¿Puedo contagiarme después de vacunarme? No existe la vacuna infalible

Las vacunas que se han desarrollado contra Covid-19 tampoco lo son. Especialistas explican cómo funcionan las vacunas y por qué se considera efectiva y buena una protección del 50% en el caso de la vacuna contra la tuberculosis, el 95% de la sarampión y el 60% de la vacuna contra la influenza.


La vacuna contra el virus sarampión tiene una efectividad del 97% con dos dosis, y en general, protege durante unos 20 años. La vacuna contra la varicela, tiene una efectividad que va entre el 80 y el 95%, se aplica una dosis y, en teoría entrega una protección también durante 20 años. La vacuna contra la tuberculosis, entrega protección también por más de 20 años y es efectiva en un 50%. La vacuna contra la influenza, es efectiva desde y un 40 a un 60%, pero la protección dura menos de un año debido a que el virus muta y puede variar de un año a otro. Todo esto según los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, su sigla en inglés).

Cuando todas las personas están preocupadas por las vacunas contra el virus Sars-CoV-2, responsable de la pandemia de Covid-19, es importante recordar cómo funcionan las vacunas y en esa misma línea aclarar que no existe la vacuna que actúe como escudo protector y entregue una inmunidad frente a algún virus o bacteria con que se tenga contagio.

Lorena Tapia, pediatra infectóloga e investigadora del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile (ICBM), explica que a las vacunas, sobre todo aquellas que protegen de virus respiratorios, se les exige que eviten las infecciones graves, las hospitalizaciones y las muertes por las enfermedades que produce determinado virus. “Una vacuna que sea capaz de prevenir el 95%, el 85% de las muertes y hospitalizaciones, es muy bueno. En el caso de la influenza por ejemplo, la vacuna tiene una efectividad del 60% para los casos de enfermedad leve y eso es bueno, porque es una enfermedad por la que muere mucha gente cada invierno. La protección contra casos graves es mayor”, indica.

“Hay vacunas que son más efectivas que otras. La de sarampión y polio, por ejemplo, disminuyen más la infección pero también porque se ha vacunado una gran cantidad de población y eso hace que haya menos virus circulando. Entonces, además de controlar el caso individual, se baja también la circulación”, explica Tapia.

Algunas vacunas están hechas para disminuir la infección, otras la gravedad de la enfermedad o la muerte, pero ninguna entrega una protección total frente a un patógeno como para decir que esa persona tiene riesgo 0 de contagiarse si tiene contacto con él. Por lo mismo, los especialistas no se sorprenden, por ejemplo, que el Presidente de Argentina, Alberto Fernández, haya señalado la semana pasada que estaba contagiado con Covid-19 pese a tener las dos dosis de la vacuna Sputnik V, del laboratorio ruso Gamaleya.

FOTO: SAVO PRELEVIC / AFP)

De hecho, dice la infectóloga del ICBM, “vamos a seguir viendo casos de pacientes que vacunados, se contagian de Covid-19 pero que hacen infección leve, nunca se habló que se disminuiría en un 100% la infección”.

“La vacuna contra el virus rotavirus (digestivo) no disminuye en un 100% la infección, pero sí es efectiva y previene la carga hospitalaria y la mortalidad por esta causa. Yo le digo a los padres en la consulta, la vacuna no evitará que a tu hijo no le dé rotavirus, le puede dar igual, pero será más suave”, dice Tapia.

En el caso de la vacuna contra la bacteria que produce tuberculosis es efectiva para disminuir la enfermedad tuberculosa grave, que afecte meninges y en su forma miliar (pulmonar difusa), pero si una persona está vacunada, igual puede enfermar e incluso, recuerda Tapia, “si una persona vacunada es contacto de otra que sí enfermó, también debe recibir tratamiento, aunque no manifiesta síntomas”.

No funcionan como escudo

Rafael Medina, virólogo y profesor asociado del Departamento de Enfermedades Infecciosas e Inmunología Pediátrico de la U. Católica, señala que ninguna vacuna protege como si fuera un escudo. “Si alguien tose o estornuda cerca de una persona sana, ese virus puede ingresar a su organismo. Se genera entonces una una respuesta de memoria que previene la propagación de la infección y aminora los síntomas graves. Pero algunas personas se pueden contagiar y tener síntomas leves cuando se vacunan pero se contagian con tuberculosis o influenza”, dice. Es decir, “la vacuna prepara a las personas para cuando vuelvan a enfrentar la infección con algún virus, se genere una respuesta inmune celular gracias a la vacuna”.

Medina menciona que en el caso de la vacuna contra la influenza, por ejemplo, hay personas que dicen que “igual se enfermaron” pese a tener la vacuna, pero cuando eso ocurre, los síntomas de la enfermedad se presentan un par de días y luego se recuperan. En el caso de la vacuna contra Covid-19. “la meta es que si las personas vacunadas se enferman, tengan una enfermedad leve”, dice el profesor de la UC. En este sentido, señala que lo que se ha visto en los estudios es que las vacunas protegen de la enfermedad más sintomática y grave y que probablemente, también disminuye la capacidad de transmisión de las personas que se contagian.

Vivian Luchsinger, viróloga e investigadora del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, también menciona el mecanismo de acción de las vacunas como razón para que no exista una vacuna con 100% de efectividad. “Las vacunas inyectables producen anticuerpos a nivel sistémico y no de mucosa, por lo que el virus puede ingresar por esa vía porque no encuentra anticuerpos en esa zona. La respuesta inmune se genera entonces, cuando ya existe una infección. La vacuna de la polio que ya no se utiliza era oral, por lo que sí generaba anticuerpos en las mucosas y era más efectiva pero además era un virus infectivo y por eso se dejó de usar”, indica.

Características individuales

Mabel Aylwin, infectóloga de la Clínica Universidad de los Andes, agrega que en patologías que tienen alta prevalencia, las vacunas aunque tengan una efectivada menos, pueden tener un gran impacto en la población como ocurre con las vacunas contra la influenza y como probablemente ocurrirá también con las vacunas contra Covid-19. “El 70% de efectividad es suficiente para disminuir la mortalidad asociada y la sobrecarga de la salud. En la práctica, ninguna vacuna es 100% efectiva”

Que una vacuna sea eficiente, depende de muchos factores, además de la vacuna. Influye también las características del virus o la bacteria, la circulación que tengan y la respuesta inmune de cada persona. “Si una persona, por ejemplo, tiene algún grado de inmunosupresión, o si tiene déficit de vitamina D, problemas de nutrición, de sueño y la edad son factores que pueden influir en la respuesta inmune frente a una vacuna. Los niños, requieren dos dosis de influenza, mientras que los adultos, solo una. Es probable que incluso algunas personas requieran más de dos dosis con las vacunas contra Covid-19. Ocurre con las vacunas contra la hepatitis que requieren esquemas de tres dosis a veces cuatro y en algunas personas se debe repetir el esquema completo de las tres dosis”, dice la especialista.

La doctora Aylwin, también menciona que la vacuna contra sarampión tiene un alto porcentaje de efectividad, pero en esa cifra también influye el que se trata de un virus que varía muy poco y que existe una alta cobertura a nivel mundial, con algunas excepciones como ocurrió hace algún tiempo en Europa. “Aun así, cada cierto tiempo se realizan campañas para vacunar al grupo de susceptibles que cada año va aumentando. Siempre hay un grupo de personas que no hacen suficiente inmunidad, otros que no se pudieron vacunar por problemas logísticos, problemas con la cadena de frío o cualquier otro motivo, por lo que se requiere volver a vacunar”.

FOTO: REUTERS/Tingshu Wang//File Photo

Vacunas contra Covid-19

En el caso específico de las vacunas contra Covid-19, aún no se puede hablar de efectividad sino de eficacia. ¿La razón? El término “eficacia” hace referencia a un estudio que se lleva a cabo en condiciones ideales, por ejemplo, durante un ensayo clínico, que es lo que se ha estado haciendo en esta pandemia.

En el caso de la vacuna de Pfizer, los últimos estudios han demostrado que entre los 14 y los 20 días después de la primera dosis y a los siete o más días después de la segunda dosis, la eficacia estimada de la vacuna era del 46% y el 92%, respectivamente, contra la infección documentada; del 57% y el 94% para Covid-19 sintomático; del 74% y el 87% para la hospitalización; y del 62% y el 92% para la enfermedad grave.

Para la vacuna Sinovac Biotech, a comienzos de este año se supo que el estudio realizado en Brasil mostraba una efectividad de 77,96% para evitar los casos leves, mientras que en los casos moderados y graves fue del 100%. Dicho de otro modo, la vacuna logró que entre las personas vacunadas que se contagiaron, el 49,7% reportara síntomas muy leves que pudo pasar en casa, el 22% un cuadro leve que requiere algún tipo de asistencia (77.96% de eficacia) y ninguno (100% de eficacia) requirió hospitalización, ni oxígeno, es decir no se registró ningún caso grave entre quienes recibieron la vacuna.

Se habla de efectividad cuando, se observa la protección de las vacunas en condiciones ambientales habituales, no controladas, pero sin pandemia por lo que falta tiempo para ello.

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