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El litoral de los poetas

Algo tiene la costa entre Cartagena e Isla Negra que históricamente ha atraído a poetas y escritores. En el pasado, Vicente Huidobro y Adolfo Couve eligieron los cerros de la primera localidad, mientras que Pablo Neruda lo hizo en Isla Negra. Entre ambos lugares está Las Cruces, donde vive nuestro antipoeta Nicanor Parra. +decoración recorrió este litoral y esto fue lo que encontró.

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Con el impresionante sol de enero comenzamos en Cartagena el periplo por el llamado Litoral de los Poetas. Llegamos a la costanera del popular balneario, donde algunos turistas descansando sobre la arena de la playa chica nos dan la bienvenida. Cerro arriba, y siguiendo la guía de una descolorida señalética, llegamos por entre bosques de eucaliptos a la tumba de Vicente Huidobro, declarada monumento histórico en 1992. En su lápida aparece la frase que él mismo preparó: “Abrid esta tumba: al fondo se ve el mar”. En nuestra primera parada nos recibieron la persona a cargo del turismo de la municipalidad y el cuidador de la tumba. “Es que hay que estar permanentemente vigilándola para que la gente no se robe las mallas de la reja ni los palos”, nos advirtió este último mientras cortaba el pasto y podaba un par de flores con gran afán. Lejos lo más lindo es la vista a la bahía del balneario. Si bien la tumba de Huidobro se encontraba originalmente en el pueblito de Lo Abarca –a unos cuantos kilómetros hacia el interior–, esta se trasladó hacia las alturas de los cerros de Cartagena, según los deseos del propio poeta. Ahí nos contaron que el cuerpo de Huidobro se encuentra de pie mirando hacia el mar. Así al menos nos lo aseguraron.

:El refugio de Couve

El fuerte viento nos alejó rápidamente del lugar para partir a Villa Lucía, la casa donde Adolfo Couve vivió sus últimos años. Quiso alejarse de Santiago y vivir una vida aislada del ajetreo capitalino en una increíble villa toscana, en el corazón de este emblemático balneario. Dos amables guías nos introdujeron en el mundo de Couve a través de un jardín lleno de plantas, árboles, fuentes de agua y esculturas clásicas. Conocimos el mirador desde el cual este hombre solía hacer clases de pintura a personas cercanas. Porque además de escritor, este artista era pintor y profesor de arte. Desde lo alto, la vista al amplio litoral resulta totalmente inspiradora, aunque sea sólo para pensar y disfrutar del paisaje. Luego seguimos por los senderos del jardín hasta llegar a una pérgola en construcción con vista al castillo Ferreiro, un edificio completamente en ruinas, de una cautivante decadencia, para llegar finalmente al taller de Couve. Apartado de la casa misma, fue en esta pequeña y sencilla pieza donde escribió La Comedia del Arte, su última obra, dedicada a su hija Camila, como todas las anteriores.

Su actual dueño compró la propiedad a la familia del poeta luego de su muerte. Desde entonces realiza constantes trabajos de restauración con el objetivo de convertirla en una verdadera villa toscana, tal como se concibió en sus orígenes.

Si bien Villa Lucía está actualmente convertida en museo de Artes Decorativas, con objetos típicos de comienzos de siglo XX –fecha en que fue construida la casa–, su decoración dista mucho de la que había en la época en la que residió Couve. “Él era una persona muy austera, que vivió sin grandes lujos. Aunque tuvo algunos muebles que aún se conservan, los espacios eran mucho más despejados”, cuenta uno de los guías.

:Tras las huellas del antipoeta

En Las Cruces fuimos al encuentro del antipoeta. Desde el sector de El Quirinal caminamos colina arriba hacia El Vaticano, zona donde se encuentra la casa de Nicanor Parra. Nos esperaba su hija Colombina, quien nos acompañó a visitar los lugares donde suele estar el autor. Al lado de su actual residencia se encuentran las ruinas de La Palomera o Castillo Negro, su antigua casa que sufrió un incendio hace ya unos años. Según nos contó, su padre suele leer, escribir y almorzar en aquel lugar, desde el cual tiene una amplia vista a la playa de Las Cruces.

También pudimos entrar a su taller, en cuyo portón colgaban unos coloridos bordados hechos por Hilda, la hermana mayor del antipoeta.

Pareciera ser que hay un espíritu creador en Las Cruces, que sigue atrayendo a escritores y poetas a sus playas.

Sólo nos quedaba una estación: Isla Negra y la mítica casa que compró Pablo Neruda para escribir su famoso Canto General. Una casa soñada, que se impone gloriosa ante una pequeña playa de arena gris. Aunque estaba llena de turistas, su esencia está en cada uno de los detalles. Botellas, mascarones y los jardines. Ahí fuimos testigo del comienzo del atardecer, elmismo que quizás presenció el poeta. Desde los exteriores observamos los objetos en exhibición que pertenecieron al premio Nobel y respiramos el aire de un litoral que lo atrajo a pasar largas temporadas. Uno que en pocos kilómetros ha agrupado a varios de los principales poetas chilenos y que vale la pena recorrer en cualquier época del año.

  • Para más información sobre este litoral:

- www.litoraldelospoetas.cl

- litoraldelospoetasblog.blogspot.com

- www.fundacionneruda.org, teléfono (562) 7376004.

- www.villalucia.cl, cristóbal colón 167, Cartagena.

Teléfono para visitas guiadas (35) 450939.

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