Julio Cortázar cuentista: una mirada a su patio de juegos

Cortázar cuentista: una mirada a su patio de juegos

En las librerías chilenas están de vuelta los dos volúmenes que componen los Cuentos Completos de Julio Cortázar, que reúnen la totalidad de sus libros de relatos. Un género en el que se mostró particularmente hábil, y donde logró inventar una manera propia de escribirlos. Junto a dos expertos, en Culto repasamos un sitio ineludible de la narrativa latinoamericana.


Le puso Bestiario. Fue de las últimas cosas que Julio Cortázar alcanzó a realizar antes de abandonar la Argentina rumbo a París. En 1951, y bajo el sello Sudamericana, el autor trasandino debutó en el mundo editorial con un volumen de 8 cuentos. Todos en tono fantástico y alejados de la narrativa tradicional, marcando desde un comienzo lo que sería su literatura.

Esa serie de cuentos de Bestiario, son los primeros cuentos en los que yo me sentí relativamente seguro de haber dicho lo que quería decir. Son cuentos fantásticos, pero lo que pasa es que la noción de fantástico es una noción que el diccionario ha dividido para separarlo de lo real”, dijo en una entrevista en la TV española, en 1977.

Bestiario funcionó como un bautismo. Acaso el impulso que necesitaba el joven traductor que una vez instalado en París, comenzó a publicar otros volúmenes de cuentos igualmente ineludibles: Final del juego (1956), Las armas secretas (1959) y Todos los fuegos el fuego (1966). Recién en 1960 publicó su primera novela, Los premios.

Hoy, esos libros de cuentos, junto con los que publicó en los 70 y 80, han regresado a las librerías chilenas compilados en los dos volúmenes Cuentos Completos, editados por el sello Alfaguara. Se trata del terreno más célebre de la obra de Cortázar, la más conocida por el gran público. Y vale la pena preguntarle al español Miguel Herráez, autor de Julio Cortázar una biografía revisada (Editorial Alrevés, 2011), sobre esa dimensión en particular.

Bestiario es el primer libro de cuentos que publica, si bien le antecede La otra orilla que permaneció inédito -comenta a Culto-. Al margen de Presencia y Los Reyes, que firmó como Julio Denis y no son narrativa. Considero que Bestiario, del que antes de ser distribuido por Sudamericana ya se hablaba de él en los círculos porteños, es un volumen magnífico, que se lleva a París bajo el brazo, en el que se perfila el mundo cortazariano, universo que no lo abandona. Cortázar supo construir un esquema de cuento personalísimo”.

Por su lado, el crítico literario de La Tercera, Matías Rivas, señala: “Cortázar es genial en sus cuentos. A veces oscilan entre lo fantástico y lo real, pero son profundamente cercanos a quien los lee. La gracia de los cuentos de Cortázar es que tienen una voz entrañable, misteriosa, te dan ganas de leerlo. Además, están llenos de sorpresas. Hay mucha cosa cotidiana que las convierte en situaciones raras, como en Casa tomada o No se culpe a nadie”.

Al revisar la obra de Cortázar, se nota que son más los libros de cuentos (9) que las novelas (6), ¿se podrá afirmar que Cortázar era más un cuentista que novelista? Algo así como la argentina Samanta Schweblin, quien a pesar de publicar excelentes novelas siempre se ha definido como cuentista. Herráez señala: “Con la novela se atrevió a descoser las rígidas estructuras convencionales en español en línea joyceana. Fue certero en su puesta en escena, pero la particular mirada sobre el cuento lo eleva más”.

Matías Rivas piensa diferente: “No me atrevo a ser tan categórico. Quien dice que Cortázar es solo cuentista es soslayar las novelas. Igual tiene libros raros como La vuelta al día en ochenta mundos que también son aporte narrativo, más híbrido. Sí, es uno de los más grandes cuentistas en lengua española del siglo XX, tiene un lugar muy importante como lo tiene también (Juan Carlos) Onetti, de manera distinta, y también tiene novelas muy buenas”.

Para Cortázar los cuentos fueron algo así como un patio de juegos. Pasó por relatos tan poderosamente desatados como La autopista del sur, la inquieta calma de Continuidad de los parques, el muy emotivo La salud de los enfermos, la introducción al mundo del teatro en Instrucciones para John Howell, o incluso, esa mini novela que es El perseguidor, una entrañable (y dolorosa) historia de un jazzista trasunto de Charlie Parker, y donde además Cortázar desata su amor irrefrenable por la música sincopada. En base a esta variedad de pulsiones, Herráez destaca los rasgos principales del cuento cortazariano.

“Es el gran maestro contemporáneo que no decae. Así como el novelista quedó ahí registrado y nadie le resta su valor en contexto, el Cortázar cuentista sobrevive y deja huella a la manera que lo hizo Chéjov. Cito al ruso por su perpetuidad y reconocimiento. Algo que observo también en Cortázar. Su concepción técnica y su visión del mundo permanecen”.

Esa permanencia se debe, a juicio de Matías Rivas, en que su manera de escribir cuentos fue muy particular, a contrapelo del relato estadounidense, mucho más estructurado. “Cortázar inventó una idea de lo que es el cuento, que no tiene tensión, no es un thriller. No tiene comienzo, desarrollo y fin. No obstante, tiene algo de suspenso. Esa idea de cuento, que tiene algo de ominoso, se transformó en su legado. El lector debe colaborar con el cuento”.

A la hora de mencionar algunos cuentos, Herráez nos señala: “Me interesan todos, pero, claro, uno siempre conserva inclinaciones por títulos precisos. El primer cuento suyo que leí hace un millón de años, antes de entrar en la universidad, fue Los venenos. Me sedujo de inmediato esa voz narrativa, esa trama de la traición infantil, esa delicadeza en el dibujo. No obstante cito también El perseguidor, un antecedente obvio del Oliveira de Rayuela, o La salud de los enfermos o Cuello de gatito negroPesadillas o La noche boca arriba, todos ellos se encuentran entre mis preferencias. Los incluí, por cierto, en una antología que hice de sus relatos en 2004 para una editorial de Madrid”.

Por su lado, Rivas elige los suyos: “Hay algunos que se convirtieron en ultra conocidos, porque se estudian en los colegios. Menciono La noche boca arribaContinuidad de los parquesEl perseguidor, Casa tomada, el cuento Final del juegoAxolotl. Los primeros cuatro libros de cuentos están todos en una misma sintonía, después, en los 70 hay modificaciones, aparecen Octaedro, Queremos tanto a GlendaDeshoras, donde hay cuentos más breves, más curiosos”.

Sigue leyendo en Culto

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.