La pandemia de la soledad: ¿por qué nos cuesta tanto estar encerrados?

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Nuestro cerebro evolucionó en comunidad, por eso que el distanciamiento social choca brutalmente con nuestro instinto de conectarnos con otros.


Una vieja receta

La humanidad se enfrenta a una disyuntiva histórica ante la cuarentena del Sars-CoV-2. En 1127, cuando la lepra estaba haciendo estragos en Venecia (Italia) se inauguró el uso de la “quaranta giorni” (cuarentena), implementada más tarde frente a la temible Peste Negra, que mató a varias decenas de millones de personas, estimadas entre el 30 y 60% de la población Europea.

La cuarentena ha sido establecida recientemente en China y Canadá en el 2003, con el brote del Sars, y en África en el 2014, con el brote del ébola. El distanciamiento físico masivo es una vieja armadura frente a las pandemias. Pero igualmente viejas son su evasiones. George Soper denunciaba en 1919 que la prevención de la gripe española tenía como barrera que las personas no aprecian los riesgos que corren, son un peligro continuo para sí mismas, y la cuarentena va en contra de la naturaleza humana. ¿Por qué es tan difícil el asilamiento, incluso cuando su violación pone en peligro nuestras vidas?

El confinamiento es antinatural

Durante miles de años, nuestro cerebro evolucionó en comunidad, en constante interacción con otros. El adecuado desarrollo cerebral depende críticamente de nuestro entramado social, al punto que sin él su desarrollo ontogenético no puede desplegarse.

Por ello el distanciamiento choca brutalmente con nuestro instinto de conectarnos con otros. Las interacciones sociales ayudan a regular las emociones, lidiar con el estrés, y nos vuelven resilientes frente a las adversidades. Contrariamente, la soledad (percibida) y el aislamiento social empeoran los efectos del estrés, y aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, inmunes, psiquiátricas y neurológicas. Las personas mayores que padecen más riesgo de contagio del coronavirus, son mucho más susceptibles al aislamiento.

Los cambios en las relaciones sociales en la era de la pandemia son un gran desafío. Las redes sociales, si bien pueden ayudar, también pueden empeorar la sensaciones de soledad y desamparo cuando son usadas de forma pasiva. El incremento del tiempo en familia puede ayudar, pero también perjudicar la obediencia a la cuarentena.

Cuando el periodo se alarga, se acentúa el estrés, las respuestas emocionales inadecuadas, y los episodios de carga emocional intrafamiliar. Incluso para las familias libres del virus, la cuarentena puede ser un estresor mayor, espacialmente en términos de impacto socioeconómico y de estrés crónico. Muchos estudios de otras cuarentenas a menor escala han mostrado un efecto psicológico negativo, incluido el estrés, la depresión, la confusión y el enojo, tango agudo como de largo plazo.

La cuarentena se vuelve más nociva y más difícil de aceptar en la medida que se incrementa la duración de la misma, el miedo a la infección, la frustración, el aburrimiento, la falta de acceso a suministros necesarios, y la falta de información inadecuada.

¿Porque no todas las personas responden igual al confinamiento?

Ciertamente, la cuarentena genera un impacto muy negativo en la mayoría de las personas. Pero no todas la cumplen de igual manera. Aquellas personas que tienden a realizar actos mas individualistas y egoístas, son mas propensas a violar la cuarentena. En cambio, quienes tienen hábitos mas prosociales, tienen a respetarla mas, aunque con un impacto emocional mayor.

Hay muchos sesgos cognitivos que pueden inducir a la violación de la cuarentena. El sesgo de optimismo, puede inducir a pensar que las cosas malas son menos probables que le afectan a uno en comparación con otros. El miedo (a quedarse sin suministros, a auto-aislarse) y las reacciones emocionales abruptas pueden dificultar el respeto a la cuarentena.

La conducta de los otros también puede sesgar nuestra obediencia a las restricciones. Un gran problema relacionado es la miopía del futuro. Esta puede ser una fuerte causa de violación de las restricciones, especialmente cuando existe un conflicto entre el interés colectivo de largo plazo, y el interés individual de corto plazo.

El grado de confianza y respeto hacia nuestros gobernantes es otro factor importante. En la medida que haya una menor identificación y respecto con los líderes políticos, el respeto por las normas y restricciones será también menor.

También existen factores culturales que impactan en la obediencia a la cuarentena. No parece fácil que en Latinoamérica se puedan implementar las normas estrictas de distanciamiento físico con el mismo éxito que los ha hecho Asia. En comparación con el gigante del este, nuestro espacio social es mucho más cercano y nuestro derecho a la individualidad tiende a prevalecer sobre los colectivos.

La influencia de las teorías conspirativas, las noticias falsas y la desinformación en nuestra región es otro factor difícil de manejar. Las creencias en el uso de tratamiento alternativos que vuelven inmunes a las personas por ejemplo, no ayuda a que se respete la cuarentena.

La cuarentena es un lujo para pocos. Así como el coronavirus tiene un impacto desigual en la población, también lo hace el cumplimiento de la cuarentena. Las personas en situación de calle no pueden hacer cuarentena. Las personas en prisiones, los inmigrantes indocumentados, o quienes deben movilizarse en el transporte público tienen menos chances de respetar la cuarentena. Para las personas que poseen trabajos informales, y que necesitan salir a la calle para sobrevivir, respetar la cuarentena puede significar exponerse a sí mismos y sus familias a un riesgo mayor.

¿Como enfrentamos el encierro?

Partamos de lo básico. Las personas necesitan entender cabalmente porque deben permanecer confinadas, y cuales son las consecuencias positivas de ello. Por ende, la comunicación efectiva, rápida y oportuna resulta crucial. Debemos también educarnos en la identificación de la desinformación, para asegurarnos que las noticias falsas y las teorías conspirativas no impacten en la aceptación de la restricción en pos del bien común.

La cuarentena debe ser vivida como un compromiso social. A mayor percepción de la misma como una restricción forzada de la libertad, mayor probabilidad de que no la respetemos. Se deben reforzar continuamente la decisión altruista y prosocial del confinamiento. El pensar las acciones individuales en términos de beneficios comunes puede ayudar a sobrellevar las restricciones. Debemos hacer un uso positivo de la persuasión y el liderazgo. Las acciones basadas en una identidad social compartida deben ser reforzadas por los líderes religiosos, políticos y de redes sociales.

Hoy más que nunca, el “nosotros” vale más que el “yo” para generar conductas colaborativas y superar el estrés del confinamiento. Los mensajes que promuevan el beneficio para la comunidad, la focalización en proteger a la gente, y la alineación con valores morales de prosocialidad pueden ser mas persuasivos que aquellos con un tiente amenazante.

Las poblaciones marginalizadas y vulnerables necesitan un fuerte apoyo por parte del estado, las organizaciones no gubernamentales, y la comunidad para ayudarles a sobrellavar el confinamiento con las peores condiciones. No solo los suministros básicos de agua, comida e higiene, sino también aquellos que nos ayudan a sobrellevar la vida en cuarentena, deben ser de acceso masivo para todos.

Finalmente, es mejor referirnos a la distancia física en lugar de la distancia social. Las redes sociales y la comunicación, si son bien usadas, pueden crear un sentido de conexión y protección, sobre todo cuando están encaminadas a brindar y recibir apoyo. Lo que la cuarentena debe generar no es una sensación de aislamiento social, falta de afectos, baja empatía, o sensación de desamparos, sino el aislamiento físico para reducir el contagio en pos de que tengamos un mañana sin restricciones.

*Profesor Titular, Universidad Adolfo Ibáñez, Co-Investigador Gero

Para más información:

Intramed. El impacto psicológico de la cuarentena y cómo reducirlo. 2020

Jay J. Van Bavel et al. Using social and behavioural science to support COVID-19 pandemic response. Nature Human Behaviour (2020)Cite this article

Ibanez & Gracia. Capítulo 4: La mente maquiavélica. Que son las neurociencias. Paidos. 2015.

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