Namibia, el caso africano que desafía la lógica económica en el top 10 mundial de igualdad de género
Pese a sus limitaciones económicas y alta desigualdad, Namibia se consolida como líder global en paridad de género, superando a economías desarrolladas gracias a un modelo sostenido de políticas públicas inclusivas y participación femenina en todos los niveles.
Namibia, una nación del África Subsahariana con un Producto Interno Bruto que apenas supera los 13.000 millones de dólares, ha vuelto a sorprender en el escenario global. En la edición 2025 del Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), este país de apenas 2,5 millones de habitantes se posicionó en el octavo lugar mundial, superando a potencias como Canadá, Alemania y Estados Unidos. Y lo ha hecho por cuarto año consecutivo.
En una región históricamente marcada por la desigualdad estructural, Namibia aparece como una excepción notable. “Es un testimonio de voluntad política y coherencia institucional. La paridad de género aquí no ha sido un efecto colateral del desarrollo, sino una estrategia deliberada”, sostiene Saara Kuugongelwa-Amadhila, ex primera ministra de Namibia y actual presidenta de la Asamblea Nacional, en una reciente declaración pública.
El informe 2025 del WEF muestra que Namibia ha cerrado un 81,1% de su brecha total de género, y destaca especialmente por sus avances en empoderamiento político (+29,5 puntos desde 2006) y participación económica (+18,3 puntos). A nivel legislativo, el 88,9% de los marcos legales relevantes para la equidad de género están operativos, incluyendo leyes específicas contra la violencia de género, protección de derechos reproductivos y acceso igualitario a la justicia.
Uno de los pilares del éxito ha sido la representación femenina. En febrero de 2024, el 44,2% de los escaños parlamentarios estaban ocupados por mujeres, y en el gabinete ministerial la participación femenina subió del 31,6% al 38,8%. En palabras de Netumbo Nandi-Ndaitwah, presidenta desde 2025 y primera mujer en ocupar ese cargo en el país, “la inclusión de las mujeres en la toma de decisiones es una prioridad de Estado, no una concesión”.
En el ámbito educativo, Namibia presenta paridad total en el acceso a todos los niveles, y en educación terciaria las mujeres superan ampliamente a los hombres (33,1% vs. 19,2%). En la Universidad de Namibia (UNAM), el 64% de los estudiantes son mujeres. “La educación ha sido el motor silencioso del cambio social en Namibia”, explica Martha Namundjebo-Tilahun, empresaria y filántropa local. “Las mujeres educadas están transformando sus comunidades, incluso en zonas rurales donde antes no tenían voz”.
Sin embargo, los avances no están exentos de contradicciones. El país enfrenta una de las tasas de desempleo más altas del mundo (36,9%), con un impacto desproporcionado en las mujeres jóvenes. Además, Namibia mantiene un preocupante índice de desigualdad en la distribución del ingreso (Gini ~0,59), el segundo más alto del planeta. A pesar de los progresos en equidad, las mujeres aún ganan menos en industrias clave, y la violencia de género sigue siendo una realidad: en 2018, el 15,9% de las mujeres entre 15 y 49 años reportó haber sido víctima de violencia física y/o sexual por parte de una pareja íntima en los últimos 12 meses.
Desde el Banco de Namibia, se reconoce que el crecimiento económico, estimado en torno al 3,8% para 2025, aún no se traduce de forma suficiente en inclusión. “Estamos trabajando para cerrar las brechas en el acceso al empleo formal, especialmente en sectores emergentes como la energía, el turismo y la tecnología digital”, afirmó Johannes !Gawaxab, gobernador del ente emisor.
Namibia, en suma, ha logrado lo que muchos países aún ven como un desafío lejano: insertar la equidad de género en el núcleo de su política pública. El contraste con sus vecinos es evidente. África Subsahariana, como región, promedia un 68% de paridad general. Y solo 20 de las 36 economías analizadas por el WEF se encuentran en el top 100 global. Namibia, por el contrario, ha figurado seis veces entre los diez primeros puestos, consolidando un liderazgo que desafía la lógica del ingreso.
El caso namibio ofrece una lección relevante para América Latina: la equidad de género no depende exclusivamente del tamaño económico, sino de la convicción política. Como sintetiza la analista regional del WEF, Saadia Zahidi, “Namibia demuestra que es posible cerrar brechas profundas en contextos adversos, si se prioriza la igualdad como base del desarrollo”.
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