Enrique Browne: Premio Nacional de Arquitectura
"No me interesa tener un sello o marca de mi trabajo. No tengo interés de asumir un estilo. El cariño es el mismo al diseñar una casita de madera para mis nietos o un proyecto de envergadura. Lo que me cautiva es el proceso, la lucha por inventar algo, la búsqueda".


La meta era clara: íbamos a entrevistar al premio Nacional de Arquitectura 2010,Enrique Browne, después de que sus pares lo eligieran al reconocer su trayectoria,que se inició tras titularse en 1965 con distinción máxima en la Pontificia Universidad Católica de Chile. El lugar elegido por el arquitecto para la cita fue su departamento. Al llegar, ya nos era familiar.
Habíamos estado ahí hace algún tiempo para fotografiarlo. Es un lugar que concentra varias de sus pasiones: la arquitectura, el diseño y el arte, y cientos de libros, tal como los que se encuentran en su oficina en Pedro de Valdivia Norte;un escritorio con libros sobre libros, planos y papeles.

Con sus 68 años, y totalmente vigente, nos recibe con su habitual sonrisa y cálido tono de voz. Sentados bajo un arbusto plantado en la conocida `mesa árbol´, diseñada por él, un claro esbozo de lo que lehamotivado a lo largo de sucarrera, independiente de las corrientes en boga e incluso adelantándose a su época: la naturaleza."No me gustan las clasificaciones, ni tampocome interesa que sea el sello de mi trabajo. Cada proyecto es diferente", nos remarca. Así comenzó una conversación que nos llevó a un recorrido por su obra.
Foto: Guy Wenborne
¿Cómo recibió la noticia?
“Es un gesto de amistad–dice emocionado–.Pasa lo siguiente: la gente tímida como yo trata desde pequeño dehacer las cosas bien. Es una forma indirecta de pedir cariño”. No le gustan las clasificaciones, pero el sello verde es indudable en su obra. “Me encanta la naturaleza. Mi papá tenía un pequeño campo cerca de Isla Negra. Desde la época en que estudiaba arquitectura en esa antigua casa rural, con su patio, corredores, noria y naranjos, pensaba en el verde, en el parque; pero no en la sustentabilidad, un término relativamente nuevo”.
La casa Paul Harris, y antes las de Charles Hamilton,
¿marcan sus inicios en el tema?
“Sí. Santiago ofrece muy poca naturaleza; salvo el sector oriente, el resto esmuy seco. Debe haber 3 o 4 m2 por habitante, cuando la norma internacionalpropone 9 m2.Hayuna claranecesidad
de verde de la gente. ¿Te has fijado en los edificios que son puras rayas blancas con terrazas? Siempre terminan como sándwich de lechuga (se ríe). ¡Lleno de verde!”

¿Dice entonces que el contacto con la naturaleza es una necesidad para los chilenos?
“Somos una sociedad marcada por lo rural. Nos tira mucho lo campesino. Somosmuy diferentes a los argentinos. Los argentinosvivenla ciudad.Acualquier hora estánenlas calles. Es la media noche y están sentados en los cafés. Pasa lo mismo en Madrid, Barcelona o Roma. Chile nunca ha consolidado una cultura urbana. Las calles sólo se usan para circular, no para convivir”.
Iglesia Villa María es una capilla unitaria, trabajada con curvas y aperturas cenitales por donde entra luz natural.

¿En esas casas comenzó a usar la doble piel para proteger las construcciones del sol? "Sí. Uno de los grandes problemas de Santiago es el asoleamiento, sobre todo en el poniente cuando entra el sol demanera horizontal en la tarde. No sacas nada con poner un techo. Es muy difícil poder evacuar todo ese calor. Se ocupamucha energía para sacarlo. Te diría que consume el 75% del
gasto total".
Fue así como con las variaciones de las casas parrones, con distintas formas y materiales, sin quererlo se sumó a lo que se empezaba a hablar fuera de Chile: los problemas energéticos y ambientales.
Una de sus obras más emblemáticas es el Edificio Consorcio.
¿Cuál es la relación entre arquitectura y naturaleza que se dio ahí?
“La arquitectura con el tiempo decae, a diferencia de la naturaleza. Es obvio. Los materiales se van deteriorando, la técnica se va quedando atrás. Un edificio recién inaugurado no es el mismo que 20 años después.Con la vegetaciónpasa al revés. Un parque de un año no es nada, es una esperanza de parque; mientras que con un par de décadas ¡es una preciosura! Con este edificio, al fundir las dos cosas, mientras uno decae el otro va subiendo”.
Al interior el verde sigue siendo tan importante como en su fachada. Al entrar al edificio y mirar hacia arriba, justo enese 1,40que separa ladoble piel, además de ver colgando el típico limpiavidrios de construcciones en altura, también está un jardinero podando. “Puedes encontrarte en el piso 16, pero es como estar en el jardín de la casa”, explica el arquitecto cuya fijación por trabajar con luz natural y artificial es absolutamente relevante.
“Las primeras experiencias lumínicas que despertaron mi interés fueron en los aviones. Tienen una iluminación genial, prestancia. Me preguntaba dónde se disponía la fuente de luz. Eso me quedó dando vueltas. También recuerdo un terminal de ferrocarril en la época de becado en Tokio, el año 70. Estaba hecho con tela amarilla”.

¿Que lo inspiró en la iglesia del Villa María?
“Acá en Chile hay una obra maravillosa: el convento de Los Benedictinos. Mi padre lo construyó en 1964. Aunque los curas decían que había sido el Espíritu Santo (se ríe). Tiene un trabajo impresionante de la luz. Es conmovedora. Cuando las monjitas me preguntaban cómoiba a ser suiglesia,yolesdecíaque como estar entre nubes”. Otro elemento importante en su arquitectura es la relación con la geografía, como sucede en el caso de Pioneer, la Corte de Apelaciones de Valdivia, la casa de Zapallar II, o incluso el Centro de Minería Luksic, proyecto aún no construido.
Foto:
Tomás Rodríguez
“Esta relación está influida por la poderosa naturaleza de Chile. Aludo a la relación de la tierra con la producción de semillas de esta empresa, a la relación con el río Calle-Calle y de las construcciones patrimoniales vecinas o a los materiales de la zona, a ese carácter amable de la gente para la Corte de Apelaciones de Valdivia”.
El land art, el tipo de arte contemporáneo que utiliza el marco y materiales de la naturaleza, ciertamente influye en su obra. Artistas como el chileno Claudio Girola, el mexicano Mathias Goeritz o el norteamericano Michael Heizer –dice– son referentes para el Edificio
Pioneer.
¿Cuáles han sido sus últimos proyectos con más significado?
“A mí no me importa el tamaño. Da lo mismo. A todos les pongo el mismo cariño.Uno demis últimos proyectos fue una casita 2x2x2metros. Es para mis nietos. Ahí trabajo con la luz natural. Está fabricada con desechos del corte de tablas de pino insigne. Me gusta tanto como el Centro de Minería A. Luksic A., donde hay escasez de terrenos para construir y una fuerte necesidad de áreas verdes”.
Browne nos cuenta que a pesar de que nació en una familia llena de ingenieros: abuelo, padre y tres hermanos, sus primeros pasos en la arquitectura los dio demanera inconsciente. Un día cuando su papá lo llevaba al colegio Padres Franceses por la Alameda, les tocó un semáforo justo frente a la calle Nueva York. Le dije: `Es una bonita calle´. Me respondió: `¿Te gusta?´ Le dije: `Sí´. Me miro y sonrío. `¡Así que vas a ser arquitecto!´ Y por lesear le dije:`sí´.
“Hoy doy gracias de trabajar en mi hobby, a pesar de que los primeros tres meses en la escuela no entendía nada. Estaba totalmente perdido. Sin más me enamoré de la arquitectura. No sé qué hizo click. Pero hay un dicho que me representa. Confucio dice: ‘Búscate un oficio que te guste y no tendrás que trabajar ningún día de tu vida’.Y así es. Sin duda, tuve suerte”, concluye el premio Nacional de Arquitectura 2010.
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