De 45 a 41: Las horas, el paso en falso de La Moneda

El comité político del gobierno no supo leer a tiempo la fuerza que adquirió el debate por la reducción de la jornada laboral que impuso el proyecto impulsado por la diputada Camila Vallejo, con una encuesta Cadem de por medio -que provocó un remezón en La Moneda-, y sin estrategia viable optó por sacar un proyecto alternativo -sin consultarlo con Hacienda- que incomodó por igual al oficialismo y al empresariado.


"¿Y la chaqueta roja? ¿Ustedes no leen los WhatsApp?", recriminó el Presidente Sebastián Piñera a sus ministros del área económica el martes 6 de agosto pasado, cuando al llegar a una actividad pública en la comuna de Ñuñoa vio aparecer a los jefes de las carteras de Hacienda y Economía de terno oscuro y sin la mencionada vestimenta.

Solo una semana antes, el gobierno había decidido reflotar el uso de las chaquetas rojas -que ya había empleado durante su primera administración- como una estrategia comunicacional para reforzar la imagen de un equipo unido y en terreno. La orden les llegó a todos los miembros del gabinete a través del chat del gobierno con varios días de anticipación. Pero los ministros Felipe Larraín y Juan Andrés Fontaine solo atinaron a levantar los hombros ante el reto del Mandatario.

La reticencia del jefe de las finanzas a vestir la famosa parka roja con el logo del "gobierno en marcha" va más allá de la incomodidad de usar esta calurosa prenda. En Hacienda admiten que hay molestia con La Moneda por algunas decisiones del equipo político que, a su juicio, han sido tomadas en forma apresurada, más por sobrerreacción a las encuestas que por definiciones estratégicas de fondo.

El último episodio que marca esta distancia se produjo la semana pasada, con el inesperado giro de La Moneda en el proyecto de flexibilidad y adaptabilidad laboral.

La decisión de rebajar de 45 a 41 horas la jornada laboral, eso sí con una gradualidad de ocho años, para que las empresas puedan implementar esta medida y absorber los mayores costos que conlleva, a cambio de incorporar flexibilidad para pactar los horarios, fue tomada el jueves 8 de agosto en la mañana, en una reunión en La Moneda entre algunos ministros del área política y el Presidente, sin la presencia de los titulares de Hacienda y Economía, quienes no fueron consultados respecto de si estaban de acuerdo con esta medida, ni sobre los impactos que podía tener este anuncio en medio del complejo panorama económico.

Fue todo tan improvisado, admiten ahora en el oficialismo, que ese mismo jueves 8, tan solo con un par de horas de anticipación, el Ministerio Secretaría General de Gobierno instruyó al Ministerio del Trabajo organizar la puesta en escena con la que se daría a conocer desde los patios de La Moneda el inesperado giro en el proyecto de adaptabilidad laboral.

Todo se montó sobre la marcha. "Necesitamos que el parlamentario venga de inmediato a La Moneda a acompañar al ministro Monckeberg, porque va a hacer una propuesta", fue el escueto mensaje que recibieron ese mismo día las secretarias de los senadores y diputados de Chile Vamos de las comisiones de Trabajo, de parte del gabinete del ministro del ramo. Nada se les anticipó del contenido del anuncio que terminaría por desordenar las filas oficialistas, incomodar al equipo económico y sembrar dudas en el empresariado.

Hasta ese mismo jueves 8, la estrategia del gobierno era completamente distinta. Así al menos lo creían los presidentes de partidos y jefes de bancada de Chile Vamos que estuvieron el lunes 5 de agosto en el tradicional comité político en La Moneda.

En esa ocasión, coinciden varias fuentes que estuvieron presentes, la decisión fue respaldar el proyecto original del gobierno en materia de adaptabilidad y flexibilidad laboral -el que hasta entonces consideraba solo una jornada laboral máxima de 180 horas mensuales, que se podían pactar de manera individual, agrupándolas en menos días de trabajo a la semana- y "salir a pegarle con fuerza al proyecto de Vallejo por inconstitucional y por su debilidad técnica". Incluso, el acuerdo que tomaron en el oficialismo fue empezar a hablar del "proyecto del Partido Comunista", para debilitar el apoyo que concitaba la iniciativa de Vallejo.

Fue todo tan improvisado, que el mismo jueves 8, la Segegob ordenó a Trabajo preparar el anuncio.

Según datos de la encuesta Cadem, que se divulgó ese mismo lunes 5 de agosto, el 74% de los encuestados estaba a favor de la propuesta de la oposición. La aprobación del gobierno de Piñera, esa misma semana, según el mismo sondeo, alcanzaba solo el 34%.

Las cifras de Cadem provocaron un fuerte remezón en el oficialismo, aseguran en La Moneda y en los partidos de gobierno, alentando el desmarque de algunos parlamentarios, especialmente de RN, que se sumaron sin reparos a la iniciativa de Vallejo.

En Chile Vamos no hay dos lecturas distintas para explicar el respaldo que dieron al proyecto de Vallejo el senador Manuel José Ossandón y algunos de los diputados que respaldan su aspiración presidencial, entre ellos Ximena Ossandón, Francesca Muñoz y Gonzalo Fuenzalida. Este último llegó a decir que "mi gobierno ha perdido la sintonía fina con la ciudadanía".

"Se molestaron con el Presidente Piñera por el gesto que había dado ese mismo fin de semana a Joaquín Lavín, por lo que buscaron un tema en el que podían tomar fuerza", afirman dirigentes de Evópoli y de la UDI. En el oficialismo coinciden en que la disputa por la designación del precandidato presidencial de RN acicateó el desorden en las filas gobiernistas frente al debate por la rebaja de la jornada electoral.

Por lo mismo, a la hora de asignar responsabilidades por lo sucedido en las últimas semanas, en el oficialismo las miradas apuntan al comité político de La Moneda.

Piñera

Déficit político

"Hubo un déficit del comité político que terminó ocasionando que el gobierno se apresurara a cambiar de estrategia y buscara en forma tardía empatar de mala forma con un mal proyecto", señalan en privado dirigentes de Chile Vamos tras la voltereta del gobierno en torno a la rebaja de la jornada laboral.

Las advertencias habían llegado a Palacio con varias semanas de anticipación, aseguran, desde el momento en que los seis representantes del oficialismo en la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados se abstuvieron en vez de rechazar el proyecto que impulsaba la oposición, pero nadie actuó a tiempo. Ni la ministra Cecilia Pérez, principal representante de RN en el comité político, para alinear a su colectividad; ni el ministro de Interior, Andrés Chadwick, como jefe político para buscar acuerdos en la coalición; ni el titular de la Segpres, Gonzalo Blumel, para "olfatear" la fuerza que estaba tomando en la oposición la iniciativa impulsada por las diputadas comunistas Vallejo y Karol Cariola junto a la diputada frenteamplista Gael Yeomans.

En La Moneda admiten que el propio Presidente Piñera estaba molesto por la falta de anticipación y los déficits que había evidenciado su equipo político en este tema. Eso explicaría, afirman en Chile Vamos, por qué el lunes el Mandatario decidió ir personalmente a poner orden en las filas en la reunión del comité político.

"Nada es gratis", le dijo el ministro de Hacienda al jefe de asesores de Piñera, al advertirle el impacto de la medida.

Tampoco estaba bien evaluado el despliegue comunicacional del ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg -quien en menos de dos semanas tuvo más de 30 apariciones en programas radiales y matinales de televisión- sin haber sido capaz de desmontar el respaldo popular a la iniciativa de reducción a 40 horas sin flexibilidad impulsada por Vallejo.

Para entonces ya había perdido fuerza la estrategia de acusar de inconstitucional la iniciativa laboral opositora. Tampoco hacía efecto decir que ese proyecto tenía apenas dos líneas, ni advertir sobre los costos que tendría para la economía. Era claro que la diputada comunista había puesto la música.

Jornada laboral

A bailar

Fue así que el jueves 8 en la mañana, cual boxeador inexperto lanzando golpes a mansalva, el comité político dio un giro en la estrategia para enfrentar a la parlamentaria comunista, presentando un proyecto alternativo que también incluyera reducir la jornada laboral a 41 horas. Una menos.

Horas más tarde, molesto, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, llamó al jefe de asesores del Segundo Piso, Cristián Larroulet, para expresar sus reparos con el proyecto que había anunciado el Ejecutivo. "Nada es gratis", le dijo el jefe de las Finanzas, por los efectos negativos que podría tener sobre el empleo.

La respuesta que recibió el titular de Hacienda desde La Moneda no calmó los ánimos en el equipo económico. La decisión, le explicaron, atiende a "realismo político": el gobierno no solo no tiene mayoría en el Congreso, sino que tampoco tiene en sus manos la administración de los tiempos legislativos, cuestión que le hace aún más difícil sacar adelante sus proyectos y planificar sus estrategias. Una versión que, en todo caso, es vista entre los sectores molestos como una demostración de ausencia de un plan político y una conducta más bien reactiva. Por otra parte, en La Moneda comenzaron a hacer notar, tardíamente, que una jornada laboral de 41 horas es adecuada para un país con un per cápita como el chileno y que la gran hecatombe sería ponerlo en práctica de inmediato, como dice el proyecto opositor.

Tras el anuncio del gobierno, los llamados telefónicos al ministro de Hacienda de parte de dirigentes gremiales del empresariado no cesaron. Para Larraín, sin embargo, las críticas de la CPC y la Sofofa al giro propuesto por el Ejecutivo en materia de reducción de la jornada laboral se transformarían en un importante aliado en sus quejas ante una jugada comunicacional apresurada.

Es en ese marco que el domingo pasado, señalan fuentes de gobierno, Larraín y el presidente de la CPC, Alfonso Swett, acordaron una reunión en Teatinos 120, para dar una señal. "Nosotros lo que queremos es llamar a la prudencia, llamar a la responsabilidad y, por favor, pongamos los estudios y la seriedad en esta discusión", fue el mensaje que entregaron los empresarios.

Aunque en los últimos días La Moneda logró alinear a la coalición para evitar la críticas en público, el análisis en Chile Vamos, con matices, es bastante compartido: más que el resultado de un proyecto que flexibiliza y reduce la jornada horaria, el recuerdo que quedará aquí es el del día en que al gobierno de derecha la cancha se la rayó el PC.

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