Un sueño eficiente
Esta casa tiene la apariencia de una construcción típica. Pero es bastante poco común en nuestra ciudad. Sus características bioclimáticas hacen una diferencia y son un buen aliciente para quienes piensan en construir la propia, considerando sobre todo el ahorro de energía y el cuidado, en la medida de lo posible, del medioambiente. Lo más importante, eso sí, sin disminuir para nada la calidad de vida; por el contrario, desarrollando y aprovechando cualidades tecnológicas superiores.


La historia parte así: Urs Sommer Hafner y su señora, María Isabel Urrutia, se conocieron hace un par de años en Valdivia. Se casaron, vivieron en distintas partes hasta que decidieron construir lo propio en Peñalolén. Todo esto en palabras extremadamente simples, porque cada una de éstas resume arbitrariamente una opción de vida que en parte viene del ejemplo que Urs vio desde siempre en su país natal, Suiza. “Hace treinta años que en mi país ya se está construyendo con materiales alternativos, además del uso de políticas y medidas generales para aprovechar los recursos naturales. Cuando llegué a vivir a Chile no lo podía creer, me escandalizaba cada vez que me daban bolsas plásticas en el supermercado y nunca he entendido cómo no se aprovecha la energía solar”.
Ahí partió todo. Urs es ingeniero eléctrico y europeo, es decir, con un criterio bastante específico sobre lo que es factible y deseable en términos constructivos; por lo mismo, al momento de proyectar su casa no lo dudó e hizo de todo para lograr que fuese lo más eficiente posible.
“Primero pensamos en remodelar en Ñuñoa, -cuenta María Isabel- que fue el barrio donde nos habíamos instalado en un departamento, pero finalmente nos dimos cuenta de que sobre una mala base no íbamos a conseguir lo que teníamos en mente”.
Así, el 2005 se pusieron manos a la obra y compraron un terreno en Peñalolén de 1.800 metros cuadrados. Urs cuenta que, por un lado, domina el tema de las instalaciones eléctricas y que, también, tenía bastante claro cuáles eran los materiales y el modo en el que debería construir la casa para conseguir lo óptimo. Así, decidió que se levantaría sobre una base de hormigón. La tabiquería se hizo en hormigón celular, que en comparación con el tradicional es más liviano, más poroso y consigue un aislamiento térmico notablemente mayor. La estructura se decidió en madera laminada y la fachada aislada, considerando la circulación del aire entre los muros. Cuando la fachada y techo se calientan, el aire circula naturalmente hacia arriba; por lo mismo, en verano este tipo de estructuras permite una buena ventilación. Y, por supuesto, se instalaron termopaneles en ventanas y ventanales.
En este sentido, Urs y según lo que se había propuesto, debía complementar los materiales y el diseño básico con otros elementos que ayudarían a ahorrar energía. Por ello, además de los tres colectores solares del techo, se construyó un sistema de reciclaje de aguas lluvias, que junta agua en dos estanques -que se usan en los baños y el riego- y el agua servida se purifica al pasar por gusanos y luego a través de luz ultravioleta. En el futuro, este proceso se complementaría con un filtro que la haría potable. Para la circulación de este sistema de agua, Urs ideó un cascada que está al interior de la casa, punto en que el agua se purifica con cloro y que además ayuda a entregar cierta humedad al aire seco y, por el contrario, en verano refresca.
“Sé que aún no es sustentable al 100%, pero creo que hay avances importantes hacia donde nosotros creemos debe ir nuestro estilo de vida. Por ejemplo, el año pasado, gracias a los paneles, durante ocho meses no ocupamos ni una gota de gas, es decir, se produjeron 7 mil kWh de energía solar. Esperamos más adelante instalar otros paneles para generar energía fotovoltaica y reducir nuestro gasto eléctrico, que ya es reducido debido a que hemos instalado un sistema “inteligente” de la empresa Vimar que domotiza los circuitos. Por lo mismo, no hay gastos innecesarios”.
Al recorrer esta casa, que es bastante nórdica en el sentido profundo, porque no es enorme, sino más bien de espacios precisos, abiertos, conectados, iluminados naturalmente, con materiales como madera y piedra, uno se da cuenta de que Urs hizo algo bastante meritorio, porque tal como cuenta, además de haberse propuesto desde un comienzo lograr una vivienda lo más autosustentable posible, tuvo que lidiar con las malas experiencias de proveedores y contratistas poco serios y el proyecto de vida se transformó por algún tiempo en un mal sueño. Pero Urs, determinación pura, tomó el toro por las astas y durante tres meses trabajó para terminar con sus propias manos, y las de su hermano Hansrudolf, que viajó desde Suiza especialmente a colaborar, este sueño que es mucho más que “el de la casa propia”, pues tiene que ver con la tradición de construir el hogar y retribuir a la naturaleza. Una tradición de construir con la familia, tal como probablemente lo hicieron las antepasados de Urs en Suiza. Por lo mismo, preparan compost para su jardín que sólo tiene especies autóctonas, tal como las piedras que se usaron en el exterior y que se recuperaron de los movimientos de tierra de la construcción.
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