LT Domingo

Imágenes de un año virulento

Les pedimos a 12 fotógrafos, de distintas edades y con diferentes registros, que eligieran cuál de sus fotos resumía mejor el 2020. Salieron autorretratos, paisajes, edificios y protestas. Todas, sin embargo, tienen un factor en común: remiten a incertidumbre, a grietas y, por sobre todo, a la idea de un nuevo comienzo. Así se vio, según ellos, este año en que vivimos en peligro.

Tomas Munita
Tomas Munita

Tomás Munita (45), fotógrafo, colaborador en National Geographic y The New York Times.

Este fue un año de mucha tranquilidad, de vida en familia, sin viajes. Uno de los pocos reportajes que produje fue uno para National Geographic: en octubre, viajé al poblado de Imacita, en la Amazonía peruana. El foco era mostrar cómo se habían visto afectados los rituales funerarios en las culturas amazónicas producto de la pandemia. Para nuestra sorpresa, no era mucho lo que se había alterado. Los cambios más profundos, nos explicaron, se dieron en las décadas pasadas, cuando las tradiciones ancestrales fueron desplazadas por los rituales de las religiones traídas por los misioneros. En la foto que elegí se ve a la familia Wambi velar a una anciana de 102 años. No usaron mascarillas ni se fumigó la habitación, como recomendaban las autoridades sanitarias. La causa de muerte de esa mujer en particular era desconocida.

Zaida González (43), fotógrafa transfeminista.

Tomé esta foto durante el mes de junio, en mi casa. Era para una invitación del Museo de la Mujer (NMWA), donde nos pedían una reflexión sobre nuestra vida en pandemia. Tomarla fue un tedio: mi cámara estaba mala, le tuve que pedir la suya a una amiga y, además, hacía tiempo que no hacía autorretratos con cámara. Fue difícil, porque, debido al confinamiento, me encontraba muy irritable en ese periodo y todo me costaba más de lo habitual. Tenía que abarcar un tema no político y para mí, desde el 2019 hasta ahora, todo es político. Quise representar la precariedad de este sistema gubernamental en que nos encontramos los chilenos. También, la posición de la mujer en este periodo en una sociedad machista, donde, además de laborar, debes preparar todo en casa. No podía encantarme con esta imagen si miraba por la ventana y veía a mis vecinos indigentes. Sentía que mi fotografía era estúpida.

Pero la escogí porque es la única que he hecho a mi estilo, que refleja cómo viví este 2020.

Francisca Valdés (44), fotógrafa independiente.

Hice la foto en abril de este año, en la zona de Alhué. Esta imagen me trae muchas sensaciones. La escogí porque, para mí, representa la atmósfera en que vivimos muchos de nosotros este año.

Es la pandemia por dentro. El sentir la ausencia de lo social, una cierta orfandad e incertidumbre, que nos llevó a mucha inseguridad. Pero fue a través de eso que pudimos reconocernos y mirarnos en variados aspectos y hasta sorprendernos de nosotros mismos.

Este es un yo esperando algo de afuera. Lo bonito es que en ese esperar de afuera sucedieron cosas de adentro, y me di cuenta que lo de afuera ya no me servía. Ahí está la magia, el despertar. Eso me hizo comprender que el confinamiento fue en el exterior. Pero sirvió para darnos cuenta de que llevábamos mucho tiempo de confinamiento interno: viviendo al revés, con nuestras prioridades mal enfocadas.

Ceremonia iglesia San Francisco Alejandro Hoppe Guiñez

Alejandro Hoppe (59), fotógrafo, docente en Alpes Escuela de Imagen y Comunicación y en la UCH.

El domingo 14 de marzo fuimos con Martina, mi hija menor, a despedir a Mariano Puga desde La Plaza Los Héroes. Caminando, nos encontramos con el cortejo fúnebre, gente con lienzos y banderas en la Alameda. Tomé la foto en el momento en que el ataúd llegó a la Iglesia de San Francisco y lo bajaron de una pequeña camioneta para entrar a la ceremonia. Quien estaba ahí adentro había sido un buen hombre, preocupado de los derechos humanos. Lo había conocido en los 80 y, casualmente, mi hija también tenía una conexión especial: una de sus mejores amigas y su familia eran muy cercanas al cura. Tanto así que le pusieron Marianito a su hijo menor. Por eso Martina filmó y se lo envió a su amiga que vive en Alemania.

Fui al cortejo con un cierto distanciamiento: en todo momento estuve en la calle, no entré a la iglesia para resguardarme del virus. Al otro día supe que unas monjas habían estado con síntomas de Covid y habían ido a la ceremonia. Ese día hubo 14 contagios confirmados en la RM.

Javiera Eyzaguirre (45), directora y fotógrafa, socia fundadora de Estudio FE.

El poder capturar imágenes, llenar mi corazón y mi espíritu de belleza, se transformó en una necesidad durante estos meses.

El 31 de julio fue la primera vez que pude salir a trabajar tras el confinamiento. Pude abrir mi estudio y estaba con una necesidad de hacer ilimitada. Por eso, con un equipo, le pregunté a Mariana Di Girolamo si es que se atrevía. Y ella quiso. En esa imagen algo me pasa con lo que transmite. El rojo tiene que ver con la intensidad, con el poder, con lo femenino, pero también con el dolor. Eso es lo que fue este año: un revoltijo de muerte y vida. Morir, pero luego renacer. Por eso la flor, que representa la resiliencia de la naturaleza, pero a la vez lo power de esta actriz. Para mí no fue un año terrible, todo lo contrario: me dio la oportunidad de estar con mis hijos. Eso es importante, pues este trabajo no me ha permitido dedicarme a la maternidad. Pero este año tuve la posibilidad de ser mamá 24/7 y siento que la vida me perdonó por esa ausencia.

Paz Errázuriz (76), fotógrafa y premio nacional de Arte 2017.

Del estallido social al distanciamiento social.

En estas imágenes se puede hablar de derechos humanos, de la barbaridad, de la violencia, del dolor, de la amenaza. Y luego de la pandemia, el miedo y el desconcierto.

La primera foto la tomé en una movilización de diversos actores. El mundo de la cultura activo, que se movilizó durante el estallido social. Es una imagen que se construye junto a la participación en una manifestación de protesta.

En otro momento uno es espectadora y paciente, como en esta sala de espera.

Son fotos todavía desordenadas tratando de reflejar este año. Esto es el intento de un registro. La fotografía, antes de ser una imagen, es un momento de realidad.

Mario Téllez (48), diseñador gráfico y fotógrafo de La Tercera.

El 8 de julio tuve que ir a fotografiar el Hospital Barros Luco, pero no cualquier sala. Era una más bien lúgubre, ubicada en el sector antiguo del edificio. Ahí permanecían aquellos enfermos que no estaban conectados a ventilador mecánico y que sólo esperaban la hora de su muerte. Por eso, apenas nos recibió la doctora encargada de la sala, nos advirtió que existía una alta posibilidad de deceso de algún paciente durante nuestra visita.

Algo así ocurrió. Sólo unos minutos después de que ingresamos, una de las enfermeras anunció que había una llamada de los familiares de Filomena, una paciente de 89 años. A lo lejos se lograba escuchar el mensaje de sus bisnietos: “Besitos, besitos, te amamos mucho”, eran las palabras en la voz de un niño.

Esta imagen refleja la crudeza de las últimas horas de vida de una persona, un mundo de vivencias que se apagan y quedan en el recuerdo de sus familias, como también muchos asistentes de la salud que se esmeran por dar los cuidados necesarios para otorgar una partida digna a cada uno de ellos.

Javiera Infante (45), fotógrafa independiente.

La contradicción de 2020 ha sido la belleza de tener tiempo, de poder estar en la casa, de volver a leer. Pero sabiendo que se vivía una situación crítica afuera. Casi todo mi trabajo tiene que ver con contradicciones: fotos como esta, que tomé en noviembre, que de buenas a primeras se ven súper bonitas y atractivas. Como una naturaleza muerta súper clásica. Pero, si te acercas, ves que la rosa está bien marchita y llena de pulgones. Me interesa eso: lo bello de lo real.

marcelo segura

Marcelo Segura (36), fotógrafo de la Presidencia.

El 12 de mayo el informe de los avances de la pandemia en nuestro país reportaba 335 fallecidos por Covid-19. Según se informaba, los sistemas de salud estaban exigidos y demandados.

Ese día, el Presidente terminaba de realizar una visita a las dependencias de la Central de Abastecimiento del Sistema Nacional de Servicios de Salud (Cenabast).

Fue en ese momento que sentí que era necesario hacerle un retrato, porque es ahí, en los momentos más complejos, donde estos cobran fuerza. Por eso, cuando salíamos del galpón de la central, camino al auto para volver a La Moneda, le dije:

-Presidente, ¿le puedo hacer un retrato?

Se detuvo.

-¿Dónde? -preguntó.

La respuesta fue rápida. Me acerqué con mi cámara y tomé solamente dos fotografías, para no perder tiempo.

Ese es el único primer plano que le he tomado este año, lo que refleja que ha sido un año sin pausas.

Cristobal Palma

Cristóbal Palma (46), fotógrafo y fundador de Estudio Palma.

Esta foto es parte de una serie que estoy haciendo acerca del estallido, que comencé a finales del año pasado y he ido completando durante este 2020. La serie se concentra en aquellos lugares, fachadas principalmente, que transformaron el miedo en arquitectura temporal.

Me parece que estas especies de ruinas absurdas del 2019 nos recuerdan la torpeza de cómo a veces enfrentamos los problemas colectivos que tenemos. La llegada de la pandemia sólo acentuó esa impresión. Esos parches de lata y madera mal hechos son quizás la mejor analogía de la brillante idea que tuvimos de poner a un especulador financiero a cargo de nuestro destino.

Creo que todos este año vivimos nuestras propias mininovelas privadas, historias que pasaban casi indistintamente de la comedia al terror.

PABLO_VALENZUELA_VAILLANT

Pablo Valenzuela Vaillant (56), fotógrafo de patrimonio natural y cultural.

Alcancé a hacer un último viaje antes de entrar al confinamiento. Fue en marzo, cuando fui con un amigo a retratar el invierno altiplánico, en el sector de Visviri y Lauca. Quería sentir la emoción de ver llover en las alturas del Norte Grande. Ahí encontré esta imagen: el filo nevado del volcán Parinacota escondido entre nubes de tormenta.

Creo que esta foto refleja el 2020 que viví en dos sentidos: en primer lugar, fue mi último contacto con la naturaleza antes de la pandemia. Y en segundo lugar, la imagen muestra una ventana de esperanza, en que tras las nubes está esa naturaleza que tanta falta nos hace. En cierto modo, esas nubes simbolizan el momento que estamos viviendo, donde debemos esperar que pase esta tormenta para volver a algo tan básico como contactarnos con nuestro entorno.

Carla Mackay (41) Fotógrafa y autora del libro de fotografía Ángeles de pelo negro.

Esta foto la saqué hace un par de meses. Es la construcción que la Universidad de Chile está haciendo desde hace varios años en Arturo Buhrle, entre Vicuña y Ramón Carnicer. Ha sobrevivido a todo: la pandemia y los estallidos. Nunca antes había fotografiado edificios, pero este es parte de mi vida diaria, pues veo y escucho la construcción todos los días. Entonces me interesa registrar sus cambios.

Siento que es una fotografía autobiográfica, porque la llevo fotografiando desde el 2016. Tiene que ver con captar el paso del tiempo sobre la ciudad y las cosas. De cómo voló la fachada, el agujero que hicieron, las rejas que tapan todo, los andamios, y cómo ha ido mutando y creciendo, cambiando de color, mientras la parte trasera del edificio sigue ahí: invisible, como un recuerdo de otra época.

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