Sensato, noble, transparente y azul
Una oficina de jóvenes arquitectos egresados de la U. de Chile le ha devuelto el carácter residencial a una casa con aspiraciones inglesas en una zona típica de Providencia. De paso, para alegría de sus vecinos del Consejo de Monumentos, recuperó su espacialidad y la trató como se merece.


Dicen que esta calle cortita de Providencia, a pasos de Plaza Italia, fue bautizada Viña del Mar por la constructora inglesa que la levantó en la década del 40; que los diseños se importaron desde Londres y que con sus fachadas continuas y sus pequeños antejardines duros intentaba trasplantar aires de esa ciudad en Santiago. Justo en la esquina de esta calle cortita y Vicuña Mackenna está la casa de las gárgolas, donde el Consejo de Monumentos Nacionales tiene sus oficinas. Con otras dos casas administrativas en el interior de esta zona típica, la institución se ha preocupado especialmente de su conservación, y recibió de muy buena gana, sin observaciones, los trámites para que la casa conocida como Azul volviera a tener uso residencial.
“Esta casa se usaba como estudio de grabación. Anteriormente había sido usada como call center y también como instituto de formación técnica. La verdad es que estaba destruida. Imagínate que para aislar el sonido el estudio había puesto una sobrelosa de hormigón en el segundo piso. La casa tenía pisos de madera; se había desnivelado todo”, recuerda Felipe López, de Chili Arquitectos. El requerimiento que recibieron los jóvenes arquitectos de esta oficina consistió fundamentalmente en recuperar su condición de residencia. Fue idea de ellos que además se recuperaran sus espacialidades y espíritu originales.

Con más amabilidad de la merecida, los socios de Chili Arquitectos hablan de intervenciones anteriores ‘poco afortunadas’, ‘poco respetuosas’; cuando en realidad ahí hubo destrucción: “Por ejemplo, habían sacado la escala al patio para liberar más recintos interiores. Estaban algunos de los peldaños originales tras la demolición, pero no pudimos recuperarlos”. Entre diciembre de 2014 y abril 2015 se dedicaron a tratar de reparar el daño de muchas décadas, apegándose al criterio del buen hacer en cuanto a rehabilitaciones. “Todas se hicieron con materiales que se diferencian. No hay falsos históricos y se eliminaron los que había, como cornisas que no eran las originales, también pilastras y marcos de puertas. Las nuevas se diferencian drásticamente. Por eso el color que caracteriza la fachada desde la calle lo introdujimos en la intervención. Esta es una casa de albañilería simple y estructuras de madera rellenas con barro. Se mantuvo la tabiquería de madera en los pisos y la estructura de muchos muros”, dice Felipe.
“Las instalaciones fueron otra decisión importante dentro del proyecto”, cuenta Víctor Arnault, otro socio de Chili Arquitectos. “Todas están a la vista, hasta las menos gratas. Se hizo un esfuerzo por dejar todas las cañerías de cobre haciendo un contraste con las baldosas en damero. Toda la iluminación también está desnuda. Buscamos ese contraste entre lo existente y lo nuevo, que se entienda que las instalaciones son nuevas, que se evitó entrar a picar y demoler la mitad de la casa.

Nos pareció lo más sensato, noble y trasparente”. Chili Arquitectos se define como una oficina de amigos estratégicos: suficientemente amigos para llevarse bien, suficientemente estratégicos para que cada uno cumpla una función y no esté porque sí. Todos participan en todo, pero cada uno se ha especializado en una tarea. Fernando Toro se dedica más a la administración y gestión; Felipe López, Víctor Arnault y Cristián Arias están más en el desarrollo del proyecto. Luego Felipe se hace cargo de la parte constructiva. w Chiliarq.cl
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