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Guns N’ Roses, la bienvenida a la jungla en Costa Rica que mostrarán en Chile

La leyenda del rock abrió su gira latinoamericana el 1 de octubre en San José de Costa Rica, marcando su segunda visita a aquel país. Un momento esperado por su fanaticada local. Culto vio el show, el que presentarán en Chile el próximo 14 de octubre en Parque Estadio Nacional. Un espectáculo de grandes éxitos y un grupo afiatado en que luce el talento de los músicos. Esta es la crónica de una visita con lluvia tropical.

Guns N' Roses en Costa Rica.

La exuberante vegetación y el paisaje rebosante de color (hasta en sus peculiares billetes) recibió a los rockeros de Guns N’ Roses en la apacible Costa Rica, la primera semana de octubre. Una combinación, a primera vista algo extraña para el arranque del tour latinoamericano de la banda, aunque es innegable que le aportó una mística peculiar. Una bienvenida a la jungla, en todo el espesor de la palabra.

El grupo volvió a salir a la carretera, tras dos años, en el marco de la gira mundial llamada con el alambicado título Becuase what you want & what you get are two completely different things. Arrancó en mayo pasado con una presentación en Corea del Sur. El periplo prosiguió por otros destinos de Asia, que incluyó el debut bajo el sol de Arabia Saudita, además de shows en Japón, India y Emiratos Árabes Unidos. Luego, en el verano boreal realizaron el habitual recorrido por estadios europeos, para luego volver a casa y arrancar el tramo latino en Centroamérica el pasado miércoles 1 de octubre en San José, la capital de Costa Rica. Este es el que los trae a Chile para su presentación el próximo 14 de octubre en Parque Estadio Nacional.

A diferencia de nuestro país, donde se pudo ver a Guns N’ Roses en su época de esplendor, cuando eran efectivamente la banda más peligrosa del mundo, en el pequeño país centroamericano tienen una historia diferente. Debutaron allí recién en el 2016, tras un primer intento frustrado en 2010. Aquel fue un show emotivo, que tuvo dedicatoria a los afectados por el huracán Otto. Intentaron volver en 2020, pero se los impidió el brote de la pandemia. Por ello, es que el regreso era muy esperado y tiene un sabor a revancha.

Guns N' Roses en Costa Rica.

Aunque en la región está muy arraigada la huella de la salsa y la música urbana, hay una importante presencia rockera. “El rock es popular, sí, pero no es tan extensivo como el pop o el reggaetón- apunta el periodista Sergio Arce, de El Observador de Costa Rica-. Es un género muy arraigado, las bandas de rock que han venido a Costa Rica han logrado muy buenos sold out en el Estadio Nacional o en otros venues”.

El regreso de Guns N’ Roses a Costa Rica se gestó por los oficios del promotor Don Stockwell. Un hombre de presencia imponente y de larga historia en los shows del país. Por estos días cumple 20 años de trayectoria, en los que ha llevado a nombres de la talla de Aerosmith y Daddy Yankee. “Yo los traje a Guns N’ Roses hace nueve años, en el 2016. Esta es la segunda vez que los traigo -dice a Culto-. Entonces, realmente fue muy lindo reencontrarse con muchos de los técnicos y mucha gente de la producción que estaban aquí hace nueve años. Los ‘ticos’ esperaron nueve largos años para poderlos volver a tener en vivo”.

De este modo, como el vínculo con la banda ya se había establecido, Stockwell pudo avanzar con premura en la negociación para el regreso. “Llevamos un año trabajando en nuestro concierto y como los trajimos la vez pasada fue un poco más fácil, porque ya teníamos la relación. Nos muy bien la última vez que lo trajimos. Entonces, cuando nos dieron la oportunidad, estuvimos muy contentos de dar el sí y poder negociarlo”.

Guns N' Roses en Costa Rica.

A ese primer show de los Guns en Costa Rica, asistió como espectador el músico local Alberto “Beto” Durán. “Fue un show espectacular”, recuerda al teléfono con Culto. En el regreso, la vida le ofreció la chance de tocar en el mismo escenario que los Roses como bajista de Slavon, una de las tres bandas de rock “tico” que abrieron el espectáculo (además de Gëntry y Akasha). Un sueño total, para un grupo reconocido, con 25 años de trayectoria y que cultiva un hard rock de sonoridad decididamente ochentera. “Nosotros, cuando éramos jóvenes, muchachos jóvenes de colegio, nuestras bandas de ese momento eran Guns N’ Roses, Whitesnake y toda esta tendencia que se daba por allá de los 87 y 88 -cuenta Durán-. Para nosotros como músicos, ser opening de las bandas nacionales, imagínate pues lo motivados que podemos estar bajo un escenario magno e impresionante”.

El escenario se notaba imponente en el Estadio Nacional de Costa Rica, un recinto usado habitualmente para espectáculos de gran envergadura. “Es el único equipado para poder tener shows de nivel mundial como Coldplay, Paul McCartney, Lady Gaga, todos los que han estado aquí en el estadio”, explica Don Stockwell. El montaje del colosal escenario tomó seis días, en que se movieron 17 contenedores de equipo y se montaron 4 torres de delay para asegurar una buena experiencia de sonido desde cualquier punto del recinto. “La logística es magna y hay 147 personas que vienen con el crew de ellos. Realmente es una producción de nivel mundial, como esperábamos en un grupo icónico como Guns N’ Roses. Ha sido un trabajo muy duro, pero con este show culmina todo el esfuerzo”, agrega Stockwell.

En las redes sociales del fandom local, se apuntó que los músicos de la banda llegaron al país solo un par de días antes. El fervor de los rockeros “ticos” se hizo notar. “Así como pasa en otros géneros, los rockeros acá son extremadamente apasionados -dice Sergio Arce-. Son de ir hasta dos días antes para hacer fila y buscar los mejores campos para tienen espacios no numerados. Acá hay 2 o 3 pequeños venues donde hacen recurrentes conciertos de rock con bandas europeas y estadounidenses y todos se llenan”.

Slash y una Les Paul dorada en la noche de Costa Rica.

El proceso de montaje se realizó pese a que las condiciones del tiempo marcan las constantes precipitaciones en esta época del año. De hecho, el martes 30 de octubre, cayó una fuerte lluvia en San José. En Centroamérica, la lluvia es tan veleidosa como estrepitosa. Llega y cae de inmediato con fuerza durante horas. Cuando se le pregunta a Don Stockwell por ese factor, el hombre trasunta una confianza ciega. “Yo siempre digo que nunca llueve en mis shows -bromea-.Yo soy muy dedicado a la virgencita de los ángeles de Costa Rica. Puede llover antes, puede llover después, pero ya cuando arranca a las 18:30 no va a caer una gota. Bueno, solo cuando canten November Rain”.

Los nimboestratos y cúmulos cargados, marcaron el amanecer del miércoles 1 de octubre sobre San José. Culto pudo asistir al concierto de Guns N’ Roses por invitación de The FabLab, la productora que organiza la próxima visita del grupo a Chile. Ya desde tempranas horas era notoria la aglomeración de fans, que luciendo poleras de la banda, se ubicaban en las inmediaciones del Estadio Nacional. Ya había una buena cantidad de público para las 16.00 horas, cuando comenzaron a tocar las bandas locales. Y de pronto, un par de gotas levantaron el aviso. La lluvia tropical apareció con su crepitar bullicioso, lo que obligó a la gente a recurrir a las capas de agua (los paraguas están prohibidos adentro del recinto). Amainó tras un rato. Y por fin, a las 19.10, con algo de retraso, las luces de apagaron. La gente gritó desbordada por la emoción. Guns N’ Roses estaba en el escenario.

El riff de Welcome to the jungle, apropiado para el momento, abrió el show entre la ovación de los fans. Además, permite variar porque en los últimos años la tendencia fue arrancar los conciertos con It’s so easy. De inmediato siguen con Bad Obsession, marcando así la tónica del show. Se trata de un largo espectáculo de grandes éxitos, extendido en 27 canciones. “Entiendo la logística -apunta “Beto” Durán-. Como arranca aquí, ellos quieren probar toda la gira. Es decir, todo lo que es la logística, todo lo que es el sonido, las pantallas, las luces, quieren hacer prueba de todo”.

Guns N' Roses en Costa Rica.

A diferencia de la gira de 2022, que también pasó por Chile, en el setlist solo hay una canción del desechable Chinese Democracy (2008) y del EP Hard Skool (2022), es decir, se dedican por completo al repertorio que la gente desea escuchar, concentrado como hacen a menudo en el imprescindible disco debut, Appetite for destruction (1987).

Pasan temas como It’s so easy, Estranged, Mr. Brownstone y mantienen Slither, de Velvet Revolver, la banda en que tocaron Slash y el bajista Duff McKagan junto a Scott Weiland. El tono grave de la canción, parece acomodarle a Axl Rose, quien a sus 63 luce una interpretación más gastada y acotada debido al paso del tiempo. Ya no tiene ese tono raspado y rico en matices de sus años mozos, pero luce oficio. Así acomoda el fraseo y lanza los gritos en momentos muy específicos. A cambio, se ve algo más en forma que en otros años y sostiene sus habituales recorridos del escenario como un consumado showman.

El directo de la banda suena afiatado por el rodaje que han ganado con la gira. La interacción entre las guitarras de Slash y Richard Fortus, además de la presencia escénica de McKagan, sostienen el show. Cuando tocan Rocket Queen, Slash despliega su habilidad con un efecto talk box, el aparato que popularizó Peter Frampton en los 70’ (suena en la clásica Show me the way). Alterna sus solos con Fortus, el Ronnie Wood de los Guns, quien puede resultar una sorpresa para los más distraídos, pues muestra su depurada técnica, lanzando licks bien colocados y su manejo preciso de la técnica del bend. Tal como Slash, es un fan del blues y se le nota.

Duff McKagan, en el show de Guns N' Roses en Costa Rica.

Por su lado, el rubio y alto Duff McKagan es otro de los pilares del show. A su ataque de las cuerdas del bajo, agresivo y preciso, se suma su aporte en los coros y voces. “Él es de mis, bajistas preferidos -acota “Beto” Durán-. Y ese tono que tiene, tan rockero, tan punkero, tan característico. En Rocket Queen, con la introducción de bajo, increíble, es de mis canciones favoritas de Guns”.

Uno de los buenos momentos de la noche es cuando tocan su clásica versión para Knockin’ on heaven’s door, en que la banda luce su total oficio y destacan los teclados del histórico Dizzy Reed. En la clásica Double Talkin’ Jive se luce el nuevo baterista Isaac Carpenter, quien debutó en vivo con la banda precisamente en esta gira. Con su potencia, precisión y técnica, que no decae en todo el show, el músico le aporta solidez al sonido del grupo y un impulso al material más rockero de la banda.

Habitual en los Guns es el guiño al rock de los 70’ que tanto influyó a su generación. En el show interpretan su clásica revisión a Live and let die, de Wings, pero Axl sorprende en un momento al anunciar “esta es por Ozzy”. Ahí tocan con bastante fidelidad Sabbath Bloody Sabbath, el clásico tema de Black Sabbath que el grupo tocó por primera vez en el show Back to the Beginning de julio pasado. El último del “príncipe de las tinieblas” antes de su muerte acaecida apenas 17 días después. Un guiño a la fanaticada rockera que se agradece. Y no se detienen ahí, pues Slash se luce al engarzar el funkero riff de Voodoo Child de Jimi Hendrix a la coda de Civil war, otro de los momentos altos de la noche.

El concierto permite lucir a los músicos. Con su Les Paul dorada (una de las 17 guitarras que usa), Slash toca su habitual número en solitario, esta vez echando mano a una pieza clásica del r&b, Hideaway, de Freddie King. En las manos del guitarrista, el tema suena más llorado y expresivo, nada menor considerando que quedó para la historia la flamígera interpretación de Eric Clapton en el inmortal álbum que grabó junto a los Bluesbreakers de John Mayall.

Al final, Slash enlaza el tema con el icónico riff que abre Sweet Child O’ Mine, ya hacia el tramo final de la noche. Luego, a toda prisa los técnicos montan un piano en el centro del escenario; es el momento de November Rain, con los celulares encendidos y el público cantando a todo lo que da. Slash está en una noche inspirada y interpreta su electrizante solo que parece cortar el aire. Para el final, pasan la suave Patience, a tres guitarras y con el público entregado, y el doblete final de Nightrain y la clásica Paradise City, con el inconfundible arpegio inicial. El público aplaude y pide otra, pero no hay tiempo para más. Son las 22.00 horas y luego de casi tres horas de show el grupo solo vuelve a saludar y lanzar uñetas y recuerdos. Y el promotor tenía razón. La lluvia efectivamente no llegó.

Este show es el que mostrarán los Guns en su tour latino, que incluye pasos por El Salvador, Colombia, Argentina, Brasil, Perú y Ciudad de México, además de su presentación en Chile que incluirá una particular activación. Por un acuerdo entre la fundación DKMS, dedicada a trabajar por los pacientes con cáncer de sangre, y la productora The FanLab, los asistentes al Parque Estadio Nacional tendrán la oportunidad de registrarse como potenciales donantes de células madre a través de un proceso rápido, sencillo y gratuito. La activación también contará con la participación de los estudiantes de School of Rock, quienes amenizarán la espera tocando clásicos. Todavía hay entradas disponibles vía Puntoticket.

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