Columna de Rodrigo Guendelman: Barrio Maestranza, ejemplo de vivienda social en Chile



Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna

“Abramos el diálogo para lograr el acceso a la vivienda y a una ciudad justa”, fue el llamado de la 10ª Conferencia Internacional de Ciudad, que organiza la Cámara de la Construcción y que se realizó a principios de julio. Una de las invitadas a participar en el panel de conversación del primer día fue Doris González, vocera por casi una década de Ukamau, “una organización que lucha por el derecho a la vivienda, a la construcción de barrio como unidad social indispensable, por el derecho a la ciudad como una necesidad básica y por el derecho humano inalienable a una vida buena para nuestras familias y para todas las familias de nuestro país”, explica su sitio web.

Doris pudo relatarnos el desafío que significó llevar a término, después de casi una década, un proyecto de vivienda social para más 400 familias en terrenos que pertenecían a la Empresa de Ferrocarriles (EFE). Un desafío inmenso y atrevido: auto gestionado, en el mismo territorio donde los antepasados de estas familias fundaron la Población Los Nogales a fines de los años 40, con excelente conectividad, así como un metraje mayor a la vivienda social estándar (62 m2 versus 55 m2). Y algo más: con la participación del gran arquitecto Fernando Castillo Velasco. De hecho, se puede considerar a Barrio Maestranza como su último proyecto o, más bien, su proyecto póstumo.

Tantos ingredientes potentes me abrieron los ojos. Esta semana pude conocer el proyecto en persona y, el mismo día, entrevistar a Doris en la radio. Durante el par de horas en que Doris me acompañó en el recorrido por los departamentos y los espacios púbicos del proyecto -fue entregado a sus nuevos propietarios el año pasado- lo que más vi fueron caras sonrientes, vecinos orgullosos de su hogar y su barrio, un gran sentido de pertenencia. En una palabra, dignidad.

Barrio Maestranza es un ejemplo de participación ciudadana, de esa de verdad, donde las personas se integran desde la génesis, su opinión es tomada en cuenta y genera cambios. Barrio Maestranza es también un ejemplo de que es posible que una institución fiscal (EFE) traspase terrenos no utilizados al SERVIU y esas hectáreas (10 en este caso) permitan la integración social y que cientos de familias puedan vivir conectadas con los servicios y el transporte público de la ciudad. Y hay muchos argumentos más que distinguen a este proyecto y lo convierten en un caso para conocer e inspirarse. En dos de las tres piezas que tiene cada departamento, caben camas grandes, de las más grandes. Eso, como dice Alejandro Aravena, se llama hacer los proyectos con ADN de clase media. Parto con una cama chica y, cuando mi situación mejore, agrando mi cama y mejoro mi confort. La altura es de 2 metros y 30 centímetros, igual que los departamentos que se venden en comunas de clase media y clase alta.

El cableado de la iluminación de los espacios públicos (que son grandes, pues Barrio Maestranza está construido de una manera en que se genera un gran espacio común al medio del proyecto) es soterrado. Y hay que sumar una característica notable: los propietarios estuvieron dispuestos a ceder una pequeña terraza en cada departamento a cambio de hacer pasillos de dos metros de ancho, los que conectan en forma horizontal con todos los departamentos del piso. Es decir, en vez de vincularme únicamente con mis vecinos de arriba y abajo a través de la escalera, aquí me conecto y me relaciono socialmente de manera vertical y horizontal. Un homenaje, además, a la arquitectura de Castillo Velasco en la Villa Portales.

¿Fue fácil lograr esto? Para nada. Implicó varias movilizaciones, enfrentar un sistema rígido en cuanto al desarrollo de viviendas sociales y prejuicios. “Nos cuestionaban que el proyecto tuviera estacionamientos. ¿Para qué quieren eso si son viviendas sociales?, nos decían. Ahí uno se da cuenta de lo alejadas que están estas personas que ocupan puestos de gerencias, de la realidad y del contexto en el que vive la mayoría de las personas. Y eso no sólo ocurre en la empresa privada; también en el Estado hay una ignorancia profunda de cómo se vive hoy en las poblaciones y barrios; se quedaron con la caricatura de los años 40 o 50 y piensan que todavía andamos a pata pelada. Costó bastante dialogar con ellos por este tipo de prejuicios”, comenta Doris González en una entrevista de Ciper. Claro que costó. Pero Barrio Maestranza es hoy una notable realidad. Un ejercicio de vivienda digna que esperemos, sea algún día la regla y no la excepción.

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