Rafael Gumucio: “En cultura, este gobierno no ha sido distinto al anterior. El otro fue un poco mejor incluso”

Rafael Gumucio: “En cultura, este gobierno no ha sido distinto al anterior. El otro fue un poco mejor incluso"

Los Parientes Pobres se llama la nueva novela del escritor nacional, donde ficcionaliza la decadencia de una familia, en una historia donde se mezclan la locura y la vejez en una clave donosiana, pero también delirante. Conversamos con su autor, quien también habló sobre la Inteligencia Artificial y el manejo de la cultura en el gobierno de Boric.


“Usted tiene un olor que me resulta familiar, le dijo el papá a la tía Ester. Su olor también me resulta familiar a mí, le respondió ella”. Así, dos viejos que ya han perdido buena parte de sus facultades mentales y que se encuentran en un asilo de ancianos comienzan a andar de la mano y entablar una relación. Hasta ahí, todo bien, el problema es que ambos son hermanos, pero no se reconocen como tales.

El hecho genera una escandalera en los 11 hijos del patriarca, que deben empezar a reunirse virtualmente para decidir qué diantres hacer. Así comienza Los parientes pobres, la nueva novela del escritor chileno Rafael Gumucio, y que se encuentra en los escaparates vía Random House. Es por lejos la mejor novela del autor, a tono con su siempre veta humorística, pero es una historia que mezcla intriga familiar, vínculos quebrados, personajes hilarantes, además de decisiones literarias acertadas, como ir jugando con diferentes narradores.

La novela muestra también el declive de una familia que alguna vez fue poderosa, que alguna vez fue sofisticada, y que ve cómo sus miembros luchan por sobrevivir, incluso de heridas que se han hecho entre ellos mismos.

En una tarde fría y lluviosa, Gumucio recibe a Culto para hablar de la novela. “Esta historia surgió de varias anécdotas. Alguna vez escuché que Henry James siempre decía que a él le contaban anécdotas pero decía cuéntame el comienzo de las anécdotas, pero no me cuentes el final. Bueno, a me pasó lo mismo. Yo he escuchado muchas anécdotas y de repente le digo ya pero no me cuentes cómo termina. Entonces, esta anécdota central, que es la del amor entre dos ancianos que son parientes, que son hermanos, la había escuchado, y a partir de ahí desarrollé la acusación entre estos hermanos y fui intentando cada vez improvisando cosas”.

- ¿Cómo fue el proceso de escritura?

- Empecé en la pandemia, escribí varias versiones, después lo edité. Me demoré mucho en darle forma, pero fue un proceso muy placentero porque entre medio escribí otras cosas, no estaba concentrado solo en esto pero lo hice con mucho placer. Me entretuve mucho editando, inventando, poniendo cosas. Pero hubo muchos descartes, muchos juegos distintos.

- Esta novela tiene mucho humor, aunque también reflexiona sobre el rol de los hijos con los padres cuando estos llegan a la vejez...

- Yo creo que las relaciones familiares, las constelaciones familiares y ser hijo de alguien es algo completamente impresionante. Es increíble que nazcamos de alguien, que seamos hijos de alguien y que tengamos esa relación. Por supuesto que ya es algo normal, pero no deja de ser sorprendente que nazcamos de otro ser humano y eso es algo que nunca perdonamos del todo. Nuestros padres no nos perdonan habernos tenido, nosotros no nos perdonamos ser hijos de ellos. Al final siempre hay algo que nunca está resuelto y que me pareció que era un buen tema para mi novela.

- Hay bastantes novelas familiares, ¿revisaste algo de eso para esta novela?

- Casi todas las grandes novelas son familiares, como Cien años de soledad, o películas como El Padrino. En muchas novelas que a mí me gustan está el tema de la familia. Pero en el fondo aquí hay una cosa simbólica, el padre de esta novela es un poco Dios y los hijos son un poco las 11 tribus de Israel. Quise jugar un poco con la Biblia.

- Hay un cambio de narrador en la segunda parte, aparece la nieta, ya que en la primera hablan los 11 hermanos ¿Cómo fuiste manejando esa decisión de pasar de múltiples voces a la de la nieta?

-Yo quería que la historia se fuera contando con distintas versiones y distintas formas, para que la historia no fuera de nadie. El popurrí de voces viene a interrumpirlo la voz de la nieta que cuenta lo mismo, pero lo ve de otra manera, y cuenta otra parte de la historia. Entonces, cada uno va contando pedazos de la historia de distintas maneras y el lector es el que tiene que construir la historia. Esa era una cosa que me interesaba mucho hacer que como la novela que leí cuando joven de Faulkner (El ruido y la furia), que estaba construida con distintos narradores. Tenía mucha nostalgia de estos libros que me formaron entonces traté de escribir uno en ese estilo. Por supuesto que Faulkner es un autor muy serio, y mi libro es bastante más humorístico.

-¿Qué fue lo más complejo del proceso de escritura?

- Lo más complejo fue tener a los 11 narradores -que son 12, si sumamos a la nieta- y que todos tuvieran algún momento. Muchos de ellos tienen una frase nomás, o apenas aparecen. Pero construir una novela con tantos narradores sin que uno se pierda me pareció que fue lo más difícil, y lo más interesante. Luego, era divertido construir una imagen clara de ese padre, que es el protagonista pero que no habla, todos hablan por él. Entonces quería contar este padre y me interesaba construir esta imagen: un padre ausente, terrible, castigador, lejano, pero en un tiempo esencial.

- De hecho hay uno de estos hijos que es delirante. Este tipo que se va caminando de Costa Rica a Chile a ver a su padre...

-También eso me costó mucho, porque era un personaje que me caía muy mal. Los parlamentos que tiene son muy ridículos y entonces es difícil convivir con un personaje que no te cae bien, pero que al mismo tiempo era el más divertido y el que más me servía para el relatos. O sea, lo necesitaba. Entonces, a veces se me escapaba, siempre tuve la tentación de cortarlo, pero cuando él aparece la novela crece, porque empieza esta búsqueda absolutamente sin sentido desde su viaje por América. Pero me costaba porque me caía muy mal.

- Hay una influencia donosiana en la segunda parte, que es una novela muy de interior, de casa. ¿Lo ves así?

- Sí, siempre tuve muy en cuenta a José Donoso. Siempre pensé mucho en él porque evidentemente son temas, obsesiones, visiones del mundo similares a los que él escribía. Lo que pasa es que por mucho tiempo me resistí a leerlo, hasta que descubrí que yo escribía novelas donosianas sin saberlo, porque el mundo en que vivía Donoso es muy parecido al mundo en que vivo yo. Ahora lo he leído y lo he disfrutado y he estado leyendo su diario con mucho placer y con mucho dolor también, porque es un diario tremendo. Pero sí, yo creo que Donoso es el final de la novela criollista. Es la mezcla perfecta entre la novela criollista y la novela surrealista, pero vanguardista. En Chile siempre ha habido dos escuelas muy grandes: la vanguardia que en Chile es académica, que es casi central, y el criollismo. Entonces Donoso termina con eso, y mi novela habla desde ese fin, un poco ironiza con estas claves, con estas señales, con este mundo. Esta novela juega un poco con la literatura chilena, desde la comedia, por supuesto. Busca ironizar con los grandes temas: el fundo, la familia, la endogamia, los hermanos, los primos. Todos estos temas que son típicos de las novelas chilenas , pero también de las telenovelas chilenas, los pongo ahí juntos para construir una comedia. Es un poco bailar con la hermana.

- En otro ámbito, ¿qué piensas de la Inteligencia Artificial?

- Me preocupa mucho, porque se han perdido muchos empleos, se han reemplazado muchos trabajos en el mundo intelectual, muchas actividades que me parece que se hacían mucho mejor fuera de la Inteligencia Artificial. Además, la Inteligencia Artificial es una gran repetidora de errores populares, como que da un poco lo mismo si algo es cierto o no, lo importante es que sea muy chévere repetirlo. La Inteligencia Artificial le da un estatus de verdad a la trampa. Yo como profesor sufro con que los alumnos usen la inteligencia artificial, pero en el fondo sufro por la trampa. O, por ejemplo, en el mundo de los libros, de la edición, es totalmente diferente si un texto lo ve un ojo humano, porque puede fijarse en errores que una máquina no puede ver. Entonces, lo que yo veo que se ha creado hasta ahora, es una enorme mediocridad. Nada más que eso.

- ¿Qué te ha parecido el manejo de la cultura durante el gobierno de Gabriel Boric?

- Desde el punto de vista de la cultura, este gobierno no ha sido distinto al anterior. Te diría que el gobierno anterior fue un poco mejor incluso. En este, no ha habido ningún énfasis en la cultura. Todavía no se entiende muy bien qué entiende el gobierno por cultura. Mucha de la gente del gobierno viene del mundo de la sociología, de las ciencias sociales que es quizá el mundo donde la ignorancia es más valiente, digamos, porque es más justificada que ningún otro. Entonces no he visto ningún trabajo en cultura, no hay nada muy muy interesante en ese sentido.

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