Rosario Carvajal, la concejala que derrotó a Lollapalooza: “Esto genera un precedente de cómo tenemos que manejar los parques”

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La concejala que durante los últimos cuatro años batalló contra la realización del festival en el Parque O'Higgins, junto a la organización vecinal Barrio Rondizzoni y en pos de un plan de manejo participativo del predio, señala que la decisión de la productora de sacar el evento del recinto es un triunfo ciudadano. "Aquí no se cierra la puerta a cualquier actividad, lo importante es que estas no dañen el medio ambiente ni el entorno", asegura Carvajal, quien anuncia que ahora revisará las ediciones pasadas de Lollapalooza en busca de posibles daños y pagos pendientes al municipio.


El de hoy es un día de festejo para Rosario Carvajal. “En las redes han sido súper violentos, pero los vecinos están contentos, felices, yo también, voy más rato con ellos a celebrar”, dice a Culto la concejala de Santiago que durante los últimos años lideró la batalla contra la realización de Lollapalooza en el Parque O’Higgins y apoyó a la organización vecinal que hace una década se oponía al evento.

Luego que esta tarde la productora Lotus anunciara que ha desistido de la solicitud de uso del parque capitalino para su próxima versión de marzo, a partir de la resolución del concejo municipal de Santiago de llamar a una consulta ciudadana para evaluar su realización, el festival de música deberá encontrar un nuevo hogar, mientras que sus vecinos más críticos, organizados en el grupo Barrio Rondizzoni, reciben la determinación como un triunfo comunitario.

“Lo nuestro no es contra la empresa, si pueden hacer el festival en otro lugar sin impactar el entorno, felices”, señala Carvajal, quien horas antes usó su cuenta de Twitter para celebrar el anuncio.

“La comunidad liderada por @BarrioRondizoni logra garantizar su derecho al bienestar, el acceso al parque público y resguardo del patrimonio verde de Santiago. Vamos por el plan de manejo participativo”, posteó.

Carvajal, licenciada en Historia de la USACH, expresidenta de la Asociación Chilena de Barrios y Zonas Patrimoniales y desde 2016 concejala de Santiago -cargo al que postuló como independiente por un cupo en la lista del Partido Ecologista Verde-, dice que esto es el comienzo de algo más.

Ya en una entrevista reciente con este medio aseguró que su concejalía y las organizaciones territoriales con las que trabaja buscan instaurar un plan de manejo participativo en los parques urbanos, que les de mayor protagonismo a los vecinos. Un elemento que es parte del programa de la actual alcaldesa Irací Hassler. Al mismo tiempo, se declaró en contra de “cualquier evento masivo que le cierre la puerta a los vecinos” en las áreas verdes de Santiago, incluyendo las fondas de Fiestas Patrias, el parque de diversiones Fantasilandia y los conciertos en el Movistar Arena. Y de hecho, en la última sesión ordinaria del concejo municipal, del 10 de noviembre, fue la única concejala que se abstuvo de votar a favor de la consulta ciudadana, ya que en su opinión era improcedente.

Además, comenta que luego del caso Lollapalooza y de la presentación que hizo a Contraloría contra el festival en 2019, por los daños y el impacto del evento en el parque, su idea ahora es ir también hacia atrás. “Nosotros queremos hacer arqueología de esto, ir para atrás, revisar cuál ha sido la situación y si hay otras boletas de garantía que no se pagaron, cuánto era efectivamente el daño del parque. Queremos hacer una revisión de las ediciones anteriores de Lollapalooza y la Fórmula E”, especifica sobre los dos mayores eventos privados que se han hecho en el predio en los últimos años.

En la última sesión ordinaria del concejo municipal, el 10 de noviembre, se votó a favor de realizar una consulta ciudadana para definir el futuro de Lollapalooza en el Parque O’Higgins, pero siempre y cuando la productora presentara los permisos y documentación que desde el municipio consideraban que estaban pendientes. ¿Se llegó a entregar esa documentación en estos días?

Entiendo que no, que desistieron. Por lo que señala la alcaldesa nunca hubo ingreso formal (de esa documentación). Hasta el martes de la semana pasada el área jurídica era súper clara: aquí no se han entregado los permisos. Faltaban cuatro permisos y un plan de manejo que toma un año. No estaban los requisitos básicos.

Yo vi que ellos (Lotus) habían sido bastante críticos respecto a esta idea de la consulta, porque ellos son una empresa bastante poderosa, pero también corrían el riesgo de perder. ¿Entonces cómo planificaban si la consulta la perdían? Además imagino que le afectaba a la marca internacional involucrarse en un conflicto que a estas alturas era nacional, no sólo de un grupo de vecinos de Santiago.

¿Cuál es su lectura de lo ocurrido en este caso y de la determinación de hoy?

Es un conflicto muy interesante porque ha abierto muchas aristas. La arista de las industrias culturales, la del manejo participativo. Esto era un negocio y tenemos que empezar a discutir qué entendemos por cultura. Fue importante también para la organización vecinal, que recibió una presión indebida por parte de la empresa. Entiendo que incluso hubo ofrecimientos económicos pero los vecinos fueron súper coherentes con sus principios y eso se valora, la perseverancia con la que hace diez años vienen haciendo las denuncias. Aquí hay una trayectoria larga que no se supeditó al poder de dinero, eso como ética de las organizaciones es muy importante.

¿Qué viene ahora en el futuro del parque? ¿Consideran lo ocurrido hoy como un antecedente importante que podría marcar el camino?

Muy importante, porque lo que nosotros queremos con el plan de manejo participativo es que se establezcan los marcos para que luego el estado evalúe, las consideraciones para su preservación. Las definiciones también, porque este parque se ha manejado como un centro de eventos en las administraciones anteriores de la municipalidad. Nosotros proponemos un corredor ecológico, un área verde, que en un escenario de crisis climática marca la diferencia. Porque (el plan de manejo participativo) va a definir, por ejemplo, las capacidades de carga, qué tipos de intervenciones soporta este parque. Y eso hay que construirlo de manera participativa. Ese es el rayado de cancha para el futuro del parque, por eso nos estábamos jugando tanto con esto, porque el parque ha sido muy golpeado, con seis megaeventos al año. Y justamente con la pandemia se lograron recuperar algunas áreas.

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¿Esto significa que no podrán realizarse más eventos privados en el parque? ¿Se cierran a esa posibilidad?

Aquí no se cierra la puerta a cualquier actividad, lo importante es que estas no dañen el medio ambiente ni el entorno, que son los vecinos. Hay actividades todo el tiempo, convocatorias, gente que ensaya, que hace actividades deportivas. Por supuesto que se pueden hacer actividades mientras se hagan en función del bien común y no pongan en riesgo al parque, pero no es que ahora no vaya a haber ninguna actividad, siempre se han hecho y la idea del plan de manejo es equilibrar esa relación.

¿Qué procesos faltan para que el Parque O’Higgins pueda funcionar formalmente bajo ese modelo participativo?

Es que ni siquiera hemos empezado, empezamos recién con el plan de manejo participativo para el Parque Forestal, con el Consejo de Monumentos Nacionales, a propósito de la fórmula E en ese parque. Pero no son instrumentos que se estén usando en los parques urbanos. En ese sentido esto es importante porque va a generar un precedente de cómo tenemos que manejar los parques en el contexto de emergencia climática.

Más de alguien ha planteado en los últimos días que la salida de Lollapalooza podría generar una merma importante de ingresos para el municipio y para el propio Parque O’Higgins. Se ha postulado que el municipio no tendría los presupuestos suficientes para la mantención de ese y otros bienes de uso público, que requiere la intervención de privados.

No, no es así. Lollapalooza llegó hace diez años y el parque es centenario. Además, desde que llegó Lollapalooza y la Fórmula E, hubo destrucción del parque y eso es constatado por la Contraloría. Estos ingresos no compensan el daño y el uso. Aquí el negocio evidente era para la empresa.

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