James Caan: la eternidad de un titán desenfadado

El actor en 2016. Foto: Richard Shotwell/Invision/AP, File

Sonny Corleone en El Padrino (1972), el escritor Paul Sheldon en Misery (1990), el papá de Will Ferrell en Elf: El Duende (2003). Mientras el actor representó a una figura memorable para distintas generaciones, sus compañeros de profesión y directores lo recuerdan especialmente por su humor y camaradería.


Jimmy era mi hermano ficticio y mi amigo de toda la vida”. Al Pacino, nacido en 1940 en Nueva York un mes después que su compañero, despidió con entrañable cariño a James Caan. “Era tan vital y audaz. Un gran actor, un director brillante y mi querido amigo. Lo voy a extrañar”, expresó este jueves, cuando se hizo pública su muerte. Uno fue Michael Corleone, el otro, su hermano mayor, Sonny. Ambos, leyendas y unidos por siempre gracias a El Padrino (1972), la obra maestra de Francis Ford Coppola.

“Jimmy fue alguien que estuvo a lo largo de mi vida más tiempo y con mayor cercanía que cualquier otra figura cinematográfica que haya conocido”, señaló rotundo el autor de La conversación, quién conoció a Cann en los años 50 en la universidad y también lo reclutó para The rain people (1969) y Gardens of stone (1987).

En algún momento se consideró que actor y director se reencontraran en el nuevo y ambicioso filme que prepara el cineasta (Megalopolis), aunque su nombre no aparecía en las últimas informaciones sobre el proyecto. Coppola le rindió tributo afirmando que era “una de las personas más divertidas que he conocido”.

A través de su cuenta en Twitter, la familia del intérprete detalló que falleció la noche de este miércoles a los 82 años, junto con “agradecer la efusión de amor y las más sinceras condolencias” y finalizar el mensaje como acostumbraba el actor, muy activo en esa red social: “end of tweet” (fin del tuit).

Nacido en el Bronx e hijo de una familia de inmigrantes judíos procedentes de Alemania, Caan primero coqueteó con la posibilidad de ser jugador de fútbol americano, pero luego todo se encaminó hacia la actuación. Desde sus primeros proyectos a fines de los años 60 –The rain people (1969) le dio una nominación a los Globos de Oro– hasta sus cintas póstumas (alcanzó a terminar el rodaje de Fast Charlie, de Phillip Noyce, que llegará en 2023), completó trabajos en siete décadas diferentes. Dice adiós como un titán de su oficio.

En la carrera de todos los involucrados (desde Pacino hasta Robert Duvall y el productor Albert S. Ruddy), El Padrino ocupa un lugar de privilegio, irremplazable como esa joya que asoma en cada entrevista e instancia pública. El actor pasará a la posteridad como Santino “Sonny” Corleone, pero supo extender su leyenda más allá.

Junto a Robert Evans y Ali MacGraw en la premiere de El Padrino. Foto: AP Photo, File

De hecho, después del filme de mafiosos trazó una de sus mejores rachas: abrochó un gran papel en El jugador (1974), se alió con Barbra Streisand en Funny Lady (1975) y trabajó en dupla y bajo las órdenes de Mel Brooks en la comedia La última locura de Mel Brooks (1976). “Siento mucho lo de Jimmy. Era tan talentoso”, expresó Streisand al conocer su deceso.

El intérprete también se unió a Alan J. Pakula cuando el director estaba en la cresta de su trayectoria y trabajó con unos jóvenes Steven Spielberg (1941, 1979) y Michael Mann (Thief, 1981). Pero no siempre los momentos fueron dulces. Aunque la comedia romántica Kiss me goodbye (1982) alcanzó una respetable resonancia, Cann la recordaría como una de sus peores experiencias y una de las causas de su retiro momentáneo de la actuación.

Lo cierto es que también confluyeron otros factores: una adicción a las drogas y la depresión que le produjo la muerte de su hermana en 1981. Recién volvería a Hollywood en 1987 de la mano de su amigo de toda la vida, Francis Ford Coppola. Aún no estaba todo dicho en su carrera. El cine le tenía reservada Misery (1990), la película basada en la novela homónima de Stephen King en la que Kathy Bates era una fanática que lo torturaba. Gran parte de la atención se la llevó su compañera, pero en la cinta selló uno de los mejores roles de su segunda etapa profesional.

En los 90 compartiría pantalla con estrellas en ciernes como Nicolas Cage y Hugh Grant. Incluso tendría un secundario en la ópera prima de Wes Anderson, Bottle rocket (1996), protagonizada por los hermanos Owen y Luke Wilson. Adam Sandler, con quien actuó en A prueba de balas (1996), honró su memoria confesando que “siempre quise ser como él” y que “nunca dejé de reír cuando estaba cerca de ese hombre. Sus películas eran lo mejor de lo mejor. Todos lo extrañaremos terriblemente”.

También lo extrañarán quienes lo conocieron a través de Elf: El duende (2003), la cinta navideña con Will Ferrell, en la que encarnó al papá biológico del protagonista. Entrado en años, no tendría miedo de hacer cine familiar, incluso prestando su voz en las dos primeras partes del filme animado Lluvia de hamburguesas (2009, 2013).

Pero su figura imponente –esos hombros anchos que tanto han sido recordados durante las últimas horas– no se hizo más pequeña con el paso del tiempo. Tampoco el desenfado de las anécdotas que le gustaba revivir. Como cuando durante aquellos días en que Paramount barajó reemplazar a Coppola como director de El Padrino, él se mantenía firme como una roca. “No nos hubiéramos quedado en la película si Francis hubiera sido descartado”, le dijo a Variety este año, al celebrar el medio siglo de su estreno. “Habríamos tirado a su reemplazo por la ventana del piso 30″.

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