Una pequeña ciudad escondida: investigación busca hallar el origen de extrañas formaciones bajo el mar de Chiloé

Una pequeña ciudad escondida: investigación busca hallar el origen de extrañas formaciones bajo el mar de Chiloé.

En febrero, investigadores viajaron hasta Chiloé para verificar algo que había llegado hasta sus oídos: peculiares formaciones estaban escondidas en las profundidades de las aguas de la isla. Nadie las había visto en persona, solo eran conocidas por algunos buzos del sector. Ahora, las muestras están siendo analizadas en la Universidad de Chile para saber de qué están hechas y cuándo podrían haber surgido.


Para nadie es un secreto que los mitos y leyendas son parte importante de la cultura popular que pertenece a los habitantes del archipiélago de Chiloé. Ese legado sigue estando vivo hasta hoy, por lo mismo, algunos residentes están asociando la creencia de una posible civilización en ruinas con un asombroso descubrimiento que está siendo analizado estos días.

La primera vez que Lucía Villar, doctora en Geociencias Marinas de la Universidad Christian Albrecht de Kiel e investigadora posdoctoral del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile, escuchó de esto fue hace cuatro o cinco años atrás, cuando un alumno le contó a la rápida sobre unas raros pilares que habían en el interior del mar de Chiloé.

Como no había evidencia ni registros, todo quedó ahí y no volvieron a hablar del tema. Hasta febrero de este año.

Ese mes el geógrafo Álvaro Montaña, miembro de la organización Defendamos Chiloé y de la que Villar es asesora científica, le comentó que había viajado a la isla y que le mostraron imágenes de unas formaciones geológicas dentro del océano. Solo unos pocos habían tenido la oportunidad de presenciarlas, principalmente buzos de la zona.

Isla grande de Chiloé. Foto: MAM Chiloé.

Era como una pequeña ciudad conformada por pilares de diferentes tamaños y no se asimilaban a algo visto anteriormente. Apenas escuchó de nuevo la historia, la oceanógrafa supo que se trataba de algo único.

“Ha pasado bastante tiempo y ahora viendo la foto es algo realmente asombroso. Hay que viajar y hay que hacer algo para sacar las muestras”, pensó Villar en ese momento, según cuenta a La Tercera.

Así se armó una rápida expedición para viajar hasta la zona exacta donde se ubicaba ese lugar oculto en las aguas marinas. El mismo mes de febrero, Villar y otro investigador llegaron a la isla para embarcarse junto a pescadores y buzos.

Los científicos esperaron en el bote, mientras los buzos se sumergieron en el agua y extrajeron muestras del fenómeno. También sacaron un par de fotografías.

Ahora, las muestras están siendo examinadas por especialistas en el laboratorio del Departamento de Geología de la Universidad de Chile para descubrir cuál es el posible origen. “Es un hallazgo único, son formaciones súper extrañas, entonces a todo el mundo le llamó la atención. Acá en Geología están en llamas”, dice Villar.

Las raras formaciones geológicas dentro del mar de Chiloé. Foto: Lucía Villar.

Un refugio de vida marina

Esta ciudad sumergida, ubicada entre las aguas del continente y Chiloé, está más o menos a 10 metros de profundidad. Villar indica que hay estructuras con proporciones muy diferentes: están las que parecen ser columnas que miden entre 1 y 2 metros de altura, pero también hay unos domos que miden 50 centímetros.

“Los buzos conocen estas formaciones desde hace 40 años más o menos, ellos dicen que antes eran el doble más altas y se han ido erosionando naturalmente. Son frágiles, entonces se destruyen fácilmente”, explica.

Como actualmente las muestras están siendo analizadas en el laboratorio, expertos han identificado que venían llenas de anémonas, algas coralinas, pequeños cangrejos y moluscos. Cuando Villar viajó, los buzos que se sumergieron le contaron que las columnas son huecas por dentro, por lo que también eran un refugio natural de congrios y pulpos.

Lo que queda por determinar es cómo se podrían haber originado estas formaciones. Para ello, los científicos están considerando tres hipótesis. La primera de ellas es que podrían haber sido chimeneas hidrotermales, donde emerge fluido caliente desde una fisura de la superficie terrestre.

La ciudad oculta dentro del mar de Chiloé es un refugio de congrios y pulpos. Foto: Cortesía Lucía Villar.

Otra hipótesis es que podría ser lava solidificada que salió en esa área particular. “Eso sería un hallazgo tremendo, porque no está registrado ningún tipo de lava o algo de origen volcánico en ese sector”, recalca Villar. La tercera posibilidad es que sea magma formado al interior de la Tierra, que después se enfrió y ascendió tectónicamente hasta la superficie.

Al tener los resultados químicos de los componentes, que podría ocurrir más o menos dentro de un mes, los científicos podrán tener mayor certeza de cuál origen es el indicado y la línea de investigación que deberán seguir después.

Para los investigadores también está pendiente una misión muy importante: volver a ir al área de estudio oculta en el océano. Esta vez, deberán sumergirse sí o sí para poder medir las formaciones y sacar nuevas fotografías. Quizás si se da la oportunidad y consiguen los equipos, buscarán filmar para ver cuánta vida se esconde en esos enigmáticos espacios.

Lucía Villar, investigadora posdoctoral del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile.

Si bien es un estudio liderado por especialistas del Departamento de Geofísica y Geología de la Universidad de Chile, la científica recalca que parte importante de este proceso ha ocurrido gracias a los mismos residentes de Chiloé que han colaborado con ellos.

“Algunas personas de la isla nos comentaban ‘acá tiene que haber habido quizás una civilización antigua prehistórica o precolombina que dejó estas ruinas’. Para ellos es súper interesante, son los más interesados en saber qué es lo que hay ahí abajo”, señala Villar.

“No hay ningún registro en otro sector de Chile que sea similar a lo que encontramos aquí. Siempre he dicho que toda el área del archipiélago de Chiloé y la ecorregión Chiloé-Taitao es un lugar muy especial que nosotros denominamos como un laboratorio natural”, concluye la investigadora.

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