Rubén Blades, suspicaz ante el reinado de la música urbana: “¿Cantarán Despacito o Me Porto Bonito en el 2062?”

Una de las leyendas de la salsa se presenta este viernes 2 en el Movistar Arena, donde desplegará gran parte de su alabado disco SALSWING!, en que viste de ropaje orquestal el sonido caribeño. Además, aquí habla con Culto de política latinoamericana, de su trabajo como actor en Fear the Walking Dead y de un eventual retiro: "Entiendo que tengo más pasado que futuro y que mi tiempo es cada vez más limitado", dice.


Rubén Blades (74) está sorprendido. En días superpoblados de música urbana, cuando los ídolos se viralizan a toda velocidad por redes sociales y el mundo baila el pulso machacante de géneros pensados para la pista y la noche, un disco de salsa con vestimenta orquestal triunfó por sobre todo aquello.

El suyo: se llama SALSWING! (2021), escogido como Álbum del año en los Grammy Latinos de esa misma temporada y como Mejor disco de salsa en los Grammy anglo de 2022. Además, se llenó de elogios y buenas reseñas.

Todo gracias a un trabajo secundado por la big band del director Roberto Delgado, un festín de trompetas, trombones, saxos, congas, timbales y bongós que no sólo revive el costado más exuberante del cancionero caribeño, sino que también lo vincula al jazz y los timbres orquestales.

Es quizás el resultado de una carrera motivada por la búsqueda, la exploración y la salsa pensada como vehículo no sólo de fiesta y evasión, sino que también como crónica social y política de un continente en desenfrenado movimiento. Su compadrazgo creativo con Willie Colón en los 70 y 80 –con himnos mayúsculos como Pedro Navaja-, así como sus logros académicos o sus aventuras electorales –se recibió de abogado en la Universidad de Harvard y fue candidato presidencial en Panamá en 1994- demuestran las facetas de un creador que excede las meras canciones. Una suerte de intelectual del ritmo.

Blades con Willie Colón

Hasta hoy: el panameño precisamente presentará todas esas vidas este viernes 2 de junio en el Movistar Arena, acompañado de la orquesta con que alcanzó el brillo en su adultez.

¿Será su concierto de despedida en el país? Aquí, Blades se hace cargo.

-¿Cuál cree que ha sido la clave para el éxito y la aceptación de su disco más reciente, SALSWING!?

Quizás la novedad del sonido del “big band”, la calidad de los arreglos musicales y de la banda hayan resultado atractivos. Pero no sé cómo o por qué se producen o no los apoyos o los rechazos a lo que compongo o interpreto.

-¿En qué encuentra hoy inspiración a la hora de componer y trabajar en música? ¿Cómo han cambiado sus procesos de creación?

La urgencia para componer se me aparece súbitamente. Sigo escribiendo basado en lo que observo, leo, o experimento como protagonista. Habiendo ya descrito en más de 200 canciones la temática que me interesa plantear, encuentro que mi interés ya ha sido en su mayor parte atendido por mi producción.

El músico en vivo en 2017. (Photo by Chris Pizzello/Invision/AP, File)

-¿Cómo plantea hoy sus espectáculos en vivo? ¿Cómo es el concierto que mostrará este 2 de junio en Santiago?

Cada programa está compuesto de canciones, formatos orquestales y sonidos representando distintas eras en mi carrera musical. Me resulta difícil escoger cuáles temas incluir en las presentaciones, muchos aún me parecen válidos por distintas razones, y tenemos un tiempo específico para explicarlos e interpretarlos.

El concierto del 2 de junio incluye temas de los periodos junto a Seis del solar, Willie Colón, Son del solar, Estrellas de Fania, y ahora de Roberto Delgado y el big band de Panamá.

-¿Cree que el lenguaje y los mundos de la salsa hoy tienen un espacio en la escena musical latinoamericana, pese a la omnipresencia de los sonidos urbanos como el trap y el reggaetón?

Siempre tendrán espacios los diversos géneros musicales, aunque no proyecten los mismos niveles de popularidad, de ventas, o “éxito comercial”. Cada generación escoge su sonido y manera de expresión musical, y cada radio escoge su programación. Pero eso no elimina lo hecho antes, ni lo descalifica. El auge actual de formas musicales irá menguando y otro género, o corriente musical, suplirá la expectativa de la nueva generación. Así ha sido, hasta el momento.

Pero el hecho de que este año se cumplen 45 años de la salida de Pedro Navaja claramente indica que hay temas que no tienen fecha de expiración. Esa canción sigue siendo popular cuatro décadas y media más tarde. ¿Cantarán Despacito o Me porto bonito en el 2062? No sé. Pero creo que algo como Amor y control probablemente sí.

-¿Cuál es el espacio que hoy tiene la salsa en la escena actual?

El espacio creado por la continuidad y similitud de la experiencia social. Letras como Amor y control expresan realidades comunes a todos, que son incorporadas e impregnan la memoria de generaciones enteras y que se repiten, como el gen, en una espiral ininterrumpida, nuestras historias se repiten y emocionalmente reclaman espacios de expresión, independientemente de los gustos, “la payola” o los géneros musicales.

-A propósito de eso, ¿qué opinión le merece la irrupción global de un fenómeno como la música urbana, que hoy domina parte importante de los gustos juveniles, sobre todo a partir de figuras como Bad Bunny?

Cada generación creara su sonido y expresara lo que siente de la manera que considera. no me corresponde censurar, ni descalificar porque provengo de otra etapa. No censuro, pero sí discrimino: si algo no me gusta, simplemente no lo patrocino.

-La generación suya logró a partir de los años 60 y la 70 que la salsa y la cultura latina fueran reconocidas en gran parte del mundo y sobre todo en Estados Unidos, en el mercado anglo. Muchas veces a la música urbana se le asigna un mérito similar: gracias a ella, lo latino ha llegado a lugares impensados. ¿Ve alguna similitud entre el suceso actual de la música urbana y el éxito en los años 70 que tuvo la generación de la salsa y la música caribeña que usted integró y lideró?

La proyección del reggaetón y de figuras como Rene Pérez “Residente”, Daddy Yankee, Bad Bunny, Anuel, Farruko, Tego Calderón, Sech, Nando Boom, El General, comprueban el poder mundial de la música. No tiene frontera, bandera, nacionalidad, o sexo, cualquiera puede formar parte de la música y eso crea una familia internacional.

Pero el éxito, a mi entender, requiere de sostenibilidad para ser considerado como tal. Por lo pronto, la popularidad del reggaetón a nivel mundial es indiscutible. Proporciones guardadas, todo lo que sube, en algún momento baja.

-Usted, como un hombre siempre vinculado a la política, ¿tiene alguna opinión sobre los bruscos cambios políticos que ha vivido Latinoamérica en el último tiempo? Por ejemplo, en Chile llegó un presidente de izquierda muy joven, Gabriel Boric. En Colombia empezó a gobernar otro mandatario también del ala izquierda, como Gustavo Petro. ¿Le merece alguna opinión aquello y toda la agitación social que ha vivido el continente en el último lustro?

Lo importante es que cada gobierno entienda cuál es su real misión: procurar atender los intereses de sus ciudadanos y cumplir con sus obligaciones internacionales con honestidad y eficiencia. No sólo es crear oportunidades económicas; es preocuparse por ofrecer una mejor calidad de vida, para todos, no para unos cuantos. La corrupción, el “clientelismo politico”, la indiferencia civil, están destruyendo la posibilidad del proceso democrático y creando otra vez un espacio para el regreso de las dictaduras. Se requiere una reforma total del paradigma administrativo, mayor participación ciudadana, especialmente de la juventud, y liderazgos políticos con el valor y voluntad suficientes para reemplazar a la corrupción y mediocridad de las partidocracias tradicionales reinantes.

El asunto no es simplemente turnarse en la elección de gobiernos de izquierdas, derechas, o de ambidextros. Es entender la realidad, la necesidad de cada país, evaluar sus fortalezas, descubrir sus debilidades y enmendarlas, y crear planes nacionales para el desarrollo de sus recursos humanos y naturales. Todo esto es posible de lograr, y en un tiempo corto, si se contara con la voluntad civil y política para hacerlo. Pero hoy la gente quiere comerse el “omelette” pero sin que le rompan los huevos. Y eso es imposible.

-Hay artistas que en momentos puntuales de sus carreras empiezan a pensar en sus “giras de despedida”. Largos tours donde recorren el mundo despidiéndose de los escenarios. ¿Ha aparecido alguna vez en su horizonte una gira del adiós?

Hace rato que hubiese cesado de presentarme en escenarios musicales. Pero entendí hace unos años que, si lo hago, no hay otra banda que tenga el tipo de material como el que interpretamos en concierto con Roberto Delgado y orquesta. Las letras, los arreglos, los distintos formatos que usamos, desde un sexteto hasta un “big band”, ¡una banda que ha tocado por más de seis horas seguidas y nos ha quedado material por interpretar! ¿Qué otra banda puede hacerlo?

Hace cuarenta años declaré que no me veía haciendo giras más allá de los 45. Hace cuatro años anuncié que no haría más giras y ese año, por primera vez, una banda de salsa ganó el Grammy al Álbum del año, cosa que no había ocurrido antes (ya lo hemos hecho dos veces). Ahí pensé: “todavía no debo parar”. Voy a cumplir 75 y aquí estoy, por la gracia de Dios, pero entiendo que tengo más pasado que futuro y que mi tiempo es cada vez más limitado.

-Usted participó en la serie Fear the Walking Dead. ¿Qué es lo que más aportó esa producción en su trayectoria como artista?

En Estados Unidos no hay muchos latinos interpretando papeles estelares en lo que llaman el espacio “prime time”, entre 8 y 10 p.m. Mi personaje, Daniel Salazar, estuvo en ese programa por ocho temporadas, (actualmente está televisándose esta octava y última temporada), y su presencia encarna a todos los actores y actrices que podemos y debemos ser tomados en cuenta, además de representar a una población latina dentro de los Estados Unidos que produce más de tres trillones de dólares a la economía de ese país.

Si los que estamos en Estados Unidos fuésemos una nación aparte, seríamos la séptima economía del mundo. Y a pesar de nuestros aportes y contribuciones, no se nos reconocen ni se nos incluye proporcionalmente, a pesar de ser hoy el grupo minoritario más grande en los Estados Unidos.

-Cuando en 100 años más se analice el legado de la salsa y de la música latina en el mundo, ¿qué le gustaría que se dijera de usted o qué es lo que cree que se dirá de usted?

No tengo idea de qué dirán, porque eso dependerá de quien escriba el reporte. Dejo música y letras de canciones, artículos de opinión, mis diplomas de universidad, mi trabajo como servidor público, mi activismo político, que me llevó a ser co-fundador de un movimiento político y su candidato presidencial en 1994, y una vida de trabajo donde no base mi felicidad en la infelicidad ajena.

-En Estados Unidos, desde hace un tiempo se realizan grandes festivales donde se reúnen a las grandes leyendas de cada género. Por ejemplo, en 2016, el evento Desert Trip juntó a las instituciones del rock: Bob Dylan, The Rolling Stones, Paul McCartney, Neil Young, Roger Waters y The Who. En octubre, Power Trip congregará a lo mejor del heavy metal y ahí estarán AC/DC, Metallica, Guns N’ Roses y Ozzy Osbourne, entre otros. Si a usted le tocará armar un evento con sólo clásicos de la salsa, vivos o muertos, escogiendo unos seis, ¿a quiénes elegiría?

No puedo escoger solamente a seis y encima, elegir entre vivos y muertos. Sólo puedo afirmar que el aporte de todos los músicos de salsa, incluyendo al de los difuntos, continuará viviendo y alimentando al espíritu, hoy y siempre.

-A propósito de leyendas, ¿cuál es el mayor recuerdo que le dejó su relación con unas de las instituciones de la salsa, el fallecido Héctor Lavoe?

Recuerdo su sentido del humor, su voz con un timbre de “baccarat” y la lección que emana de las circunstancias trágicas de su deceso.

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