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Junio de fiesta

Durante este mes San Pedro de Atacama se transforma en celebración, sus calles se inundan de color, música y alegría. Son los bailes folclóricos, que se remontan al siglo XVI, los protagonistas de este espectáculo en honor a los santos religiosos.

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Somos un país de fiestas religiosas, de coloridas y tradicionales celebraciones que rinden homenaje a un patrono.

Cada festividad conserva la fusión que hemos heredado de ritos ancestrales y cultos cristianos introducidos por los españoles durante el siglo XVI. Estas fiestas no solo involucran a pueblos enteros, con meses de preparación y ensayos, sino que además son foco de interés para visitantes de todas partes del mundo, quienes valoran la conservación y rescate del patrimonio material e inmaterial que se dan en estos actos, como una manera de mantener viva la cultura.

En el norte de Chile se concentran varias, sus interpretaciones son muy llamativas y contrastan con los paisajes desérticos de este entorno. Solo en la localidad de San Pedro de Atacama, II Región, hay más de 25 festividades religiosas a lo largo de todo el año, pero hay una que sobresale, la más importante: La fiesta de San Pedro y San Pablo.

Durante el mes de junio, este pintoresco pueblo emplazado como un oasis en medio del desierto y extendido a los pies del volcán Licancabur, además de otras localidades cercanas, se viste de fiesta, las calles se tornan atractivas y sus habitantes se vuelcan totalmente al festejo.

Cuatro celebraciones durante este mes hablan de un pasado folclórico y de mucha leyenda, como Corpus Christi, el 7 de junio; San Antonio de Padua, el 13 de junio; San Juan y Año Nuevo Indígena, el 24 de junio y, la más grande y convocada, San Pedro y San Pablo que venera al patrono de esta localidad el día 29 de junio.

“Los pueblos altiplánicos buscan mantener las tradiciones ancestrales, la cultura y la identidad, la conservación del patrimonio de la etnia likan antai o pueblo atacameño, al igual que las costumbres introducidas por los españoles, las cuales se encuentran fusionadas con esta cultura local”, dice Eugenia Cornejo, encargada de Cultura de la Municipalidad de San Pedro de Atacama.

Catalina Darraidou, autora de los libros Chile en Fiesta y Fiesta en el Desierto, cuenta que la fiesta es ese preámbulo del gran banquete celestial, donde todo es abundancia, colorido y música. “No se espera nada a cambio de la invitación al resto de la comunidad, es pura entrega y don, la fiesta porque sí, la verdadera fiesta con un sentido terrenal pero también trascendental”, dice la periodista.

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