciales inferiores en un edificio en Seúl, y 203 residentes de los pisos superiores.

En la investigación, los científicos pusieron a prueba por 24 horas a todos quienes estuviesen más de cinco minutos cerca del edificio, informándoles que si estaban dentro de este rango, se hicieran la prueba. En total, casi 17 mil personas fueron advertidas.

En este caso, la primera persona con síntomas se encontraba en el décimo piso, y la segunda en el piso 11 en el centro de llamadas. Al salir, el virus se había extendido ampliamente por todo el espacio de oficinas.

El brote demuestra que el coronavirus puede ser excepcionalmente contagioso en entornos de oficina abarrotados, como un centro de llamadas. La magnitud del brote ilustra cómo un entorno de trabajo de alta densidad puede convertirse en un sitio de alto riesgo para su propagación y potencialmente una fuente de transmisión adicional. Casi todos los pacientes del caso estaban en un lado del edificio en el piso 11.

Curiosamente, el brote se concentró prácticamente en la mitad del piso 11, a pesar que los trabajadores de todos los pisos se reunieron en los ascensores, lo que llevó a la conclusión que la duración de la interacción o el contacto, probablemente fue el principal facilitador para una mayor difusión del virus.

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