Megan Maxwell sobre el romance erótico: “El mensaje de Romper el Círculo es irresponsable”
Si se habla de romance erótico, la española es una de las maestras. Su perspectiva sobre los cambios en la literatura es crítica, estableciendo al feminismo como gran protagonista en las modificaciones del género. En conversación con Culto, en medio de una visita a Chile, tras diez años de ausencia, la autora se refiere al estado actual de la industria, analizando la importancia de sus novelas para la disminución del prejuicio social.
La escritora española Megan Maxwell regresó a Chile a una década de su última visita. Con sesenta años, es considerada una de las autoras de romance erótico más importantes de habla hispana, con títulos como Pídeme lo que quieras y la saga Las guerreras Maxwell. El encuentro se realizó a propósito de Una herencia salvaje, décimo tomo de la serie, en el Centro Cultural Ceina hace algunas semanas, reuniendo un variado grupo etario de novecientas fanáticas.
Su perspectiva sobre el romance literario en los tiempos actuales, con el avance del feminismo, es clave para entender su propia pluma; en conversación con Culto, analiza esta temática, junto al fenómeno del erotismo y su masificación durante la década anterior, reconociendo que Cincuenta sombras de Grey (E.L. James), al igual que sus novelas, tuvieron gran protagonismo en el cambio. Asimismo, opina sobre Romper el círculo (Colleen Hoover), obra sobre violencia intrafamiliar que ha dado de qué hablar.
“La literatura erótica siempre ha existido, aunque antes la gente no la leía libremente como hoy. Esta diferencia la hemos marcado las mujeres, Cincuenta sombras y Pídeme lo que quieras tuvieron mucho que ver”, comentó la autora a Culto en las oficinas de Editorial Planeta.
La narradora es crítica respecto a los cambios en la industria literaria, destacando la gran variedad de voces e historias que se permiten en la actualidad. Considera, sin excesivo ego, que su obra ha sido clave para el desarrollo y publicación de libros de y para mujeres, sin contenido machista y que se adapta a los tiempos modernos.
“En España hace pocos años quienes leían en el transporte público le ponían una funda al libro. Había mucha vergüenza. Ahora cada quien lee lo que quiere y lo muestra; es como si dijeran ‘mira, estoy leyendo erótica porque me gusta, y me importa tres narices’”, agrega.
Feminismo dentro y fuera de la literatura
Maxwell se autodenomina feminista. Cree que los avances del movimiento deben verse reflejados en todos los ámbitos y hace énfasis en que no tiene que ver con algo antihombres: “Para mí el feminismo significa igualdad. Cuando pienso en hombres y mujeres, los pienso a la par, no uno más arriba que el otro”, defiende.
A través de la pluma, intenta apoyar al movimiento desde su vereda: mujeres protagonistas, con personalidades fuertes y empoderadas, son el factor común. “Intento recuperar el espacio que siempre nos han quitado, esperando que la ficción se parezca un poco más a la realidad. Siempre nos dijeron que llevarnos bien entre nosotras estaba mal, pero es lo mejor que nos puede pasar, porque conseguiremos más estando juntas”, opina.
El éxito de lo erótico
Escribir literatura erótica, para Maxwell, es un acto de amor propio. Comenzó a escribir historias de romance a temprana edad, hasta juntar varios manuscritos que envió a las editoriales. Pasar del romance clásico al erótico inició como una cuestión de marketing, aunque, según sus palabras, fue algo natural: “Mi editora me sugirió que escribiera una novela erótica, me decía que siempre había sexo en mis libros así que no sería difícil. Me lancé y funcionó. Me empoderé como mujer, conecté con mi sexualidad y lo traspasé a mis lectoras”.
En ese sentido, la autora británica E.L. James marcó un antes y un después en el área con Cincuenta sombras de Grey, en 2011. Una intensa trama que incluye sadomasoquismo y escenas sexuales explícitas; la adaptación cinematográfica (2015) hizo que la popularidad aumentara a nivel mundial. Por otro lado, la primera entrega de Pídeme lo que quieras de Maxwell se publicó en 2012, considerada por muchos como una respuesta, aunque la escritora considera que es simple coincidencia: “En la novela erótica hay muchísimos libros, no solo Cincuenta sombras, lo que pasa es que fueron un boom y salieron a la par. Nunca quise que se compararan, ni tampoco que fuera una respuesta, lo que sí quería era que mi libro no se pareciera”, confiesa.
La española realiza dos comparaciones importantes: el tipo de sexo y las protagonistas. Por una parte, dice que la manera de narrar lo erótico en ambos libros es distinta, explicando que en los dos hay dinámicas de dominación, pero que el rol de las mujeres en cuanto a poder es diferente. En su opinión, la protagonista de James es “muy sumisa”, algo que no le gustaba, razón por la que Judith, su personaje principal, se caracteriza por ser una mujer fuerte y empoderada; lo habitual en sus novelas.
“Siempre intento que la narración no sea vulgar. Recuerdo una escena en la que Anastasia (Cincuenta sombras) quería hacer topless y el hombre no la deja. Me parecía absurdo. Entonces en mis libros, si mi protagonista quiere hacer topless, el interés amoroso jamás se lo va a prohibir. Son sus cuerpos, ellas deciden”, sostiene.
La representación del (mal) romance
Megan Maxwell siempre ha sido una romántica. Dice que su amor por las letras partió con los libros que leía su madre: Danielle Steel, Johanna Lindsey y Julie Garwood. Lo histórico y medieval, fueron un impulso clave para buscar tramas originales. La saga de Las guerreras Maxwell, por ejemplo, tiene su origen en esa mezcla, ambientada en el siglo XVIII.
Sumado a lo anterior, la escritora está pendiente de las publicaciones actuales. Confiesa que no tiene mucho tiempo para leer, pues publica tres libros al año en España, por lo que espera con ansias las vacaciones de agosto para ponerse al día. Entre esos pendientes, comenta que está Alas de Ónix, la tercera parte de la exitosa saga de Rebecca Yarros; también quiere leer Los siete maridos de Evelyn Hugo de Taylor Jenkins Reid y cuenta que uno de los últimos que terminó fue Romper el círculo de Colleen Hoover.
Respecto a este último, agrega que vio la cuestionada película y, si bien, ambos productos le gustaron, afirma que hay una romantización del maltrato: “Está el moreno y el rubio, algo como el bien y el mal. Por supuesto que te enamoras del moreno y termina siendo un abusador y no lo ves de primeras. El final me parece brutal, porque en el libro terminan con una especie de custodia compartida; si yo fuera la madre de esa niña, no la dejaría jamás al cuidado de ese hombre, pues no sabes lo que es capaz de hacer si ya te hizo daño a ti”, analiza.
“Creo que las segundas oportunidades existen, pero en estos temas es distinto. Han pasado tantas cosas terribles en torno a lo mismo que me parece que publicar algo con ese mensaje es un poco irresponsable”, cierra.
Romanticismo como bandera de lucha
Para la española, escribir no solo es su trabajo, sino también una forma de activismo. Notó hace ya varios años que a través de sus historias podía cambiar en cierto modo los paradigmas; por esta razón incluye temas contingentes que demuestran su punto de vista, incluso más allá de la literatura: comunidad LGBT, maltrato a los animales y a las personas, son los que más se repiten.
“Estamos en el siglo XXI, hay una diversidad enorme, hay que adaptarse a lo que somos hoy. Existen mil tipos de amor: te puedes enamorar de quien quieras, amar de la manera que prefieras y nadie tiene el derecho de venir a juzgarte”, afirma.
Respecto al romance, asegura que ha cambiado mucho con el paso de los años, en todo aspecto. En líneas generales, identifica que se ha vuelto menos machista: “Hoy el amor es más feminista”, cuenta. “Siempre me han enseñado que no necesito de nadie para ser feliz, entonces escribo desde esa posición. Cuando comencé a enviar mis libros a las editoriales, los rechazaban porque las mujeres ´tenían mucho carácter´, y me pedían que las rebajara. Me hace gracia entonces que lo que gusta hoy de mis novelas es justamente eso. Así es como han cambiado los tiempos”, afirma.
Maxwell reconoce esto último como un avance no solo para ella dentro del mundo editorial, sino que para todas las mujeres que quieren escribir y publicar. Está feliz de haber abierto camino para nuevas voces, con perspectiva de género y con los romances modernos que, según ella, necesita la literatura de hoy.
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