Ricardo Regufe, el colaborador que dejó el anonimato para provocar el quiebre entre Cristiano Ronaldo y Jorge Mendes

Ricardo Regufe y Cristiano Ronaldo.

El portugués es amigo de la megaestrella. Desde 2003, lo acompaña en cada uno de sus pasos. Hasta hace poco, siempre a la sombra de Jorge Mendes, el histórico representante del futbolista. Con el tiempo, fue ganando relevancia hasta ser determinante, por ejemplo, en la salida del astro del Real Madrid.


Ricardo Regufe fue, por años, exactamente dos décadas, un ladero privilegiado de Cristiano Ronado. Su amigo, por cierto, pero también un testigo anónimo de cada paso que daba la estrella portuguesa y, paralelamente, un colaborador siempre dispuesto a satisfacer cualquier inquietud del astro. Por esos días y hasta hace poco, la palabra que más pesaba para el delantero, quien acaba de vincularse al Al Nassr, era la de Jorge Mendes. El también compatriota de ambos era el representante de CR7 y lo fue hasta hace poco. “O me consigues el Chelsea o el Bayern o rompemos”, fue el ultimátum que le dio a quien por muchos años le consiguió suculentos contratos. Hoy, el delantero juega en Arabia Saudita, con todos los lujos posibles a su alrededor, donde llegó por intervención de Regufe. La relación con Mendes, efectivamente, se destruyó.

Regufe, en cambio, aumentó su influencia paulatinamente. El medio El Español sitúa su crecimiento un poco más atrás y le asigna relevancia en acciones claves previas a la determinación de llegar a un medio millonario, pero al que había despreciado desde el punto de vista futbolístico. La publicación le asigna un rol clave al ahora agente titular del astro en su salida del Real Madrid. Desde ese momento, que se produjo en 2018, CR7 ya se ha movido un par de veces: primero para vincularse a la Juventus, luego para volver al Manchester United y, finalmente, para emigrar al balompié asiático.

El consejero

Regufe es el principal consejero de Cristiano Ronaldo. Quien le presta el hombro en los momentos difíciles y quien le asesora en cuestiones importantes. También es quien le acompaña y quien participa en eventos familiares y quien puede, en alguna medida, en transformarse en su cable a tierra. “Ricardo ha pasado de ser un miembro más de toda la tripulación del astro portugués, de esa gran familia que le acompaña en todas sus grandes citas, a ser una persona inseparable para él e incluso dueña de su futuro y de su destino. Desde que Ronaldo tomó la difícil decisión de abandonar el Real Madrid, Regufe le ha ido ganando terreno a Mendes hasta provocar la ruptura entre ambos”, describe la publicación ibérica.

También ha fracasado en sus intentos. Como cuando no pudo evitar la entrevista que Cristiano concedió siendo jugador del Manchester United, en la que reveló su incomodidad en el club en el que antes se había consagrado. En el fondo, porque por muy cercano sea, su ilustre pupilo tiene margen para adoptar decisiones autónomas. Aunque a veces se equivoque y los errores sean doblemente resonantes. “Me siento traicionado, me trataron como una oveja negra”, declaró a Piers Morgan uncensored, de la cadena Sky. También disparó munición gruesa contra el técnico Erik ten Hag.

Cristiano Ronaldo, en el Al Nassr (Foto: Reuters)

Regufe es, también, un jugador inteligente. Y, como Cristiano, supo moverse en el área en el momento preciso para conseguir su objetivo. Cuando tuvo que optar, se olvidó de que sigue siendo parte de Gestifute, la empresa de Mendes, para adoptar decisiones determinantes respecto del principal producto que ofrecía la firma. Identificó su momento y actuó en consecuencia.

Si antes era conocido como ‘el amigo de’, una faceta que igualmente le generaba réditos y que le permitía lucirse en las redes sociales siendo parte de las actividades del artillero surgido en el Sporting de Lisboa, la época en que se formó el vínculo, ahora es el encargado de gestionar esa agente y, en lo principal, los millonarios contratos que conlleva. El último, de hecho, lo sitúa en una posición histórico: se trata, nada menos, que del mayor contrato en la historia del deporte, a razón de 200 millones de dólares por año. La relación está pactada en dos años y medio. En ese lapso, todos facturarán a manos llenas.

Astucia y confianza

La salida de Cristiano del Real Madrid da cuenta del poder y de la astucia de Regufe. De hecho, se le asigna un rol clave en la tensión que terminó por romper el idilio con los merengues. Lo que probablemente no midió fue que para la Casa Blanca esa situación terminaría siendo cómoda, pues el goleador se había transformado en una figura difícil de llevar. Y menos que Florentino Pérez sería, en definitiva, más efectivo y conseguiría su objetivo de deshacerse de él.

Regufe, por cierto, luce una trayectoria profesional atractiva, más allá de su vínculo con CR7. De hecho, fue su olfato comercial el que lo llevó a transformarse en inseparable del jugador, en la época en que ejercía como gerente de marketing de Nike, la firma que ha patrocinado al futbolista en toda su carrera.

La confianza es tal que Cristiano ha llegado a imponer como condición la presencia de Regufe en espacios habitualmente vedados para cualquier persona. Un ejemplo reciente está a la mano: en el Mundial de Qatar, fue parte del cuerpo técnico de Portugal. En esa condición, tuvo acceso a todos los espacios posibles. Básicamente, porque el ariete necesitaba tenerle cerca. De hecho, en varias oportunidades, hubo que ‘inventarle’ una especialidad. A veces, se le presentaba como preparador físico del futbolista. Ciertamente, la presencia no les agradaba a todos. De hecho, esa es una de las explicaciones para la tensa relación entre el jugador y Fernando Santos, el técnico del combinado luso.

En el intertanto, Regufe siguió realizando su principal trabajo: intentar el que, probablemente, será el último gran golpe de mercado vinculado a CR7. Y, otra vez, se movió con lucidez. A la espera de que apareciera un interesado de primer orden, como el que el delantero le exigió a Mendes, quien no tuvo éxito en la gestión, mantuvo fresco el interés árabe. La jugada resultó plenamente. Los petrodólares, incluso, derribaron convicciones que, en algún momento, Cristiano Ronaldo quiso hacer aparecer como dogmas. Ya no despreciaba el destino. Ahora, disfrutaba a cuenta.

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