Yamahl Naser (60), dueño de clásica librería en Meiggs: “Hay ambulantes que ganan 2 millones en medio día, pero no pagan un solo impuesto”

Yamahl Naser, propietario de El Sultan, en el local de Bascuñán Guerrero. Foto: Andrés Pérez

El propietario de El Sultán, uno de los comercios más antiguos del tradicional barrio, saca la voz para contar, desde adentro, cómo ha afectado el comercio callejero a los locatarios. Asegura que el problema, pese a la estrategia de seguridad que ha levantado la delegación presidencial de la Región Metropolitana, se mantiene casi igual y advierte que en septiembre, con la llegada de las Fiestas Patrias, volverá a agudizarse. "Las mafias han existido siempre", dice.


Yamahl Naser (60), el dueño de la clásica librería El Sultán de Salvador Sanfuentes, en el corazón del barrio Meiggs, aún sufre por el incendio que en enero del año pasado la consumió casi por completo. El autor fue un vagabundo que intentando capear el frío avivó un fuego que terminó destruyendo buena parte de los casi 70 años de historia del local.

Fue un síntoma más, dice, del abandono que por años ha sufrido el polo comercial, hoy asediado por el comercio callejero. Está agobiado. Asegura que el problema, pese a la estrategia de seguridad que ha levantado la delegación presidencial de la Región Metropolitana, se mantiene casi igual y advierte que en septiembre, con la llegada de las Fiestas Patrias, volverá a agudizarse, repitiendo imágenes que han marcado negativamente al barrio. Está asociado con más locatarios, pero en esta entrevista habla a título personal.

¿Pero en qué momento se desbordó el comercio callejero?

Fue con la alcaldesa (Carolina) Tohá. Ahí se otorgaron una cantidad de permisos impresionante, no solo para Meiggs, sino para el centro o para el barrio Franklin, entre otros. Con ella no se respetó el acuerdo que había con los locatarios de no colocar toldos frente a los locales, obstruyendo el paso. De ahí, los otros alcaldes hicieron vista gorda.

¿O sea, este es un problema histórico?

El alcalde (Jaime) Ravinet lo había controlado, pero con (Pablo) Zalaquett el problema regresó. Con él, se otorgaron permisos precarios para personas que no podían encontrar trabajo, principalmente personas con discapacidades físicas. Pero estos puestos comenzaron a multiplicarse y al final se decidió construir un paseo por Salvador Sanfuentes, entre Bascuñán Guerrero y Exposición. Se suponía que esto iba a estar bien estructurado, pero los puestos comenzaron a agrandarse, a ocupar más espacio público y dejaron de ser de ayuda social, sino que se transformaron en verdaderos locales comerciales que vendían muchísimo, pero sin pagar impuestos.

¿Y ya en ese tiempo había mafias controlando el espacio público?

Eso ha existido siempre, desde que descubrieron que era un muy buen negocio y que no tenía control alguno.

¿Cómo operan estas mafias?

Antes, había una persona que cobraba un monto a los locales a cambio de protección. No tengo las pruebas, pero es sabido que esa persona cobraba de todos los puestos un monto mensual de 50 mil pesos, aproximadamente, antes del estallido social. Pero hoy, lamentablemente, esto ya se trasladó a los locales establecidos también. Y a los callejeros ya no les cobran por protección, sino por dejarles colocar su paño en el piso… A ese nivel evolucionó esto.

¿Estas mafias son chilenas o extranjeras?

Ambas. Quizás, al principio fueron los extranjeros, porque esto no se había visto antes, pero como el chileno aprende rápido cuando se trata de delinquir, comenzaron a hacerlo ellos también. Y es triste, porque ahora todos caminamos con miedo por el barrio. Yo siento miedo salir a comprarme una bebida, mis trabajadores sienten miedo al llegar al Metro, que está a dos cuadras. ¿Qué es peor que sentir un miedo que no te deja vivir normalmente? No puedes sacar ni el celular para contestar un llamado o lo que es peor, puedes morir buscando el sustento para tu familia.

¿Cuáles son los problemas que sufre el barrio Meiggs?

Hay dos problemas grandes. Uno, es la cantidad de migrantes ilegales que buscan la forma de ganarse el sustento vendiendo en la calle, con la permisividad de las autoridades para ello. El otro, es el comercio con patente de la calle, pero que no tiene un control tributario sobre las ventas que realiza. Ellos contratan a cualquier trabajador, sin ningún tipo de contrato, y le ofrecen 300 mil pesos para que trabajen y listo. Pero este problema no es solo de Meiggs, es de todo Chile y pasa porque las autoridades lo permiten. Yo no digo que todos los comerciantes callejeros sean malos, porque también hay gente honesta, de trabajo, pero lamentablemente se han metido otras personas y los gobiernos no han estado a la altura, han mirado para el lado.

¿Cuánto llega a ganar un local ambulante?

Veo que andan en autos de lujo, nuevos o casi nuevos, lo que demuestra que esta actividad reporta muchas ganancias. Uno camina por el barrio y escucha cuánto ganan, hay gente que llega a los dos millones en medio día, en efectivo, y de eso no se paga un solo impuesto. Tampoco pagan basura, unos pocos pagan el permiso municipal, no le imponen a sus trabajadores… Es decir, hacen todo fuera de la norma.

¿Qué porcentaje de toldos azules cuentan con permiso?

Yo diría que el 30 por ciento, no más. Pero ambos ganan mucha plata y, como ninguno paga impuesto, pueden vender más barato que un local establecido. Solo en mi cuadra, Bascuñán Guerrero, hay 150 puestos y los mismos que ya contaban con el permiso han debido bajarse de la calzada a la calle para que no venga otro a quitarle el espacio, porque si no, no venden.

¿Cómo evalúa la estrategia de seguridad que están desarrollando ahora las autoridades?

Hay cambios puntuales en las calles San Alfonso, en Exposición, en Bascuñán Guerrero, pero todos de la Alameda hacia el sur, y solo las dos primeras cuadras. También se sacaron un par de puestos que se habían ubicado en el bandejón central de la Alameda, pero en las calles Salvador Sanfuentes o Unión Americana están llenas. Y con Carabineros ahí mismo, pero no pueden hacer nada.

¿Por qué no pueden hacer nada?

Porque esa es la instrucción. Solo cuidan los tramos que le mencioné, pero en el resto dejan que ocupen. Es cierto que ahora son muchos menos que los que había en marzo, pero también es porque las personas en puestos callejeros que pagaban permiso debieron imponerse y decir que si llegaban los ilegales iba a quedar la escoba.

¿A cuánto estamos de que ocurra eso?

Va a bastar con que los carabineros salgan de Bascuñán Guerrero, o no sigan cuidando las vías, para que la gente vuelva a tomarse las calles. En esta época, la actividad comercial del barrio es baja, porque los estudiantes están de vacaciones, pero se viene septiembre, Halloween y Navidad y ahí todo se reactiva. Por eso, si no se ordena todos esto ahora, esto seguirá estando descontrolado.

¿Qué tan profunda es la crisis para los locatarios?

Está terrible, hay muchos entregando sus locales. Hay locales que llevan seis meses sin conseguir arrendarse y además los arriendos han bajado un 30 por ciento. En Bascuñán Guerrero estaban las Broncerías Chile, que son tradicionales para nuestro país, y debieron cerrar porque consumían drogas afuera de su local y hasta entraban a amenazarlos, no podían estar ahí. Imagina que las empresas de telefonía o servicios básicos no vienen por la inseguridad. Yo tuve que amenazar con ir al Sernac a mi proveedor de internet, porque no quería venir a reponerme el servicio. El comercio callejero nos ha perjudicado en todo orden de cosas.

¿Cuánto ha dejado de percibir usted de ganancias?

A lo que ganaba en 2019, prácticamente un 80 por ciento menos. Diría que desde 2018 comenzó la caída, ahí debí despedir personal, pasé de tener 50 trabajadores a solo 24.

¿Ha sufrido amenazas?

Solo una vez. Me insultaron y los encaré, pero no pasó a mayores. Me dijeron que caminara con cuidado, fue en marzo de este año. Nunca he tenido problemas con nadie, pero creo que es también porque soy conocido en el barrio.

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