Editorial


La semana pasada murió Fernando Castillo Velasco, premio nacional de Arquitectura 1983, rector de la Pontificia Universidad Católica y alcalde de La Reina en varias oportunidades. Siempre comprometido con el desarrollo social, la primera etapa de su carrera la desarrolla junto a Bresciani, Valdés y Huidobro, con quienes creó una oficina responsable de grandes obras emblemáticas en distintas partes de Chile, como la Unidad Vecinal Portales, la sede de la Universidad Técnica del Estado y las Torres de Tajamar, entre otras. En casi toda esta etapa el lenguaje moderno de los proyectos es lo que más destaca; toman los principios de Le Corbusier, adaptándolos a la realidad chilena, y su compromiso social queda de manifiesto en la calidad de estos espacios, tanto públicos como privados. A pesar del gran tamaño de estas obras, la escala humana juega un rol fundamental, como en la Unidad Vecinal Portales, donde la cuadra se mantiene como medida: los edificios miden una cuadra y están separados entre sí por una cuadra, porque querían que se siguiera caminando y que la gente no dejara de interactuar con sus vecinos.
Regresa a Chile después de algunos años en el exilio y es en esta época que comienza a desarrollar sus comunidades, ejercicio que ya había realizado en la Quinta Michita, primera comunidad, construida entre 1973/74, antes de partir de Chile.
Mucho se ha escrito estos días sobre su obra, siendo sin duda su aporte a la calidad de la vivienda social y clase media uno de sus legados más potentes; investigó sobre la vida en comunidad, plasmándolo en numerosos proyectos, exitosos hasta el día de hoy. Fernando Castillo como pocos fue consecuente en su obra, su filosofía de vida, la manera de vivir la política y la ética que lo regía; en sus propias palabras, “la arquitectura deberá siempre colaborar a desarrollar y perfeccionar la convivencia democrática. Esta disciplina debiera procurar aportar algo en beneficio de las grandes mayorías postergadas del desarrollo urbano. La arquitectura y el urbanismo debieran ser valorados como clave fundamental para ordenar y armonizar el crecimiento y desarrollo de las ciudades”. Una lección potente para quienes hoy deben tomar decisiones sobre cómo viviremos a futuro.
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