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30 años de Toy Story: Los juguetes que viajaron al infinito y más allá

Hace tres décadas se estrenó la película con el vaquero Woody y el astronauta Buzz Lightyear. Financiada por Disney y Steve Jobs, el filme de John Lasseter fue el primer largometraje animado de la historia y cambió la historia del género.

Woody (voz de Tom Hanks) y Buzz Lightyear (voz de Tim Allen) son los protagonistan del clásico animado Toy Story.

El 19 de noviembre de 1993, en un día que los trabajadores de Pixar recuerdan como el “incidente del viernes negro”, los ejecutivos de Disney vieron la primera mitad terminada de Toy Story. Según el actor Tom Hanks, que dio voz al vaquero Woody, su personaje era un “auténtico idiota” y los malentendidos creativos entre ambas compañías habían dado a luz una historia frágil y sin destino. El director John Lasseter, un hombre optimista por naturaleza, llegó a decir que la trama “estaba llena de los personajes más infelices y malvados que jamás habíamos visto”.

Como suele acontecer con los grandes estudios, el resultado fue la cancelación momentánea del que sería el primer largometraje de animación de la historia. El presidente de Walt Disney Animation, Peter Schneider, pidió una reelaboración completa del guión, pero además quería el fin de la disputa entre el jefe de la División Fílmica, Jeffrey Katzenberg, y el creador de la cinta, John Lasseter. En un verdadero diálogo de sordos, el primero pedía “más tensión” en la historia, mientras el director y sus hombres en Pixar buscaban agregar más referencias adultas.

Buzz Lightyear no es consciente de ser un juguete en Toy Story. jrod

Dentro de tres meses, en febrero de 1994, los guionistas de Pixar regresaron a Disney con una oferta imposible de rechazar. Woody, el vaquero parlante de trapo, pasó de ser un tirano a un tipo bastante sabio, y Buzz Lightyear experimentó el cambio que transformó totalmente la trama: no era consciente de ser un juguete, tratando de convertirse en un auténtico héroe espacial en un mundo en miniatura.

Un año y nueve meses después, el Día de Acción de Gracias del 22 de noviembre de 1995, Toy Story se estrenó en 2.500 cines de Estados Unidos. Todos tenían confianza en la calidad de la película, pero pocos en su éxito comercial, un presentimiento falso que fue desmentido por los 350 millones de dólares que ganó en el mundo ese año.

El señor cabeza de patata en Toy Story (1995). jrod

Steve Jobs, dueño de la compañía Pixar y mecenas de John Lasseter en sus momentos más necesitados, dijo antes del estreno que con 75 millones se conformaba, con 100 millones ya era rentable, pero que si la película superaba la barrera de los 200 millones, “Disney y yo ganaríamos muchísimo dinero”.

Lo último fue más que un presagio, pues las películas Pixar se transformaron en la tabla de salvación financiera de Disney por los próximos 10 años y en una fuente de creatividad, innovación, premios y dinero hasta hoy, cuando recién se observan vientos de estancamiento.

Woody y la pastorcita Betty en Toy Story. jrod

Pero además la industria de la animación cambió para siempre desde Toy Story, desatando un reguero inagotable de películas digitales que, de paso, provocó la creación de nuevos estudios como Dreamworks Animation (Shrek) o Illumination Entertainment (Mi Villano Favorito), entre muchos.

Píxeles vs. Lápices

Hasta antes de Toy Story, los mayores éxitos animados pertenecían a la animación tradicional o una mezcla de ésta con técnicas digitales y captura en movimiento. El Rey León, estrenada un año antes que Toy Story, fue realizada bajo la última mixtura de métodos. Por el contrario, en la medida que la compañía Pixar fue ganando terreno dentro de Disney, ésta se transformó en una empresa casi totalmente de animación digital.

Una de las características intrínsecas de la animación computacional fue el realismo que se le podía dar a cada escena. En cambio, por muy hábil que fuera la mano humana jamás podría igualar el detallismo de los píxeles digitales.

Esta virtud fue la que primero asombró a todo el mundo con Toy Story y su director John Lasseter la explicaba así en 1995: “Teníamos que hacer que todo pareciera más orgánico. Había que crear cada hoja y cada brizna de hierba. Teníamos que dotar al mundo de un sentido histórico. Por eso las puertas están abolladas y los suelos tienen marcas”.

Buzz Lightyear y los marcianitos verdes en Toy Story 2. jrod

Aún así, el éxito de una película depende tanto de su visualidad como de su narrativa. En ese sentido, Toy Story partió con desventaja. Nadie en Pixar tenía demasiada experiencia en guiones y no fue hasta después de la intervención de varios libretistas que se pudo lograr con la historia final.

Eso sí, la premisa de darle vida a lo inanimado nunca fue traicionada. La idea venía de una vieja obsesión de John Lasseter, quien allá por 1983 ya había sido despedido en condición de empleado de Disney al tratar de comprar el improbable guión de El Tostadorcito Valiente, sobre un tostador eléctrico, una lámpara, una aspiradora y un calientacamas.

Woody y Buzz en Toy Story. jrod

Fuera de la compañía del ratón Mickey, Lasseter se las arregló para trabajar en Lucasfilm, de propiedad de George Lucas. Ahí llegó a liderar su mini compañía Pixar y en 1988 ganó el Oscar al Mejor Corto Animado con Tiny Toy, un antecedente de Toy Story, ésta vez sobre las caprichosas aventuras de un hombre de hojalata.

A esas alturas del partido, Steve Jobs había adquirido Pixar y vio en Lasseter a un alma gemela, un visionario expulsado de Disney por ser demasiado creativo de la misma manera que él había sido despedido de Apple años antes.

Jessie y Tiro al Blanco en una imagen de Toy Story 5, con estreno para el 2026. Pixar

Bajo el paraguas financiero infatigable del magnate, Pixar desplegó alas y desarrolló el primer largometraje animado de la historia. Sería la historia de los juguetes de Andy, un entrañable relato de amistad entre un vaquero de trapo a cuerda y un astronauta presumido que dice “al infinito y más allá”, expresión que le sirve para proyectar su legado.

No es poca cosa y nadie lo hubiera esperado. Van 30 años y para el 2026 se espera el estreno de Toy Story 5, la nueva secuela de una saga inacabable que le hace honor al grito de guerra de Buzz.

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