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Bird, 1959 (Kristian Solmer Vedel)

Kristian Vedel. "El punto de partida para el trabajo de un artista industrial debe ser siempre que él, desde su propio punto de vista, y más objetivamente posible, toma una posición con respecto a lo que siente la sociedad y las necesidades de sus semejantes; él, personalmente, debe tomar una posición sobre las posibilidades existentes, pero también sobre sus responsabilidades".

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Quizás uno de los diseñadores escandinavos, para nosotros, más desconocido es Kristian Vedel (1923 -2003, Dinamarca). Pero lo cierto es que fue uno de los más geniales de lo que se conoce como estilo nórdico. Se adjudicó en 1957 la medalla de plata en la Trienal de Milán por sus muebles para niños, también en la trienal ganó una medalla de oro por una serie de platos de plástico apilables y varios más del circuito de diseño europeo entre los años 60 y el 2000. Su formación provino de la artesanía, de la carpintería, la que completó junto a Kaare Klint en el Departamento de Muebles de la Real Academia de Bellas Artes de Copenhague. Entre los años 1968 y 1971 Vedel organizó y dirigió el Departamento de Diseño Industrial en la Universidad de Nairobi, Kenia, y en los 70 fundó el estudio de diseño Thyholm, en el noroeste de Jutlandia. Dada su trayectoria tuvo un papel decisivo en el establecimiento de la Sociedad de Diseñadores Industriales de Dinamarca y sirvió como primer presidente de ésta, desde 1966 hasta 1968.

Todos estos son datos históricos de un creador que ayudó a definir con su oficio lo que entendemos hoy del diseño. Pero, ¿qué tiene el diseño escandinavo que no tiene el resto? Al tomar este pajarito de encina y ojos de nogal, que no es más que dos bolitas que a través de un juego muy simple permiten que la cabeza sea movible pero estable, uno piensa si es una pieza decorativa. Y lo es. Aunque objetivamente, su motivo de ser, es ser un juguete. Este pajarito, objeto de deseo y juguete, algo tiene de emocional, de básico, de simple, algo que nos invita decidir el modo en que se afirma la cabecita, a tocar a experimentar. Es decir, cumple con su objetivo, con aquello que el diseño pretende. La diferencia, es que Vedel ideó esta pieza hoy de colección, como parte de su tarea diaria, de su oficio y lo hizo de modo responsable. Por lo mismo, se preparó para ser un gran trabajador de la madera, del pulido, de la artesanía, del tallado y la marquetería, comprendiendo en esencia no sólo la necesidad, sino la forma y el material. Y quizás ahí y sólo ahí está la respuesta de por qué piezas como éstas nos provocan encantamiento.

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