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Maternidad y trabajo: los desafíos de la conciliación laboral en América Latina

Aunque la flexibilidad laboral ha avanzado en América Latina, las madres trabajadoras siguen enfrentando agotamiento y baja satisfacción por la desigual carga de cuidados. Un nuevo estudio revela que las medidas actuales no logran responder a sus necesidades reales. ¿Qué falta en las empresas?

Para miles de mujeres en América Latina, equilibrar el empleo formal con las exigencias de la maternidad sigue siendo una tarea cuesta arriba. A pesar de que muchas empresas han adoptado modalidades como el teletrabajo o la flexibilidad horaria, estas iniciativas aún no logran transformar por completo la experiencia laboral de las madres.

Así lo revela la Radiografía de las Mujeres en el Trabajo 2025, un estudio elaborado por Buk con base en más de 5.700 respuestas de personas trabajadoras en Chile, Colombia, México y Perú.

Los resultados muestran que las madres trabajadoras enfrentan niveles más bajos de satisfacción, mayor agotamiento y condiciones que no se ajustan del todo a su realidad cotidiana. ¿Están funcionando realmente las estrategias actuales? ¿Qué más puede hacerse desde las organizaciones?

Cargas desiguales: la raíz del problema

Una de las principales causas del bajo nivel de satisfacción laboral entre las madres es la carga adicional que asumen fuera del trabajo. Además de sus tareas profesionales, muchas mujeres siguen siendo las principales responsables del cuidado del hogar y de sus hijos.

De acuerdo con datos de la CEPAL, las mujeres en la región destinan entre 22 y 43 horas semanales al trabajo doméstico no remunerado, mientras que los hombres, en cambio, invierten entre 7 y 20 horas en estas actividades.

Esta distribución desigual del tiempo afecta no solo la salud mental de las mujeres, sino también su desarrollo profesional, su sensación de autonomía y su bienestar general.

Agotamiento y estrés: una señal de alerta

La sobrecarga se traduce, también, en un mayor desgaste emocional. Según el estudio de Buk, el 15% de las mujeres encuestadas, tanto con hijos como sin ellos, reporta haber sufrido burnout frecuente. En contraste, solo el 12% de los hombres con hijos y el 11% de los hombres sin hijos manifiestan lo mismo.

Estos datos reflejan con claridad el impacto que tiene la desigualdad en la distribución del cuidado. Como ha señalado la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el exceso de trabajo no remunerado, sumado al empleo formal, puede derivar en fatiga crónica y en consecuencias graves para la salud mental.

Baja satisfacción con la jornada y la flexibilidad laboral

Pese a que algunas empresas han incorporado herramientas de conciliación como el trabajo remoto o los horarios flexibles, estas medidas no han sido suficientes para mejorar la experiencia de las madres. Solo el 62% de las mujeres con hijos declara estar satisfecha con la flexibilidad que ofrece su empleo, siendo el grupo con menor nivel de satisfacción.

En comparación, el 66% de los hombres con hijos se dice satisfecho, el 65% de los hombres sin hijos también lo está, y finalmente, incluso las mujeres sin hijos muestran un mayor nivel de satisfacción (63%).

¿Qué pueden hacer las empresas para mejorar?

Los resultados son consistentes: las madres trabajadoras enfrentan más estrés, menos satisfacción y una doble jornada que limita su bienestar. Para mejorar esta situación, las organizaciones deben ir más allá de las políticas genéricas de flexibilidad y comenzar a diseñar estrategias alineadas con la realidad de las mujeres que cuidan.

3 acciones clave para una jornada laboral más equitativa

En primer lugar, escuchar activamente a las colaboradoras: Incorporar sus experiencias en el diseño de horarios y beneficios. Por ejemplo, considerar esquemas adaptados a etapas como la lactancia, el ingreso escolar o el cuidado de hijos con necesidades específicas.

En segundo lugar, evaluar el impacto real de las políticas: Implementar métricas que midan el uso y la efectividad de las medidas de conciliación: tasas de participación, niveles de satisfacción y reducción de burnout, segmentadas por género y situación familiar.

Finalmente, promover la corresponsabilidad: Impulsar una cultura que valore el cuidado como una tarea compartida entre todos los géneros. Esto implica visibilizar el rol de los hombres en la crianza, capacitar líderes y erradicar sesgos que penalicen a quienes cuidan.

En conclusión, conciliar la maternidad con la vida laboral en América Latina sigue siendo un reto no resuelto. Aunque el teletrabajo y la flexibilidad son un paso adelante, no bastan para equilibrar la balanza. Las madres necesitan políticas integrales, realistas y diseñadas a partir de sus voces.

Para lograrlo, las organizaciones deben escuchar más y diseñar mejor. Solo así se podrán construir entornos de trabajo verdaderamente justos, donde las mujeres no tengan que elegir entre trabajar y cuidar.

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