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Complicidad

Familia y trabajo. Son factores cómplices en la casa de la artista Josefina Guilisasti, porque aquí se comparten dos mundos, dos vivencias, de un modo ejemplar. Hace cinco años decidió unir taller y hogar, excluyendo límites entre el trabajo y lo cotidiano. Aquí armó su mundo personal, tan particular que cada rincón ha sido ambientado con detalle y paciencia, como lo representa también su obra pictórica.

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ESTA ES LA CASA

de una artista, una creadora con todas sus letras, porque su talento no solo se demuestra en sus minuciosas obras, sino también en el lugar donde vive. Aquí todo se une, vida y trabajo, cotidianidad e inspiración.

Josefina Guilisasti pasa gran parte del día en su casa ubicada en Las Condes, porque aquí realiza su vida familiar y se encuentra su taller. Llegó hace cinco años a este tranquilo sector buscando cercanía con el colegio de sus dos hijas y un lugar que conservara la vida de barrio, de vecindad, almacenes, parques y caminatas.

Junto al arquitecto Patricio Mardones Hiche remodeló por completo una construcción de dos pisos ya existente, dándole un estilo contemporáneo, práctico y de espacios integrados. Cocina, comedor y living se proyectaron dentro de un mismo perímetro, sin muros ni divisiones, lo que unido a la decoración que se incorporó, resumida y de gran diseño, genera un ambiente descansado y visualmente limpio.

Aquí Josefina transita de un lado para otro, sus hijas entran y salen, los perros deambulan y las visitas que llegan a verla al taller recorren la vivienda como otro invitado más. Esta es una casa vivida, dinámica. “Quise armar un espacio agradable para habitarlo y al mismo tiempo trabajar cotidianamente en él. Aquí todo se relaciona, no existe el límite entre lo cotidiano y el trabajo, esto me gusta muchísimo porque me ha permitido estar más presente en ambos bandos”, explica.

Al igual que en sus obras, donde hay un criterio selectivo y detallista, en la decoración también queda incorporado su gusto personal, privilegiando pocos elementos, mucho diseño de autor, maderas nobles, linos y obras de otros artistas que ha ido recolectando a través de los años.

Dos sofás de la diseñadora italiana Paola Navone, de la marca Gervasoni; la lámpara Tizio, de Richard Sapper; la mesa de comedor, del diseñador Enrico Franzolini, y las sillas Butterfly, además de obras de artistas chilenos como Álvaro Oyarzún y Francisca Valenzuela son parte de la decoración de esta casa. Y así sigue la lista de autores presentes, porque cada objeto tiene un nombre detrás, una procedencia, una originalidad, habiendo sido todo seleccionado cuidadosamente por Josefina.

Tanto este sector común como el taller de trabajo enfrentan al exótico jardín trasero, un terreno que conserva antiguos nogales y que fue diseñado por Pilar Claro.

Mirando este atractivo paisaje Josefina continúa a diario con su trabajo pictórico. Su investigación artística gira en torno al género de la naturaleza muerta, sus grandes inspiradores son los españoles Juan Sánchez Cotán y Francisco de Zurbarán, además del italiano Giorgo Morandi. Mediante la representación de objetos simples y cotidianos, va originando escenas con jarros, vasijas, tazas, ollas, platos, teteras y pájaros de porcelana.

Hoy la encontramos concentrada en representar alfombras persas a tamaño natural, un trabajo obsesivo y metódico, que nace por traducir su materialidad.

W: josefinaguilisasti.cl

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