Dificultades para diseñar clases estimulantes, poca asistencia y estrés: 2020 la prueba más difícil para los profesores

Estudio realizado a 2.500 profesores, señala que casi el 70% indicó como problema de mediano o bastante alcance, su dificultad para diseñar “clases estimulantes” en las nuevas circunstancias. El 51% dice que tuvo problemas para evaluar y 67% admite sensación de estrés.


El año en que los profesores se tuvieron que reinventar. Así será recordado el 2020 en educación. Porque la vida escolar en su forma presencial y tradicional fue interrumpida por la pandemia.

La obligación de poner en práctica otras formas de comunicarse, enseñar y aprender, fue la imposición para directivos, docentes, estudiantes y sus familias.

¿Cómo lo vivieron las y los profesores? Casi el 70% reconoce como un problema de mediano o bastante alcance su dificultad para diseñar “actividades de clase estimulantes” en las nuevas circunstancias. También admiten dificultades en la preparación de las clases 66%, un 59% reconoce problemas técnicos en clases, el 51% dice que tuvo problemas para evaluar en forma adecuada, y el 67% admite sensación de estrés.

Esos resultados es lo que muestra el estudio Covid-19: Nuevos contexto, nuevas demandas y experiencia docente en Chile, que considera opiniones de 2.205 docentes realizado por el Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile y el Centro de Investigación para la Educación Inclusiva de la Universidad Católica de Valparaíso, Eduglobal, Red de Servicios para la Educación, con el apoyo de la Oficina Regional Unesco para América Latina.

El estudio recoge la voz de las y los docentes en las nuevas experiencias de situación escolar no presencial que han tenido gran parte de este año. También indagó en la relación con los estudiantes, los efectos personales y profesionales, junto con su relación con la comunidad escolar incluyendo apoderados.

Dificultades de enseñar a distancia

Al preguntarles sobre cuántos estudiantes de sus cursos participaban en las actividades diarias de enseñanza-aprendizaje, los docentes dieron estimaciones diversas. Un 15% dijo que todos o casi todos sus estudiantes lo hacían. El 19% en tanto, admitió que el nivel de participación era de menos de 30% de sus alumnos y alumnas.

Por tipo de establecimiento la diferencia en esa percepción muestra extremos. Los profesores educación privada señalaron que el 81% de sus alumnos participa versus el 14% de la educación pública. “Esto sugiere la posibilidad de un aumento en la brecha de logros educativos entre este tipo de instituciones”, detalla el estudio.

Algo similar ocurre en cuanto a las dificultades de enseñar a distancia. Aún cuando fueron comunes para todos los docentes, su intensidad varió por tipo de establecimiento. Así, fue significativamente mayor el número de docentes de instituciones públicas y particular subvencionadas, en relación con los de centros privados, que declararon sentirse preocupados por la dificultad y el mayor tiempo empleado en preparar sus clases, como también mantener a sus alumnos/as involucrados en las actividades de enseñanza.

Los profesores educación privada señalaron que el 81% de sus alumnos participa en las clases en línea, versus el 14% de la educación pública.

En cuanto a la experiencia de estrés, fue similar para todos sin diferencias significativas entre instituciones públicas y privadas, aunque significativamente mayor entre profesores de colegios particular subvencionados respecto a los de instituciones públicas.

Respuesta de estudiantes

Beatrice Ávalos, investigadora del CIAE y académica del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la Universidad de Chile, resalta que diversos sondeos y encuestas desde el inicio de la pandemia detectaron que para los docentes ha sido una difícil prueba. En ese sentido, dice, ya superadas las dificultades iniciales de realizar una metodología a la cual no estaban acostumbrados y trabajar a distancia, “las y los profesores se fueron adecuando a las plataformas existentes”.

“Ya no tenemos la sensación de que había un profesorado colapsado, pero sí el estrés es cierto está aún presente, pero fue mucho más al comienzo de todo el proceso. Ahora hay que empezar a preguntar por el aspecto pedagógico y también por la vuelta a clases”, dice Ávalos.

Ya con varios meses bajo la modalidad, el principal problema que hoy se revela no son las plataformas, ni la modalidad de las clases, sino la respuesta de los estudiantes. “El tema es que no todos tienen lugares adecuados ni la conectividad para acceder a internet, y por eso la mayor parte del trabajo de los profesores fue hacerles llegar materiales más que usar plataformas”, reconoce Ávalos.

La costumbre para las y los profesores es disponer de una audiencia con la cual interactuar en sus clases. Pero esa condición no fue posible. En las clases virtuales estimular lo que se conoce como aprendizaje sincrónico o interacción durante la clase, es más difícil. Por eso, dice el estudio, la mayoría desarrolló actividades de aprendizaje principalmente asincrónicas con materiales enviados para el trabajo individual de los estudiantes.

En el estudio el testimonio de una profesora de biología con seis años de experiencia, que trabaja en colegio particular subvencionado de nivel socioeconómico medio, habla de ese cambio: Yo utilizo diferentes estrategias, con algunos cursos hago clases virtuales después de enviar el material semanal. Con otros agrego cápsulas de aprendizaje (videos grabados por mí). Por último, en todos los niveles envío PPT de clase que incluyen actividades cortas para el inicio, el desarrollo y el cierre de la clase. Creo que eso ayuda al estudiante a construir su aprendizaje de manera más autónoma”.

En ese mismo sentido, Ávalos indica que poder asegurar la conectividad de las familias para poder realizar las clases, es un problema que está pendiente.

Verónica López, directora del Centro de Investigación para la Educación Inclusiva, añade que uno de los mayores desafíos para acercar a los estudiantes a los contenidos y habilidades a que invitarán las escuelas el próximo año, será sin duda la brecha digital: “Lamentablemente, uno hubiese esperado un esfuerzo mayor y más sistemático de parte de las autoridades ministeriales en disminuir la brecha digital que hay el país, no solo entre escuelas sino también entre comunas y regiones”.

Compromiso escolar

Ante la dificultad de estudiantes que no tienen computador o deben esperar a que lleguen los padres del trabajo para ver en sus celulares los videos que les enviaron, los docentes no son indiferentes. Revelan muchos problemas emocionales de los niños y “ese es un tremendo problema que los profesores sienten con más fuerza”, indica Ávalos.

Tal cómo el estudio reveló, las y los docentes estaban preocupados de aspectos como su salud mental, pero también de sus alumnos. Por ejemplo, el 42% afirmó haberse contactado con sus estudiantes la última semana de manera presencial o a distancia por “asuntos relacionados con el trabajo escolar de su asignatura o curso y su jefatura” y/o “para saber cómo estaban”.

Lo anterior habla muy bien de los docentes, señala Ávalos, "que saben que lo primero son los estudiantes, se revela un tremendo esfuerzo, que indica una preocupación tremenda por tratar de comunicarse, hay una visión de la enseñanza mucho más amplia”.

“Bajo las circunstancias, el éxito depende del apoyo de la familia. Por eso, más que preocuparme mucho de los aprendizajes, que obviamente deben ir cubriéndose, me estoy preocupando de las familias”, señala una profesora de educación básica en primer ciclo de un establecimiento público, que atiende a estudiantes de nivel socioeconómico muy bajo.

Similar preocupacion admite en el estudio una educadora de párvulos, de un colegio particular pagado de nivel socioeconómico alto: “... Crear instancias de desarrollo de habilidades socioemocionales mediante reuniones personales con cada alumno (o grupos pequeños) y realizar prácticas de expresión de emociones, mindfulness, etc, ... monitoreando una vez a la semana el quehacer del niño junto a los apoderados”.

Lo que sí depende de los profesores, agrega López, es diseñar y generar estrategias de acercamiento que permitan conectar y re-conectar a los estudiantes con la escuela, con los aprendizajes, con el profesor y con sus compañeros.

Por ello, es muy importante re-enganchar y fortalecer el compromiso escolar, entendiendo que no es el estudiante el que se “engancha o no”, aclara López , “sino que es la escuela la que logra generar las condiciones y las oportunidades para que todos puedan acceder, permanecer, aprender, participar y continuar sus trayectorias escolares en un contexto híbrido como es el que se va a venir el próximo año”.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.