Los más grandes y bochornosos engaños en la historia de la música

Orion Technotronic
Los más grandes y bochornosos engaños en la historia de la música

No sólo Milli Vanilli engañó al mundo con cantantes que no eran. Hay patrones repetidos entre las mayores estafas anidadas en la música popular. Productores italianos sin escrúpulos y modelos que mueven los labios, son faltas reiteradas en algunos de los más sabrosos entuertos de la historia, con el público como víctima.


*Fritz Kreisler: el nombre da lo mismo

El austriaco nacionalizado estadounidense Fritz Kreisler vivió varias vidas entre 1875 y 1962. Fue médico, militar y músico. De hecho, es considerado uno de los mejores violinistas de todos los tiempos.

Se graduó a los 12 años con gran distinción en el conservatorio de París. Al poco tiempo debutó en EEUU, luego estudió medicina para volver a la música en 1899. Con el comienzo del nuevo siglo, su reputación era fenomenal en ambos lados del Atlántico y, por si fuera poco, dominaba el piano con maestría.

Cuando cumplió 60 años el 2 de febrero de 1935, hizo una revelación. Kreisler llevaba largo tiempo interpretando piezas desconocidas de grandes maestros como Vivaldi, Pugnani y Corelli, entre otros.

Fritz Kreisler

Según su testimonio, había descubierto ese material en un monasterio francés. Sin embargo, todo era mentira. Simplemente había compuesto inspirado en el estilo de cada uno. “No debería importar quién escribió las obras siempre que la gente las disfrute”, replicó a sus críticos. “El nombre cambia, el valor permanece”, sentenció.

Lejos de afectar su prestigio, el incidente disparó su popularidad.

*Orion: Elvis, sacúdete en tu cripta

Jimmy Ellis, oriundo de Alabama, intentó una carrera como cantante en 1964. No lo hacía mal, excepto por un pequeño gran detalle: imitaba descaradamente a Elvis.

En 1969 el ejecutivo discográfico Shelby Singleton compró el catálogo de Sun Records, el sello donde el rey del rock saltó a la fama, excepto sus canciones. Con cero escrúpulos, Singleton convocó a Ellis para grabar versiones de That ‘s alright (mama) y Blue moon of kentucky. Los covers fueron publicados en 1972 con información difusa, dando a entender que se trataba de tomas alternativas de los originales. Sin embargo, la instrumentación completamente electrificada delataba el montaje.

Tras la muerte de Elvis en 1977, Shelby Singleton retomó el engaño. Lanzó más canciones de las compradas a Sun Records, superponiendo la voz de Ellis con otros grandes pioneros como Jerry Lee Lewis. Los temas fueron analizados y certificados como originales en el matinal Good morning America, y también por el reputado Doc Pomus, un compositor clave en los inicios del rock & roll, y el periodista británico especializado en música Roy Carr, redactor de medios como NME y Melody Maker, quien llegó a calificar una de las canciones como “genuina” y un recordatorio “de cuando las sesiones de grabación solían ser divertidas”.

En paralelo, como si se tratara de aclaraciones y disculpas, Ellis lanzó el single I ‘m not trying to be like Elvis y el álbum By Request - Ellis Sings Elvis.

En 1978 la escritora Gail Brewer-Giorgio publicó Orión, una novela sobre un cantante sureño que, hastiado de la fama, finge su propia muerte. Shelby Singleton se frotó nuevamente las manos. Jimmy Ellis se convirtió en Orión ataviado con un antifaz que no se quitaba siquiera en los ensayos, publicando varios álbumes y sencillos de relativo éxito en las listas country. Cuando le preguntaban dónde había nacido, Orión respondía “en los estudios Sun Records”.

Orion

En 1983 se quitó el antifaz. Ante el escaso éxito lo volvió a usar cuatro años después. El 12 de diciembre de 1998 fue asaltado en una tienda de su propiedad en Alabama, junto a su pareja. Ambos fueron asesinados a tiros.

*Black Box: qué pasó ahora Marta

Hacia fines de los 80 los productores italianos Daniele Davoli, Valerio Semplici y Mirko Limoni, formaron un equipo de producción de música electrónica bailable -el mismo estilo que envalentonó a Jorge González para cambiar el sonido de Los Prisioneros en Corazones (1990)-, lanzando el single Número uno bajo el nombre Starlight.

La canción fue un éxito -noveno puesto en Inglaterra-, animando al trío a publicar nuevos singles que progresivamente conquistaban mejores posiciones en diversos listados europeos. El palo al gato llegó con Ride on time y Everybody everybody.

El primero fue el mayor hit del Reino Unido en 1989, mientras el segundo se elevó en EEUU en 1990, canciones que escalaron a otros mercados, incluyendo Latinoamérica. A esas alturas Starlight había mutado en Black Box y, lo más llamativo, la poderosa voz de ambos sencillos -si el público se guiaba por los correspondientes videos promocionales-, provenía de una chica negra despampanante, la modelo de origen francocaribeño Katrin Quinol. En rigor, Loleatta Holloway y Martha Wash eran las cantantes en ambos cortes, respectivamente.

Según los parámetros de los productores a cargo, ni la edad ni la belleza acompañaban a ambas intérpretes. Holloway tenía 43 años, Wash 36. Las intérpretes iniciaron acciones legales en contra de Black Box logrando acuerdos sustanciales fuera de la corte. La situación de Wash llegó más allá, provocando un cambio en la legislación estadounidense, que obliga a acreditar las voces en registros fonográficos y videos musicales.

El caso de Martha Wash se convirtió en paradigma de este sistema de engaños. Si bien la cantante ya tenía un portentoso currículo por participar en singles de gran éxito como You make me feel (mighty real) de Sylvester y It ‘s raining men de The Weather girls, a fines de los 80 fue reclutada por C+C Music Factory para grabar varios demos. Entre ellos, Gonna make you sweat (everybody dance now) se convirtió en un fenomenal éxito internacional, sin acreditar su participación. Finalmente en 1994 fue invitada a unirse al grupo.

*The Monkees: hagan como que tocan

“Dile al mundo que no grabamos nuestra propia música”, declaró Michael Nesmith, el guitarrista de The Monkees, a un periodista en 1967. La frustración al interior del ficticio cuarteto de rock protagonista de una sitcom en la NBC, era creciente. Los dos primeros álbumes, que contenían éxitos burbujeantes como I ‘m a believer (original de Neil Diamond) y Last train to Clarksville, habían sido interpretados por The Wrecking crew, legendarios sesionistas tras numerosos hits de los 60.

En un extraño caso donde la ficción se convierte en realidad, los miembros de The Monkees exigieron que se les permitiera tocar porque, a fin de cuentas, sabían hacerlo, además de ser actores: Peter Tork dominaba el bajo, Michael Nesmith era multiinstrumentista y cantaba, el frontman Davy Jones tocaba batería, y Micky Dolenz se batía con la guitarra.

Si bien grabaron varios álbumes y se presentaban regularmente en vivo, persistió el mote de ser un invento formado por gente que no sabía de música. También es cierto que cuando conquistaron la posibilidad de grabar, nunca lograron desarrollar un estilo en tanto sus intereses musicales diferían enormemente.

*Baltimora: otra vez los italianos

Jimmy McShane era un paramédico irlandés gay que trabajaba en la Cruz Roja, cuando conoció a mediados de los 80 al productor milanés Maurizio Bassi. McShane tenía cierto desparpajo como bailarín y un look característico con lentes de amplio marco.

Fueron motivos suficientes para que Bassi, a su vez asociado al letrista estadounidense Naimy Hackett, lo reclutara como la imagen de Baltimora, un proyecto de música new wave. El grupo inscribió uno de los grandes one hit wonders de todos los tiempos -Tarzan boy-, publicado en 1985. McShane nunca cantó el tema, sino Maurizio Bassi.

Sin embargo, para el famoso video y las presentaciones en vivo Shane se contoneaba y aparentaba cantar, como si la vida se le fuera en ello. A pesar de que Baltimora tuvo otros éxitos en el circuito europeo. nunca pudieron superar el impacto de Tarzan Boy. Jimmy McShane que, en rigor, hacía coros en el grupo, falleció en 1995 a causa del VIH. Tenía 37 años.

*Technotronic: que venga la modelo

En 1989 Ya Kid K estaba aún en la secundaria. Con 17 años, la belga de origen congolés Manuela Kamosi pertenecía a un colectivo de hip hop, cuando fue reclutada por el productor Jo Bogaert para un nuevo proyecto.

Bogaert, que había tocado blues y new wave, registraba hacia fines de los 80 varios éxitos bailables en la escena de clubes estadounidenses. Convencido de que si orquestaba música e imagen podría inscribir un hit mayúsculo, produjo Pump up the jam, una pieza que marcó un hito en la historia de la electrónica al combinar hip hop y house, con fenomenal éxito a nivel mundial. Si hay una canción símbolo del eurodance, es esta. Aunque la pieza resulta irresistible, el video protagonizado por la modelo congoleña Felly Kilingi la hizo memorable. La decisión de llevarla fue del sello. Nadie le preguntó nada a Ya Kid K.

Bogaert nunca hizo mucho por ocultar que la voz de Pump up the jam, no correspondía a la chica del video. “Ella aportó algo a Technotronic”, reflexionó sobre la maniquí en 1990. “Ella era la imagen”.

Aunque Felly Kilingi se presentó en EEUU y dio entrevistas en francés porque no hablaba inglés, el segundo video del proyecto Get up (before the night is over) tuvo a Ya Kid K como protagonista.

En 1992 Felly Kilingi publicó Time flies, un híbrido entre funk y electrónica de baja factura y nula repercusión.

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