Red Hot Chili Peppers: un kamikaze en la banda

En 1992 RHCP era una de los grupos del momento capitaneando un tour soñado con Nirvana, Pearl Jam y The Smashing Pumpkins, en promoción de un álbum brillante como Blood Sugar Sex Magik. Pero el cuarteto anidaba una bomba de tiempo a punto de estallar.


Era el turno del solo de John Frusciante y… silencio en medio de un show en Nueva York.

Flea mira en su dirección. El guitarrista no está. Luego, divisa su figura detrás de un amplificador en plena faena con un bong.

“Compadre, ¿es tu solo y estás fumando?”.

Lejos de excusarse, Frusciante desafía al bajista.

“Me voy a dar el pipazo y tocaré el puto mejor solo que jamás hayas escuchado. Y tú lo sabes”.

“Maldita sea”, evoca Flea sobre aquel incidente. “Tenía razón”.

Avanza la gira de Blood Sugar Sex Magik, publicado el 24 de septiembre de 1991, el mismo día de Nevermind de Nirvana, y el ambiente se hace cada vez más denso en Red Hot Chili Peppers. Todos por el estrellato. Menos uno.

John Frusciante tiene 21 años, este es el segundo álbum con la banda que idolatraba de adolescente, se han consagrado a nivel planetario con singles como Give it away y, sin embargo, siente algo parecido al ánimo de Johnny Rotten cuando abandonó a The Sex Pistols en 1978 porque el punk se había convertido en una farsa, con él mismo colaborando en esa dirección.

El guitarrista no consigue disfrutar la fama y la masividad. No tolera pasar de shows en clubes a conciertos en arenas. Siente que es una especie de traición a los principios punk rock del cuarteto.

El resto lleva más de cinco años grabando y girando, lo superan en edad y ya hicieron la parte dura del trabajo liderados por el cantante Anthony Kiedis, completamente decidido a conquistar el máximo sitial.

John Frusciante decide sabotear el éxito.

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El plan consiste en operar en dirección contraria en vivo. Si el grupo está rockeando duro, Frusciante suaviza sus partes. Al contrario, si la base Flea / Chad Smith y la voz de Anthony Kiedis bajan las revoluciones, ataca con volumen y agresividad. El guitarrista lo asume como un experimento artístico.

“Realmente disfruté tocando en esa gira”, afirma en An Oral Visual History by The Red Hot Chili Peppers with Brendan Mullen (2010). Cada concierto ofrecía la posibilidad de probar una dinámica pasivo-agresiva. “Estaba haciendo juegos de equilibrio”, explica, “la conexión entre cosas que son opuestas (...)”.

El experimento llega a la televisión en directo el 22 de febrero de 1992 en Saturday Night Live. En Under the bridge, el segundo tema de la noche, Frusciante tantea los acordes y ralentiza el tiempo. El incidente ha sido magnificado como un virtual desastre, alimentado por declaraciones de Kiedis de sentirse apuñalado en público por el guitarrista. Repasando el video no resulta tan horrible como se ha perpetuado, pero se palpa la tensión de la banda intentando descifrar qué diablos sucede.

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Hasta el año anterior Anthony Kiedis y John Frusciante eran los mejores amigos. Con una diferencia de ocho años, el joven músico se sentía subyugado por el cantante. “En muchos sentidos”, observa, “yo era una versión más joven e ingenua de él”, hasta que el ansia por el estrellato de Kiedis comenzó a interferir en su visión artística.

“Yo quería ser capaz de tener una buena relación con el arte” declara, “y que saliera de gira fue un paso equivocado hacia eso”.

Frusciante no solo no quería ir de tour, sino que tampoco deseaba dar entrevistas. A regañadientes acompañó a Kiedis a Europa en plan promocional, hasta que los medios aconsejaron al sello no llevarlo más por su mal trato y comportamiento extravagante.

Red Hot Chili Peppers tenía un largo y trágico historial narcótico con la muerte por sobredosis del guitarrista Hillel Slovak en 1988, y las idas y venidas de Anthony Kiedis con las drogas duras. Frusciante se embarcó en la gira con manifiesto desagrado, acompañado de su nueva novia. La regla tácita de la banda de no llevar parejas en el camino quedaba en nada.

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The Smashing Pumpkins fue elección personal de Anthony Kiedis como telonero. Chad Smith y el batero Jimmy Chamberlain de los Pumpkins se hicieron rápidamente amigos. “Nos llevamos muy bien. Es un baterista increíble, sin duda uno de mis favoritos”, asegura.

En paralelo, el ex baterista de RHCP Jack Irons, les habla de una nueva banda donde canta su amigo Eddie: Pearl Jam. Se suman a la gira, que en una de sus fases fue bautizada como Tour Menos Putas y Más Museos. Luego Nirvana, que se había comprometido previamente con la caravana, intentó echar pie atrás. Kiedis llamó directamente al grupo y les pidió reconsiderar. Entró la banda de Kurt Cobain y salió The Smashing Pumpkins por los recelos de Billy Corgan, que se negaba a compartir cartel por líos amorosos. Cobain era ahora la pareja de Courtney Love, su ex.

En el intertanto, Smell like teen spirit se había convertido en un himno y Nirvana sacaba del primer lugar a Michael Jackson. Los teloneros eran más famosos que el número principal.

“Recuerdo haber visto desde un lado”, evoca Chad Smith, “que están tocando y a la mitad del set, la apertura de ‘Teen spirit’. Nunca había visto nada igual (...) la energía de esa canción, y la gente, y su voz”.

Kiedis también se sentía seducido por el líder de Nirvana. “Me quedé hipnotizado por el carisma de Kurt y totalmente asombrado de sus talentos, especialmente la composición de canciones. Era más que un poco intimidante”.

Courtney Love y Kurt Cobain

Nirvana no provocaba ni por asomo el mismo entusiasmo en John Frusciante. En su radicalizada versión del arte en aquel entonces, Cobain y cía. representaban una versión pop del punk, una opción que odiaba por considerar que siempre debía mantenerse como territorio de los marginados, geeks y nerds.

“No quería que me gustara”, confiesa, “incluso después de escuchar la voz de Kurt y pensar que era increíble”.

Frusciante empezó a disfrutar la música de Nirvana sólo tras la edición de In Utero (1993). “Me encanta su forma de tocar la guitarra, me recuerda a Greg Ginn”, dice en alusión al guitarrista, cantante y compositor de Black Flag.

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Cuando Red Hot Chili Peppers lanzó Mother’s Milk (1989), el álbum de la reinvención tras la muerte de Slovak y el primero con John Frusciante y Chad Smith, la banda dejó atrás las salas de mediana capacidad para pasar a sitios como el Greek Theatre, con aforo para casi seis mil asistentes. “Ya no eran espectáculos de punk rock”, observa Smith. “Para la época de Blood Sugar eran arenas, lugares grandes. Podías sentir el impulso (...) fue muy emocionante para mí. Soñaba con ello cuando estaba en mi habitación, pero John no tenía los mismos sueños”.

“John consiguió una nueva novia y sólo quería estar con ella, escuchando a Captain Beefheart”, resume Flea.

La animosidad de Frusciante sobre lo que la banda había sido y el presente multiplatino de Blood Sugar Sex Magik, siguieron escalando. “Ya no éramos aquello con lo que (él) creció”, apunta el baterista. “(...) esta cosa del punk de raíces de dispararse a sí mismo estaba allí también”.

En retrospectiva, el guitarrista confiesa que atravesó una época confusa donde la salud mental lo complicaba. “Yo tenía unos graves desequilibrios psicológicos en aquella época”, explica. “Tenía este ideal de vivir la vida en lo que yo describía como un santuario sagrado. Los Red Hot Chili Peppers habían perdido mucha de la magia para mi durante el tiempo que estuve de gira. Cada vez que volvía a casa de las giras me sentía más y más vacío”.

Con 22 años, otros intereses musicales y artísticos incluyendo la pintura, y una creciente dependencia a las drogas en medio de un tour que se agigantaba, John Frusciante decide abandonar a Red Hot Chili Peppers en plena gira por Japón a comienzos de mayo de 1992. El último show del 7 de mayo en Saitama fue un suplicio. Frusciante ignoraba por completo a Anthony Kiedis.

“Mi resentimiento hacia Anthony”, reflexiona el guitarrista, “era probablemente más resentimiento hacia mí mismo por no abandonar antes de lo que lo que hice. Eso no es culpa suya (...)”.

“Tal vez lo que hago no es va a ser reconocido por la gente”, agrega, “pero así soy yo. Es mi naturaleza hacer cosas más raras y menos comprendidas (...) y ese era un camino que necesitaba tomar”.

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