El antiguo coronavirus que arrasó el planeta

Micrografía electrónica de barrido coloreada de una célula apoptótica (marrón verdoso) muy infectada con partículas del virus Sars-CoV-2 (rosa), también conocido como Covid-19, aislado de una muestra de un paciente. Foto: Reuters.

Un nuevo estudio sostiene que una versión pasada de Covid-19 podría haber afectado a los antepasados de las personas que viven en el este de Asia hace 25.000 años, y siguió presente milenios después.


Los seres humanos han estado luchando contra virus peligrosos durante toda su existencia, lo que ha provocado pandemias en distintas etapas del paso del hombre por la Tierra.

Y si bien sólo tenemos registros de epidemias contemporáneas, investigadores afirman que los patógenos han estado presentes por milenios.

Utilizando herramientas modernas, los investigadores pueden detectar las “huellas dactilares” de estos patógenos antiguos, al identificar cómo impulsaron la selección natural, en el ADN de las personas que viven en la actualidad. Esta información, a su vez, podría proporcionar información valiosa para ayudar a predecir futuras pandemias, afirmó David Enard, autor principal del estudio y profesor asistente de ecología y evolución en la Universidad de Arizona. “Casi siempre es cierto que es más probable que las cosas que ocurrieron a menudo en el pasado vuelvan a ocurrir en el futuro”.

Enard mencionó que siempre han existido virus que infectan a las poblaciones humanas, siendo uno de los principales impulsores de la selección natural en los genomas humanos, debido a que es más probable que los genes que aumentan las posibilidades de que las personas sobrevivan a los patógenos se transmitan a las nuevas generaciones.

Imagen de la bacteria Yersinia pestis, causante de la Peste negra. La pandemia causada por la peste fue la más devastadora que afectó a Europa y Asia en el siglo XIV. Foto: Institutos Nacionales de la Salud.

Con la información disponible en una base de datos pública, Enard y su equipo analizaron los genomas de 2.504 personas en 26 poblaciones humanas diferentes en todo el mundo. Los hallazgos, que aún no han sido revisados por pares, se publicaron el 13 de enero en la base de datos de preimpresión bioRxiv, y está en proceso de revisión para su publicación en una revista científica.

Coronavirus y su interacción con las células

Los genes que codifican las proteínas que interactúan con los coronavirus (aproximadamente 332 se comunican con el Sars-CoV-2), mutan constante y aleatoriamente, pero si una mutación le da una ventaja a un gen, como una mejor capacidad para combatir un virus, tendrá más posibilidades de pasar a la siguiente generación o de ser seleccionado para combartirlo.

De hecho, los investigadores encontraron que en las personas de ascendencia del este de Asia, se habían seleccionado ciertos genes que se sabe que interactúan con los coronavirus. En otras palabras, con el tiempo, ciertas variantes aparecieron con mayor frecuencia de lo que podría esperarse por casualidad. Este conjunto de mutaciones probablemente ayudó a los antepasados de esta población a volverse más resistentes al virus antiguo al alterar la cantidad de estas proteínas producidas por las células.

Los investigadores encontraron que las variantes genéticas que codificaban 42 de las 420 proteínas que analizaron comenzaron a aumentar en frecuencia hace unos 25.000 años. La propagación de variantes ventajosas continuó hasta hace unos 5.000 años, lo que sugiere que el virus antiguo continuó amenazando a estas poblaciones durante mucho tiempo.

Protección desconocida

“Los virus ejercen algunas de las presiones selectivas más fuertes sobre los humanos para que se adapten, y presumiblemente los coronavirus han existido durante mucho tiempo antes de que existieran los humanos”, apuntó Joel Wertheim, profesor asociado en el Departamento de Medicina de la Universidad de California en San Diego. “Entonces, aunque no es inesperado que los coronavirus hayan impulsado la adaptación en humanos, este estudio presenta una investigación fascinante sobre cómo y cuándo se desarrolló”.

El Triunfo de la muerte, obra de Pieter Bruegel que data de 1562, muestra los efectos de la plaga.

Aún así, Wertheim sostuvo que es muy difícil decir si el virus que causó esta evolución también fue un coronavirus, pero para él, parece una teoría de trabajo plausible.

Enard estuvo de acuerdo en que el antiguo patógeno que plagó a nuestros antepasados podría no haber sido un coronavirus; en cambio, puede haber sido otro tipo de virus que interactuó con las células humanas de la misma manera que lo hacen los coronavirus.

Otro grupo de investigadores descubrió recientemente que los sarbecovirus, la familia de coronavirus que incluye el Sars-CoV-2, evolucionaron por primera vez hace 23.500 años, aproximadamente al mismo tiempo que las variantes en los genes que codifican las proteínas asociadas al coronavirus aparecieron por primera vez en las personas.

Para Enard, este segundo estudio proporciona una confirmación “clara” de toda la historia.

Aunque los hallazgos son intrigantes, no cambian nuestra comprensión de qué poblaciones son mejores para sobrevivir a las infecciones por Sars-CoV-2, dijo Enard. No hay evidencia de que estas antiguas adaptaciones de genes ayuden a proteger a las personas modernas del Sars-CoV-2. De hecho, es “casi imposible hacer este tipo de afirmaciones”, agregó.

Familiares y amigos se reúnen para enterrar los cadáveres de las víctimas de Covid-19 en un cementerio de Nueva Delhi. (Foto de Archana Thiyagarajan/AFP).

Más bien, los factores sociales y económicos, como el acceso a la atención médica, probablemente juegan un papel mucho más importante que los genes en quién se enferma con Covid-19, indicó el investigador.

Enard y su equipo ahora esperan colaborar con virólogos para comprender cómo estas adaptaciones ayudaron a los humanos antiguos a sobrevivir a la exposición a este coronavirus primigenio. El equipo también espera que, eventualmente, estos estudios del genoma antiguo se puedan utilizar como un “sistema de alerta temprana” para futuras pandemias. Por ejemplo, los investigadores pueden primero buscar virus en la naturaleza que aún no hayan infectado poblaciones humanas y luego buscar sus huellas dactilares en el ADN humano. Si descubren que un virus ha causado muchas epidemias antiguas, podría ser una buena razón para vigilarlo de cerca, mencionó Enard.

“Aunque vemos destellos del impacto de este virus antiguo en los antepasados de las personas, es probable que las generaciones futuras no puedan ver los rastros del Sars-CoV-2 en nuestro genoma. Gracias a la vacunación, el virus no tendrá tiempo para impulsar la adaptación evolutiva”, añadió.

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