TV en colores, jet-set y “erotic-pop”: las claves que hicieron volar a Raffaella Carrà en la edad de oro de la música italiana

Foto: ARCHIVO HISTORICO / CEDOC COPESA

La recientemente fallecida cantante y actriz tuvo un surgimiento musical algo tardío y en una década especialmente brillante para la balada y la música popular de su país, con el despegue de figuras como Franco Simone, Umberto Tozzi, Matia Bazar y Ricci e Poveri. Según el investigador y autor de Clásicos AM, Ricardo Martínez, los éxitos de Carrà en los años 70 encuentran más paralelos en Blondie, Los Ángeles de Charlie y el hedonismo disco que en sus compañeros de generación.


Para los tiempos que maneja la industria del entretenimiento actualmente, se podría decir que la carrera musical de Raffaella Carrà partió en forma algo tardía. La italiana tenía (sólo) 28 años cuando publicó su primer álbum (Raffaella, 1971), un compilado de covers editado por el sello RCA y lanzado al mercado aprovechando el suceso que la artista provocó en su paso por el entonces popular programa de variedades de la cadena RAI Canzonissima 1970, donde además generó un escándalo entre los representantes del Vaticano por mostrar su ombligo en pantalla.

Se iniciaba una nueva edad de oro para la música popular italiana y Raffaella Carrà, que durante los años anteriores había hecho carrera en el cine y la televisión, se plantaba ante la nueva década con un estilo de showoman moderno, ágil y desfachatado -como quedó demostrado en su primer gran éxito, Tuca tuca, de 1972-, con influencias que, según se vio en los años siguientes, le debía tanto a la canción y la balada tradicional de su país como al pop en boga por esos días en Europa y a la música disco.

“Creo que lo más importante y lo más diferenciador de Raffaella respecto de la hornada de grandes intérpretes de la canción italiana, particularmente de la balada romántica de los años 70, es que su música era mucha más bailable y más festiva, no era una música tan introspectiva”, señala Ricardo Martínez, autor del libro Clásicos AM y profesor de Literatura Creativa de la UDP, consultado por los paralelos y distancias de Carrà frente a otros pesos pesados de la canción de su país de aquel entonces, como Franco Simone, Umberto Tozzi y grupos como Matia Bazar y Ricci e Poveri. Todos ellos proyectos que surgieron en la década del 70 y que desde Italia conquistaron España y Latinoamérica, muchas veces adaptando sus canciones al castellano.

“Siempre se habla del introspeccionismo italiano de los años 70, vinculado sobre todo a una crisis económica que se vivió a principios de esa década en el mundo y particularmente en Italia, por lo tanto las canciones eran más sensibles, más melodramáticas. En cambio, Raffaella Carrà hacía algo mucho más festivo, que estaba por un lado asociado a la idea del jet-set, que comienza con el primer vuelo del Concorde y la posibilidad de pasar de Europa a Estados Unidos y viceversa muy rápidamente, a vivir en fiestas, a una celebración del hedonismo, por así decirlo”, agrega Martínez, trazando una suerte de paralelo entre la música hedonista y para la pista de baile que surgió en el mundo anglo a fines de los 70, y la propuesta de la fallecida diva de Boloña, que adaptó algunos de esos elementos a un imaginario de mujeres libres y empoderadas sexualmente.

Si bien muchos de sus compatriotas y contemporáneos ya utilizaban por ese entonces sintetizadores o instrumentación electrónica, en baladas o temas pop que pegaron a ambos lados del Atlántico y terminaron en el Festival de Viña -tras su paso por San Remo-, la intérprete de Explota explota pareció distanciarse del resto al capturar mejor que nadie el zeitgeist de su época. “Por otro lado está la irrupción de la televisión en colores”, señala Martínez. “Eso le dio a sus vestuarios los colores saturados, el tema de los cuerpos de baile, y por lo tanto su espectáculo más que radial era un espectáculo televisivo, aprovechando justamente la TV en colores”.

Foto: ARCHIVO HISTORICO / CEDOC COPESA

“Si uno contrasta la figura de Raffaella con la de, por ejemplo, Franco Simone o Ricardo Cocciante, uno se da cuenta que en el caso de ella había una puesta en escena que era clave y esencial para su música. Era algo que se veía, que se imitaba, los pasos de baile y el latigazo con el cuello hacia atrás, por ejemplo. Por lo tanto era algo más moderno que esta balada que hallaba sus raíces fundamentalmente en la música napolitana del siglo XIX”, complementa el investigador.

Lo anterior no quita que Carrà no brillara también en el ámbito de las baladas. Temas como No le hagas lo que a mí, donde se instala desde una singular perspectiva para abordar una infidelidad, figuran entre los más logrados de su discografía, aunque algo eclipsados por otros himnos más pensados para la pista de baile y que hasta hoy musicalizan karaokes y fiestas de matrimonio, como Hay que venir al sur, 0303456 y Fiesta.

“No quiero decir que otros cantantes no fueran performáticos. El caso de Domenico Modugno es muy significativo, porque en el fondo él teatralizaba sus canciones. Pero nunca al nivel de despliegue físico y escénico de Raffaella Carrà”, asegura Martínez, quien más que disco, ítalo o disco o europop, define el estilo de la cantante -al menos de sus mayores éxitos- como “erotic pop, en paralelo con lo que hacía Blondie y al erotic pop televisivo de, por ejemplo, Los Ángeles de Charlie”, plantea.

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