Columna de Nicole Jenne: Las FF.AA. y el creciente autoritarismo en la gran potencia

Foto: AP


Por Nicole Jenne, Directora Centro de Estudios Asiáticos UC

El Ejército chino se ha vuelto cada vez más poderoso e influyente sirviendo como instrumento de la política exterior a la vez que el poder competitivo de China se ha ido incrementando cada vez más. Al mismo tiempo, desde que Xi Jinping asumió el triple liderazgo del Estado, el Partido y las Fuerzas Armadas en 2013, ha intervenido la institución militar para afianzar su poder internamente. Se espera que el Congreso del Partido Comunista que culmina hoy, un evento político que se celebra cada cinco años para anunciar las prioridades del PCCh y los nuevos liderazgos, confirmará a Xi Jinping en el poder por un inusual tercer mandato. Inusual no porque fuera inconstitucional –el límite de dos términos consecutivos fue abrogado en 2018– sino porque se contrapone a lo que han buscado los líderes anteriores durante más de dos décadas: designar a un sucesor después de dos términos como secretario general del PCCh para evitar repetir el culto a la personalidad como sucedió con la figura de Mao. Esta tendencia a la autocratización promovida por Xi, ¿significará un incremento en el papel político de las Fuerzas Armadas chinas?

Es poco probable que el Congreso realice cambios significativos en un sistema donde las FF.AA. son tan politizadas como profesionales. El potenciar al Ejército Popular con recursos e influencia política es parte del llamado “sueño chino” de Xi –un país poderoso requiere de unas Fuerzas Armadas poderosas–. Al mismo tiempo que la institución militar ha ganado peso en Beijing, Xi como comandante en jefe ha equilibrado la relación entre FF.AA. y el partido. Su principal instrumento ha sido la concentración de control en sus propias manos.

En el XIX Congreso Xi incrementó su autoridad militar como presidente de la Comisión Militar Central reduciendo el número de generales en el máximo órgano decisorio militar y asegurando que los integrantes pertenecieran a la misma fracción del partido a la que él pertenece. Purgas contra oficiales de alto rango por cargos de corrupción han favorecido que cúpula militar sea leal al líder político. Un renovado impulso hacia una modernización del Ejército Popular, que incluyó cambios organizacionales en diferentes niveles, también reforzó el control civil.

Por ahora, el modus operandi definido por el Partido Comunista y practicado por Xi, aquel en donde la política está en control de las armas, mantendrá el estatus quo de la prosperidad autoritaria en China. No obstante, cuando llegue el momento en que Xi tenga que renunciar a su cargo, la concentración de poder y control en sus manos puede representar un desafío insuperable para quien le suceda.

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