Mette Frederiksen: La receta de la premier danesa para frenar a la extrema derecha
Desde 2019, la gobernante de 47 años ha adoptado políticas antiinmigración alejadas de la visión tradicional de su partido socialdemócrata para enfrentar la ola populista en el país.
A medida que los partidos de extrema derecha ganan terreno en distintos países europeos, la figura de la primera ministra danesa, la socialdemócrata Mette Frederiksen, se ha consolidado como una que ha sabido equilibrar este auge adoptando medidas migratorias más duras y sin perder su electorado de centroizquierda. Así, en los últimos seis años, ella y su partido han ganado elecciones y obtenido victorias políticas que les gustarían a los liberales de todo el mundo.
La gobernante de 47 años fue la persona más joven en convertirse en primera ministra danesa cuando asumió el cargo en 2019, a los 41 años. Encabezó entonces un gobierno minoritario, exclusivamente socialdemócrata. A pesar de haber mantenido una postura antiinmigratoria durante la campaña, Frederiksen modificó brevemente su postura sobre la inmigración, permitiendo más mano de obra extranjera y revirtiendo los planes del gobierno de expulsar a los delincuentes extranjeros tras ganar el gobierno.
Después de su triunfo en las elecciones generales de 2022, Frederiksen logró un acuerdo de gobierno entre su partido, el partido liberal de centroderecha y una nueva formación centrista. Así, Dinamarca probaría la experiencia de un gobierno entre centroizquierda y centroderecha inédito desde hace 40 años.
De carácter fuerte, Frederiksen ha sido una fuente de inspiración para la exitosa serie de drama político Borgen, según señalaron los mismos creadores del programa. De hecho, se han hecho comparaciones tanto con el personaje principal del programa, Birgitte Nyborg, como con la premier de la cuarta temporada, Signe Kragh.
Al igual que Nyborg, la actual primera ministra es madre de dos hijos y tiene reputación de tomar decisiones difíciles, mientras que la edad de Frederiksen, su afiliación partidaria y el abundante uso de las redes sociales se reflejan en Kragh, indicó el portal de France 24.
Hija de un tipógrafo y una profesora preescolar, ambos miembros de larga data de los socialdemócratas, Frederiksen nació en el seno de una familia de clase trabajadora del noroeste de Dinamarca. Se incorporó a la política a temprana edad. En su adolescencia, pagó una cuota de afiliación para apoyar al Congreso Nacional Africano (CNA) antiapartheid en Sudáfrica.
Como muchos políticos escandinavos, ascendió en las filas de la liga juvenil de su partido, al que se unió a los 15 años, y entró en el Parlamento a los 24 años. Antes de suceder a Helle Thorning-Schmidt, la primera mujer primera ministra del país, como líder del mayor partido de Dinamarca, Frederiksen se desempeñó como ministra de Empleo y ministra de Justicia.
Descrita como una “socialdemócrata de cuarta generación”, goza de un amplio apoyo entre los daneses, con un 45% de respaldo, según una encuesta de YouGov de abril pasado.
Frederiksen ha incorporado las redes sociales a su política, recurriendo regularmente a Instagram y Facebook para difundir su mensaje y publicando fotos de ella misma como una persona promedio, disfrutando de sándwiches de paté o de pescado, ambos alimentos básicos modestos de la dieta danesa.
La oposición se ha burlado en ocasiones de lo que considera un miembro de la élite política que actúa como defensor del pueblo. “¿Se puede amar el pescado en salsa de tomate y la buena literatura al mismo tiempo? ¿Se puede amar el balonmano e ir al Teatro Real Danés?”, se preguntó Frederiksen antes de la campaña en 2022. “No sé qué piensen ustedes, pero yo sí puedo”, afirmó.
Política migratoria
Hace casi una década, el país contaba con uno de los regímenes de inmigración más liberales de Europa. Sin embargo, el aumento repentino de la migración causado por las guerras en Libia y Siria, y la consiguiente ola populista, nacionalista y antiinmigración surgida en el país, desató la preocupación en los partidos tradicionales.
Fue así que, en 2015, el Partido Popular Danés (PPD), antiinmigración, era la segunda fuerza política más importante del Parlamento danés. Fue en ese contexto que los socialdemócratas, bajo su entonces nueva líder Frederiksen, decidieron contraatacar y cambiaron la postura tradicional de la colectividad para que fuera mucho más restrictiva, rompiendo abiertamente con la reputación previa de apertura a la migración. “Mi partido debería haber escuchado”, dijo entonces la política socialdemócrata.
Bajo su liderazgo, el partido viró hacia lo que generalmente se considera la “extrema derecha” e hizo suyas las políticas de asilo de línea dura asociadas al PPD.
“Ser un pensador socialdemócrata tradicional significa que no puedes permitir que vengan todos los que quieran unirse a tu sociedad”, afirma Frederiksen. De lo contrario, “es imposible tener una sociedad sostenible, especialmente si eres una sociedad de bienestar, como la nuestra”.
Así, pidieron niveles más bajos de inmigración, esfuerzos más agresivos para integrar a los inmigrantes y la rápida deportación de las personas que entran ilegalmente. Según The New York Times, Dinamarca continúa admitiendo inmigrantes y su población se vuelve más diversa cada año. Pero los cambios están sucediendo más lentamente que en otros lugares. Hoy en día, el 12,6% de la población nació en el extranjero, frente al 10,5% cuando Frede- riksen asumió el cargo. En Alemania, justo al sur de Dinamarca, la proporción es de casi el 20%. En Suecia es aún mayor.
A juicio de los expertos, el logro de Frederiksen fue encontrar un enfoque auténticamente socialdemócrata. Desvinculó el debate sobre la migración de los argumentos sobre raza y cultura, y lo vinculó con uno sobre el futuro del modelo social danés y el Estado del bienestar.
Estas políticas convirtieron a Dinamarca en blanco de burlas entre muchos progresistas de otros países. Los críticos describieron a los socialdemócratas como monstruosos, racistas y reaccionarios, argumentando que se habían convertido en un partido de derecha en este tema. Consideraron su “giro a la derecha” como una estrategia cínica para llegar al poder y luego mantenerse en él.
Sin embargo, para Frederiksen y sus asesores, una política migratoria estricta no viola el progresismo. Al contrario, consideran que ambos están entrelazados. Y ella ha insistido en que las convicciones de su partido son sinceras. La premier, indicó The New York Times, describió el problema como la principal razón por la que su partido regresó al poder y se ha mantenido en el gobierno incluso mientras la izquierda se tambaleaba en otros lugares.
En todo caso, indicó la BBC, las etiquetas políticas de antaño se están difuminando. No se trata solo de Dinamarca. En toda Europa, los partidos de centro, tanto de derecha como de izquierda, utilizan cada vez más un lenguaje tradicionalmente asociado con la “extrema derecha” en materia de migración para recuperar o conservar votos.
“Hay un precio que pagar cuando demasiada gente entra en tu sociedad”, indicó Frederiksen a The New York Times. “Quienes pagan el precio más alto son la clase trabajadora o la clase baja. No son -soy totalmente directa- los ricos. No son quienes tenemos buenos salarios y buenos trabajos”.
Y su política migratoria ha sido reconocida más allá de las fronteras danesas. En Chile, tras ser proclamada oficialmente como la carta presidencial del PPD, Carolina Tohá aludió a Frederiksen: “Los efectos de la migración no pueden recaer en los sectores populares. Aquí nos inspiramos en la primera ministra socialdemócrata de Dinamarca, que ha dicho con fuerza que sin un ordenamiento de la migración se debilita toda la cohesión social. Y no solo eso, sin un ordenamiento de la migración se hace inviable humanizar la respuesta de la sociedad ante el fenómeno migratorio”, enfatizó.
Otra medida polémica que ha acaparado la atención durante la semana ocurrió el jueves, cuando la premier pidió medidas más estrictas que limiten los símbolos y rituales religiosos en la educación, solicitando que la prohibición de los velos integrales que usan algunas mujeres musulmanas se extienda a las escuelas y universidades.
La prohibición general del burka y el niqab en lugares públicos, introducida en 2018, no se ha aplicado a las instituciones educativas. “Existen lagunas en la legislación que permiten el control social musulmán y la opresión de las mujeres en las instituciones educativas de Dinamarca”, declaró Frederiksen a los medios nacionales. “Tienes derecho a ser una persona de fe y a practicar tu religión, pero la democracia tiene prioridad”.
También durante su mandato se han redoblado los esfuerzos en temas tradicionalmente asociados con la izquierda: los servicios públicos. Cambiaron las reglas de las pensiones para permitir que los trabajadores manuales se jubilaran antes que los profesionales.
Para combatir el cambio climático, el gobierno de Frederiksen creó el primer impuesto al carbono del mundo sobre el ganado y aprobó una ley que exige que el 15% de las tierras agrícolas se conviertan en hábitat natural. En materia de derechos reproductivos, Dinamarca amplió el año pasado el acceso al aborto durante las primeras 18 semanas de embarazo, en lugar de las 12 semanas, y permitió que las niñas a partir de los 15 años abortaran sin el consentimiento de sus padres.
Mientras tanto, el país sigue ofreciendo su famoso Estado de bienestar, que incluye educación universitaria gratuita (con un estipendio mensual de unos US$ 900 para gastos de manutención), atención médica gratuita y un importante seguro de desempleo, a la vez que alberga empresas globalmente competitivas, como Novo Nordisk, fabricante del medicamento contra la obesidad Ozempic.
En política exterior y, al igual que ocurre internamente, Frederiksen se ha mostrado firme y le respondió al Presidente Donald Trump cuando señaló que quería comprar Groenlandia y el jueves reiteró que su país no cederá a la presión “inaceptable” de Estados Unidos, advirtiendo que el derecho de los groenlandeses a la autodeterminación estaba en juego.
“El orden mundial que hemos construido a lo largo de generaciones está siendo desafiado como nunca antes”, dijo Frederiksen en un discurso por el Día Nacional. “En los últimos meses, Groenlandia y Dinamarca han sido objeto de una presión inaceptable por parte de nuestro aliado más cercano”, añadió, refiriéndose a Estados Unidos.
También anunció un cambio en cuanto al gasto en defensa del país. “El club del presupuesto y la frugalidad ya no es el lugar adecuado para nosotros”, indicó. Formar parte de los cuatro frugales “ya no es nuestro lugar”, declaró la premier en alusión al grupo informal formado por Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca.
Lo último
Lo más leído
1.
3.